Y
el tren llegó, después de doce horas largas de guitarreada,
a Tornquist, justo al pie de la Sierra de la Ventana. El sábado
pasó en el mismo ambiente de viaje de egresados que se le impone
a todo tren lleno de jovencísimos pasajeros que viajen juntos.
Y el domingo, bajo un sol espectacular, los 300 viajeros del Grupo 501
realizaron algunas tareas comunitarias, como recoger la basura, para mostrar
que lo suyo no era simplemente pasarla bien.
El viaje estuvo bien organizado. Los 300 del 501 abordaron en Retiro con
sus propios boletos, esos con el logo en que el cero tiene una barrita
como el cartel de no estacionar, y al llegar a Tornquist los esperaban
micros especialmente alquilados para llevarlos a un camping. El lugar
para levantar las carpas fue el camping Ympcápolis, de la Asociación
Cristiana de Jóvenes. Los disidentes del voto hicieron bien en
elegir un lugar privado: el intendente local, Gerardo Rattero, les mandó
el mensaje de que Si hubieran querido acampar en algún lugar
de la comuna, desde ya que no se los hubiéramos otorgado. Pero
van a parar en un camping privado. El intendente enunció
sus ideas al diario La Nueva Provincia, de Bahía Blanca.
El intendente no fue el único político de Tornquist al que
no le gustó recibir a los muchachos del 501 en su pago chico. Durante
la semana, fueron varios los dirigentes políticos de Sierra de
la Ventana que manifestaron su malestar ante la llegada del grupo. La
inquietud por la llegada de un tren que podía venir lleno de manifestantes
llevó a las autoridades policiales a evaluar la posibilidad de
pedir efectivos de refuerzo, ya que Sierra de la Ventana sólo cuenta
con ocho hombres y dos patrulleros. Finalmente se descartó la medida.
Los viajeros trataron de explicar, en charlas con los vecinos, porqué
usaban la opción legal de estar a más de 500 kilómetros
de su lugar de votación para evitarse el comicio. Muchos citaron
la Carta a los no votantes publicada hace unos días.
Querrán acusarnos de boicotear el único momento de
la vida cívica donde se ejercen los derechos ciudadanos,
dice esa suerte de manifiesto, pero es exactamente por lo contrario
que decidimos levantarnos: para recuperar el poder de decisión
que se halla en el fundamento de la democracia.
Los miembros del 501 tenían planeado pasar el fin de semana ejerciendo
un cierto activismo: no votar, pero sí tratar de convencer al prójimo
o por lo menos explicarle sus opciones. Pensaban repartir folletos en
los que explicaban su propuesta a los pobladores de Sierra de la Ventana
y convocar a través de afiches públicos a un foro de debate
público. Implacable, el municipio les negó el permiso, citando
la veda electoral que rige desde la mañana del viernes.
Mientras la discusión entre las autoridades y los 501 se ponía
pintoresca con eso de citar una veda electoral a un grupo anti electoral
la subcomisaría de Sierra de la Ventana le recordó a los
viajeros que, protesta o no protesta, tenían que justificar la
no emisión del voto. Ayer por la mañana, la subcomisaría
ya había hecho contacto con uno de los voceros del grupo para coordinar
el trámite: los viajeros del 501 son trescientos, y las instalaciones
de la pequeña localidad simplemente no están preparadas
para atender a tanta gente a la vez.
Además de hacer trámites y disfrutar del sol, los disidentes
del voto recogieron la escasa basura que pudieron encontrar en la villa
turística y se prepararon para volver a la Capital.
Opinion
Por Osvaldo Bayer
Ayer
no voté
Ayer
no voté. Un acto simple, sin alharacas, del cual me enorgullezco.
He escuchado comunicadoras enternecidas y comunicadores exhortativos que
hablaban de la alegría, la nobleza y el orgullo que sienten al
ir a votar. Hasta una dirigente de derechos humanos señalaba que
a ella le gustaría que todos tuvieran el sellito con todas las
votaciones. Somos todos un amor cuando se acercan las elecciones. Lo dijo
una conocida comentarista señalando que todos sus vecinos el día
del comicio tenían caras felices.
(Discepolín diría: Dale que va.) Sé que
al escribir esto concito la ira de todos los buenos ciudadanos argentinos.
A la señora de derechos humanos que es feliz si todos tienen el
documento respectivo lleno de sellitos con el votó
le traería el ejemplo de uno de esos con todas esas condecoraciones
selladas que votó así en su vida: dos veces por Patti, una
vez por Rico, cinco veces por Bussi, tres veces por Ulloa, dos veces por
Rodríguez Palacios, el segundo de Harguindeguy en la dictadura
de los desaparecidos y hoy demócrata en el Chaco, etc., para no
hablar de otros candidatos partidarios como el Chiche Aráoz, acusado
hasta de vender lo robado a las familias de desaparecidos. Y dejar de
lado a todos los radicales y peronistas que la pasaron demasiado bien
durante los años del oprobio y de la humillación del ser
humano. Entonces, como vemos, la palabra democracia puede prestarse a
infinitas interpretaciones. ¿Son ésos más democráticos
que yo?
Pero vamos por parte. Porque éste es un tema que se debate desde
la Revolución Francesa o ya desde los griegos. Y empecemos por
el abc, por lo tantas veces repetido. ¿Es democracia elegir cada
dos años entre dos partidos que defienden el mismo sistema de explotación
capitalista, perdón, de mercado o neoliberal?
No, no. Pongámonos de acuerdo que democracia verdadera es un sistema
con justicia y libertad. Y justicia no es el Poder Judicial que supimos
conseguir sino un sistema que implante dignidad a todos sus habitantes:
alimento, vivienda, educación, salud pública, trabajo. Si
no se respetan estos principios, no es democracia. Por más que
en el cuarto oscuro pueda usted elegir entre Duhalde y De la Rúa.
Justamente dos individuos que no movieron ni un músculo para protestar
por lo que ocurría en esos años. Dos demócratas.
¡Qué pequeños somos los argentinos, qué falta
de grandeza! No tener ni siquiera candidatos con dignidad democrática.
Por lo menos si hubieran presentado a un hombre como Hipólito Solari
Yrigoyen que fue uno de los radicales que se jugó entero por defender
la dignidad de los presos; o los peronistas hubieran puesto como símbolo
al ex gobernador de Santa Cruz, don Jorge Cepernic, que sufrió
años de cárcel por defender a la gente humilde de la Patagonia
y permitir en el suelo de su provincia la filmación de La Patagonia
rebelde, bien, si hubiera sido así, por lo menos uno hubiera podido
votar por la dignidad.
Pero claro, no pedir peras al olmo. No, se elige sólo a candidatos
que tienen blanca su foja de servicios en democracia, es decir, los que
nada hicieron por ella.
Aunque no nos desviemos y vayamos al meollo de esta democracia que conseguimos
gracias a Margot Thatcher, la amiga de Pinochet. (La Historia, en la trastienda,
se ríe socarronamente.) Ese meollo está en esto: nosotros
no votamos ni por candidato ni por partidos, votamos por las grandes empresas
que pusieron dinero para la financiación de las campañas.
Se me acaba el espacio, resumo. No apoyo esta miseria de la democracia
pero tampoco me quedo en casa: salgo a la calle a levantar con la palabra
y la conducta la democracia de la dignidad y la libertad. O mejor: de
la libertad y la dignidad. Porque con libertad siempre termina por alcanzarse
la dignidad.
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