Por Daniel Guiñazú Será difícil volver a ver
una pelea tan mala. El inglés de origen yemenita Naseem Hamed (57,125) y el mexicano
César Soto (57,125) perpetraron el viernes por la noche en la Arena Joe Louis de Detroit,
un combate que tuvo de todo, menos algo similar al boxeo. Se agarraron, se trabaron, se
empujaron, se palanquearon, se cayeron al piso, se anularon, casi no se pegaron. Ganó
Hamed porque puso alguno que otro gancho aceptable y se quedó con los dos títulos
mundiales que estaban en disputa: el de los plumas de la Organización que le pertenecía
y el del Consejo, que le birló a Soto. Perdió el boxeo, perdieron todos.Al lado de esta
Hamed-Soto, Holyfield-Lewis (la pesada pelea de los pesados de marzo en el Madison) y la
persecución de Trinidad a De la Hoya el mes pasado en Las Vegas, fueron peleones
inolvidables. Y habrá que preguntarse que es lo que está sucediendo en el boxeo mundial
de hoy en día, para que los enfrentamientos más esperados, los protagonizados por los
boxeadores más cotizados o afamados, generen tanto aburrimiento, tanta frustración, tan
poco espectáculo. La respuesta aparece clara: hay buenos boxeadores, pero ninguno es un
fuera de serie. Puestos en el gran escenario a soportar la presión de una gran pelea,
todos rinden menos de lo que deberían. No existen dudas de que en el orden de que se
prefiera, De la Hoya, Holyfield, Trinidad, Roy Jones y el mismo Hamed son los mejores de
este tiempo. Pero el calificativo de cracks, todavía les queda grande. A todos. Mas aún
cuando se comparan estos fiascos, sin ir más lejos, con duelos como Alí-Frazier,
Leonard-Hearns, Leonard-Hagler, Hagler-Hearns y tantos otros que provocaron una emoción
incomparable.La pelea del viernes tuvo ribetes que moverían a la carcajada si no fuera
que Hamed se llevó 5 millones de dólares y Soto, apenas uno por hacer lo que hicieron.
En el quinto asalto, por ejemplo, el Príncipe de Sheffield se agachó por debajo de la
línea de la cintura de la Cobrita Soto, el mexicano se inclinó sobre la
espalda de Hamed, Hamed lo cargó como si se tratase de una bolsa de papas y lo tiró
contra la lona, como si fueran Karadagian y La Momia y no dos campeones del mundo en
defensa de sus títulos. El segundo principal de Soto, el argentino Miguel Díaz, ingresó
al cuadrilátero pidiendo a voz en cuello la descalificación de Hamed. Y el árbitro Dale
Grable no hizo lo que debió haber hecho: descalificar a Soto por invasión del ring de su
rincón. El entuerto terminó con el segundo descuento de puntos para Hamed, a quien en el
cuarto round ya se le había quitado otra unidad por reiterados clinchs. Pero la pelea,
que ya se había ensuciado por la tendencia de Hamed a amarrar cada vez que Soto achicaba
la distancia, no tenía futuro.De allí al final, siguieron trabándose, siguieron
anulándose y siguieron cayéndose uno encima del otro. En el final del 11º round, Soto
rodó por tercera vez sobre la lona, Hamed lo quiso levantar y terminó tumbado de
espaldas con Soto encima de él. Cinco minutos más tarde, los jurados consagraban ganador
a Hamed por 4, 5 y 8 puntos y más de 12.000 espectadores, muchos de ellos musulmanes
atraídos por el carisma del inglés, vaciaban sus pulmones abucheando a los culpables de
la peor pelea soportada en años.Volvió a decepcionar Hamed. De un tiempo a esta parte,
parece más preocupado en la puesta en escena de sus salidas al ring, en el marketing y en
su imagen que en boxear como se debe. Y no es que se le pida ortodoxia a quien ha hecho de
la heterodoxia, su estilo de pelea. Simplemente se le pide que pelee que continuidad, que
no haga poses, que no esté obsesionado por cómo dan en cámara sus monigotadas. Con la
velocidad de sus piernas para circular por el ring y con sus ascendentes de izquierda al
cuerpo o a la cabeza de Soto, le alcanzó para ganar su tercer título mundial en 33
peleas profesionales. Pero no para convencer. Aburrió Hamed. No es la primera vez que
pasa. Lo delicado es que pasa cada vez más seguido.
Dos preguntas a Hamed
Por D.G.Dos interrogantes
encierra el futuro inmediato de Naseem Hamed. El primero es de cortísimo plazo. ¿Vendrá
o no vendrá el miércoles a la inauguración de la convención que la Organización
Mundial de Boxeo realizará en Mar del Plata?. Los encargados del montaje de la
convención dicen que está confirmada la llegada del Príncipe y que participará de un
torneo de golf que se jugará entre el miércoles y el jueves en el Golf Club marplatense
y de varias conferencias de prensa. Pero con Hamed nunca se sabe. El viaje es demasiado
largo y más allá de su compromiso personal con el organismo y con su presidente, el
portorriqueño Francisco Valcarcel, conocer la Argentina no figura entre sus prioridades
más inmediatas. El segundo interrogante es más difícil aún de responder. Como el
Consejo Mundial no reconoce como entidad a la OMB, Hamed deberá optar entre el título
pluma del CMB que le ganó a Soto o la corona de la OMB, que ostenta desde hace cuatro
años. Y nadie sabe qué es lo que el Príncipe hará. Los campeonatos del CMB son, en
general, más prestigiosos que los de la OMB. Y permiten hacer mejores negocios. Pero,
dicen, Hamed sorprendería una vez más renunciando al cinturón del CMB y eligiendo el de
la OMB, no por dinero sino por una cuestión de lealtad hacia la entidad que le dio la
oportunidad de ganar el primero de sus tres títulos del mundo. |
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