Por Fernando DAddario Al ser músico, la
responsabilidad en mi tarea de productor es doble, asegura Gustavo Mozzi,
experimentado en ambas facetas. Desde ahora, como director artístico del sello BAM
(Buenos Aires Música), Mozzi tendrá el privilegio de redimir a través de un cargo
institucional una necesidad inherente a la naturaleza de los músicos: dar a conocer su
obra. No la de él, en este caso, sino la de muchos artistas interesantes que, en general,
están excluidos de los proyectos de marketing de los grandes sellos. BAM es una
colección discográfica que produce la Secretaría de Cultura de la Ciudad de Buenos
Aires en colaboración con EPSA Music y es, también, un vehículo para que Caracol, Lidia
Borda, Brian Chambouleyrón, Esteban Morgado y Juanjo Domínguez, entre otros músicos,
vean editado su material.La ventaja que uno tiene continúa en una entrevista
con Página/12 es haber sabido estar del otro lado del mostrador y entender las
necesidades de los músicos, pero también hay que reconocer que lo que vamos a sacar es
sólo una parte de lo que me gustaría editar. Mi tarea es una especie de nexo entre el
músico y el oyente. Y muchas veces lo que se ofrece de parte de las discográficas es un
panorama muy parcial de lo que existe musicalmente, porque sólo responde a pautas
comerciales. La idea de la producción es editar todos los meses un disco, movida
que a partir del año que viene estará acompañada por la publicación de una revista de
distribución gratuita y un programa de radio semanal, por la FM de la Ciudad. El primer
disco de la colección es Glorias Porteñas Volumen II, la segunda entrega de la
compañía Recuerdos son Recuerdos, en las voces de Soledad Villamil, Chambouleyrón y
Silvio Cattaneo. Como en el primer volumen, se refleja un rescate de la esencia del Buenos
Aires de los años 30, con un mestizaje de distintos ritmos criollos y foráneos,
desde el tango hasta la rumba, pasando por la milonga, la ranchera y el fox trot.Esta
búsqueda de lo urbano moviliza el espíritu de toda la colección. Un abanico de
sonidos de Buenos Aires, como sintetiza Mozzi, artista que tras editar un nuevo
disco solista (el más que interesante Los ojos de la noche) se embarcó este año en la
tarea, también vocacional, de producir La Acadé, álbum de, por y para hinchas de
Racing. En cuanto a BAM, adelanta que el próximo lunes estará en la calle el segundo CD
de Caracol, con tangos que tendrán arreglos del pianista Tato Finocchi. En noviembre se
editará Patio de tango, producción compartida por Borda, Chambouleyrón y Esteban
Morgado Cuarteto. En diciembre está prevista la salida de un disco del virtuoso
guitarrista Juanjo Domínguez, que esta vez tendrá un repertorio basado en milongas y
tangos de la guardia vieja. Para el año 2000, éstos son algunos de los artistas que
editarán por BAM: Alberto Muñoz con la orquesta El Destino, El trío de Edgardo Cardozo,
Carmen Baliero, Adolfo Abalos en un disco solo de piano, distintos músicos de Buenos
Aires interpretando a Lupicinho Rodríguez y la reedición de Porto Alegre canta tangos.
Mozzi es optimista con el proyecto porque se puede trabajar sin ese vértigo que
muchas veces se genera cuando una compañía discográfica quiere recuperar enseguida el
dinero que invirtió. Y cree que lo institucional no perjudicará el
espíritu de la idea, señalando que hasta ahora tuvo absoluta libertad para elegir
los artistas que grabarían. No tuve sugerencias ni músicos que me metieran
por la ventana... El perfil urbano que define a la colección deja afuera, por
ahora, el folklore (salvo en el caso de Abalos) y también el rock, que también es
música de la ciudad. Para más adelante, nada está cerrado, se busca algo que
tenga que ver con los sonidos de la ciudad y eso no es excluyente, porque la idea es
llegar a la mayor cantidad de gente posible, concluye, convencido de la apuesta.
GUSTAVO BEYTELMAN EN BUENOS AIRES
Otra mirada tanguera
Gustavo
Beytelman quiere saber qué pasa con la música de Buenos Aires. Recuerda cuando Dino
Saluzzi se juntaba con el Chango Farías Gómez o la Sanata y Clarificación de Rodolfo
Alchourrón, donde tocaba antes de convertirse en uno de los músicos argentinos más
importantes de Europa. Su trío con Juan José Mosalini y el guitarrista francés Patrick
Caratini, la dirección artística del departamento de tango del Conservatorio de
Rotterdam o su producción como compositor clásico lo colocaron en un lugar de privilegio
en la escena musical europea. Su último disco, Tango a la Duke es un homenaje a
Ellington. Pero si alguna vez Louis Armstrong se atrevió a cantar Adiós
Muchachos, aquí la hipótesis es la inversa (aunque con un poco más de
conocimiento del estilo, aclara Beytelman). Los temas son de Duke, pero tocados como
tangos. Y Beytelman, alguien que conoce el estilo (el tango, el jazz y también ese
terreno intermedio que es un poco su creación), logra una música alejada del híbrido.
Hoy y mañana a las 20.30, en el Auditorio El Aleph del C.C. Recoleta (Junín 1930), el
pianista y su trío (Hensel Lothar en bandoneón y Roberto Tormo en contrabajo) tocarán
por primera vez para el público porteño. Pero Tango, otra mirada va mucho más allá de
un simple recital. Lo que toque el trío será procesado electrónicamente en tiempo real
por Javier Leichman, habrá videoimagen a cargo de Germán Trench y, sobre una idea y
guión de Francisco Kröpfl, la coreografía y dirección será de Nora Codina.
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