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![]() Este simple cálculo permite afirmar que, pese a todo, (pese al machismo y al fascismo que aún impregnan a buena parte de la sociedad bonaerense), Graciela Fernández Meijide hizo una buena elección. A casi un 42 por ciento de los votantes no les importó que fuera mujer ni madre de un desaparecido y no se arredraron cuando Ruckauf con delectación inquisitorial la llamó atea, marxista y abortista. Este triunfo moral, desde luego, sirve para poco. El Frepaso perdió con ella a su ficha más importante y queda seriamente en peligro de convertirse en una fracción interna de la UCR, tal como lo planearon Menem y Ruckauf. Esto es así, en parte, por los propios vicios del Frepaso que, en lugar de hacerse cargo del conflicto social y extenderse orgánicamente por el territorio, apostó a las negociaciones superestructurales y la exposición mediática, hasta convertirse en una suerte de partido electrónico, de partido de Nintendo. Con Graciela en Buenos Aires, luchando desde su indudable coraje y honestidad, tal vez se podría haber corregido esa tara frepasista. A Ruckauf se le pueden decir muchas cosas, pero desgraciadamente hay que admitir que no es un negado para la política. Sus declaraciones a favor del gatillo fácil, sus insultos de baja estofa contra la candidata de la Alianza, actuaron a la inversa de lo que muchos erróneamente supusimos: lejos de ser un nuevo ataúd de Herminio, le permitieron seducir por igual a los habitantes de las villas y los countries. A los que temen ser asaltados y a los que están destinados a ser carne de cañón de las balas policiales. Es un dato a tener en cuenta. El fascista más peligroso es el fascista inteligente. Sobre todo si tiene posibilidades de ser presidenciable en el 2003. Tampoco parece haberlo afectado la masacre de Ramallo, ni las continuas revelaciones sobre una policía corrupta, a la que él, sin duda, se dedicará a cultivar con esmero, como soporte de una red que mantiene en pie el aparato de los intendentes. Una peligrosa red de control territorial (la mafia es eso) donde se articula política y delito y se crían las patotas que golpean (por ahora) a los h de pe del periodismo, como dijo ayer Eduardo Duhalde con sonrisa verdosa. Es preciso admitir que a un 55 por ciento de los bonaerenses (los votantes de Ruckauf y los del subcomisario Luis Patti) les importa tres belines que se masacren rehenes si con eso puede recuperar la sensación de seguridad perdida. No les molesta que se torture y se mate con tal de que no se les estropee el asado. Como no les preocupó antes que se llevaran a los desaparecidos, porque en algo andarían. La Santa Alianza ha ganado en la provincia de Buenos Aires y ese dato basta para relativizar aún más la modesta euforia que podría provocar el fin del menemismo. El triunfo de Fernando de la Rúa, al cabo, no es tampoco un truiunfo del progresismo. La Argentina sigue estacionada en elcentroderecha y la oportunidad histórica de reconstituir el bloque social y político que retome la tarea abandonada (hace mucho tiempo) por el peronismo parece aún lejana. La base social imprescindible para encarar el verdadero cambio, el que rompa el discurso único del FMI, permanece subyugada por el clientelismo conservador del PJ. Al menos en la decisiva provincia de Buenos Aires. Menem todavía puede hacerse ilusiones de regresar. Al cabo, él fue quien inició la Santa Alianza entre los sectores más humildes y los señorones de la UCeDé y no cabe duda que ayudó a pergeñar este golpe electoral del domingo que pegó, a la vez, sobre dos de los personajes que más detesta: Eduardo Duhalde y Graciela Fernández Meijide. [FrontPage Image Map Component] |