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LA PRIMERA APARICION DE DE LA RUA COMO PRESIDENTE ELECTO

“Somos más porque somos todos”

Acompañado por Chacho Alvarez, celebró la victoria con un discurso medido a la espera de la resolución en la provincia.


Por José Natanson

Un par de minutos antes de la seis de la tarde, Fernando de la Rúa se sentó frente a los cuatro televisores ubicados en el piso 19 del Hotel Panamericano. Cuando los canales coincidieron en que su triunfo había sido rotundo, De la Rúa buscó con la mirada a Carlos “Chacho” Alvarez, que se encontraba parado a su lado, y lo abrazó durante unos segundos. Convertido en el nuevo presidente, el jefe radical sintetizó en un gesto el camino político elegido para los próximos años: el fortalecimiento de la Alianza –y especialmente su relación con Alvarez– como la única forma de enfrentar una coyuntura económica difícil, un PJ que será fuerte en la oposición y algunos escollos internos que nunca terminaron de desaparecer.
El lobby del hotel era una síntesis de los dirigentes que controlarán la política de gobierno de los próximos años. El radical Rafael Pascual y el frepasista Alberto Flamarique, jefes de campaña de la Alianza, conversaban sobre los próximos años de gobierno.
–Vamos a tener el Senado en contra. Córdoba, Santa Fe y muchas provincias están en manos del PJ y además buena parte de la Justicia sigue dominada por el menemismo –señalaba Flamarique.
–Durante los últimos diez años la política argentina pasó por la relación entre Menem y Duhalde. Ahora no sólo el menemismo se fue del poder. También cambió el eje, que de ahora en más va a ser De la Rúa-Chacho –decía Flamarique.
Raúl Alfonsín llegó al hotel a las seis de la tarde y se acercó a saludar a De la Rúa. Aunque son pocos los que se animan a decirlo en voz alta, cerca del Jefe de Gobierno temen que el ex presidente cobre un protagonismo excesivo desde la presidencia del radicalismo, un cargo al que retornará a fines de noviembre.
–Alfonsín va a ser el jefe del partido de gobierno y Menem el de la oposición. Se van a dar aire mutuamente y nosotros tenemos que evitar que nos condicionen. La única manera es seguir apostando al diálogo entre De la Rúa y Chacho –señalaba un delarruista acodado en el bar, sumando otro inconveniente, esta vez interno, a una lista que parece demasiado larga.
Mientras tanto, De la Rúa continuaba conversando con el resto de los dirigentes en las alturas del hotel. Sólo se alejaba de tanto en tanto para recibir las felicitaciones: Carlos Menem lo llamó cerca de las siete de la tarde. Fernando Henrique Cardoso se comunicó minutos después y De la Rúa le prometió que lo saludará personalmente en la primera gira por el exterior.
Aunque su triunfo ya estaba asegurado, De la Rúa seguía recibiendo encuestas de la provincia de Buenos Aires. Hugo Anzorreguy informó a través de Simón Lázara que las mediciones de la SIDE indicaban que Graciela Fernández Meijide aventajaba por tres puntos a Carlos Ruckauf. La hipótesis de una derrota bonaerense ocupaba las mentes y los celulares de los dirigentes reunidos en el Panamericano, que se comunicaban cada diez minutos con los aliancistas bonaerenses concentrados en La Plata.
La inminente campaña para jefe de gobierno porteño era otro de los temas de conversación en el Panamericano.
–Todavía no está definido, pero seguramente van a ser en marzo –señalaba Aníbal Ibarra, candidato a jefe de gobierno, confiado en que la espuma del rotundo triunfo de ayer le permitirá imponerse con comodidad en los comicios de la Capital.
De todos modos, la candidatura de Ibarra podría peligrar en caso de una derrota en la provincia: algunos sectores históricamente antialiancistas de la Capital, como los que capitanea Enrique “Coti” Nosiglia, podrían amenazar un espacio que le corresponde al Frepaso según un acuerdo sellado el año pasado.
Ajeno a estas especulaciones, el delarruismo puro sólo tenía ganas de festejar la victoria de su jefe, seguros de que serán ellos los principales laderos del nuevo Presidente. A las siete de la tarde, HernánLombardi se abrazaba con cualquier persona que se le cruzara. Lombardi, secretario de Turismo del gobierno de la ciudad, es uno de los principales exponentes del nuevo delarruismo, un grupo de dirigentes jóvenes de perfil técnico –como Cecilia Felgueras y Darío Lopérfido– en los que De la Rúa confía casi ciegamente. A ellos se suman otros dirigentes, con una trayectoria más centrada en la política, que también festejaban: Enrique Olivera, José María García Arecha y Nicolás Gallo. El ex secretario de Servicios porteño dio ayer una nueva señal de su cercanía con De la Rúa: fue el único hombre que lo acompañó desde la mañana, cuando el titular del radicalismo votó en el colegio Sarmiento.
Poco antes de las nueve de la noche, De la Rúa y Alvarez tomaron la primera decisión relevante luego del triunfo: salir a saludar en una aparición que también sirvió de conferencia de prensa, antes de conocer el resultado de la disputa por la gobernación bonaerense.
–Vamos a crecer, vamos a ser un pueblo grande, somos más porque somos todos. Nuestra gestión va a tener una característica insoslayable: vamos a luchar contra la corrupción –dijo el futuro presidente antes de subrayar el camino que eligió para encarar el futuro gobierno: la profundización del diálogo con el próximo vicepresidente.
–Tengo la alegría de contar con Chacho, que ha sido el gran arquitecto de la Alianza.

 

 

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