Por Diego Schurman Yo no fui candidato.
HHabía varias maneras de culpar a Eduardo Duhalde por la derrota del domingo. Carlos
Menem optó por la indirecta.
Yo no fui candidato repitió ayer el Presidente en la quinta de Olivos. Y para
no dejar lugar a las dudas completó la frase: Si hubiese sido candidato, hubiera
ganado la elección.
Menem despidió el domingo con una espina atravesada en la garganta. Antes de ir a la cama
escuchó cómo el derrotado candidato del PJ se desligaba de la paternidad del resultado.
Se prometió evitar cualquier tipo de pronunciamiento. Pero amaneció escuchando nuevas
declaraciones de Duhalde y mandó a organizar una conferencia de prensa.
No responsabilizo a nadie; no entro en el juego de las
imputaciones; no estoy enojado ni mucho menos; no me meto en el
barro, vuelo alto como las águilas, no quiero meter púa, fueron las
frases con las que, en el arranque, intentó tomar distancia de la interna del PJ. Pero la
rueda con los periodistas había sido organizada, justamente, para meterse de lleno en la
pelea. Y así lo demostró momentos después.
Algunos gobernadores me dijeron que la fórmula presidencial arrastró a muchas
candidaturas donde se pensaba triunfar, y se perdió, dijo al pasar, haciéndose el
distraído. Evitar la primera persona, en este caso, no fue más que una formalidad. La
frase, todos lo sabían, era de su autoría.
Si hasta puso de ejemplo a Santa Cruz, una de las primeras provincias que se alistó con
Duhalde de la mano del gobernador Néstor Kirchner. Miren a Kirchner, que hizo una
buena gestión y al final la fórmula del PJ ter-minó perdiendo, dijo el Presidente
encubriendo con un hala-go una pequeña revancha personal. Kirchner fue uno de los que el
domingo endilgó a Menem el 70 por ciento de la responsabilidad de la derrota
del justicialismo.
En privado, ante sus más fieles colaboradores, el Presidente ajustó la frase. Dijo,
socarrón, que si todas las elecciones de gobernadores se hubieran postergado para el
domingo, en vez de realizarse en forma escalonada como finalmente ocurrió, el PJ
estaría controlando sólo 3 provincias en vez de 15.
Durante la conferencia, Menem se mostró distendido, amable. Hasta se animó a
desautorizar al secretario de Prensa, Raúl Delgado, cuando éste solicitó a los
fotógrafos que finalizaran con las tomas. Quédense por ahí, muchachos, dijo
risueño.
Casi en el mismo tomo explicó por qué nada tuvo que ver con el resultado del domingo.
No se me permitió participar en los actos centrales. Hace cuatro meses que he
dejado de intervenir, recordó sobre una decisión de Duhalde de desplazarlo del
centro de escena.
La medida se originó por la manera de afrontar la campaña proselitista. Por entonces, el
gobernador bonaerense blandía un discurso antimodelo y reivindicaba la renegociación de
la deuda externa. Menem, en cambio, defendía su gestión y aseguraba por todos los medios
que había que cumplir con los compromisos internacionales asumidos.
Para mojarle la oreja a Duhalde, el Presidente precisó que las pocas veces que pudo
participar de la campaña del PJ fue para apuntalar la candidatura de José Manuel de la
Sota, Carlos Reutemann y Carlos Ruckauf. No fue casual. Se trata de los tres candidatos
que triunfaron en sus provincias y quienes se perfilan como sus competidores para el 2003.
El enojo matinal de Menem se fue atenuando con el correr de las horas, en especial
después de una partida de golf que compartió con el secretario general de la
Presidencia, Alberto Kohan. Aunque eso no evitó que ordenara a cada uno de sus
colaboradores que salieran a defenderse de las acusaciones de Duhalde. El ahora ex
candidato del PJ fue duro al referirse sobre aquellos hombres sometidos a la férula de
Menem. Si el Presidente sigue con algunos laderos, deberá ir pensando en hacer otra
cosa, dijo. En declaraciones radiales avanzó en su ataque, llegando a nombrar a
María Julia Alsogaray y Víctor Alderete.
Pero a esa altura ya comenzaba a recibir las primeras respuestas. Kohan, un adalid de la
causa menemista y a quien Duhalde tuvo entre ceja y ceja durante la campaña, apeló a un
discurso futbolero: Los que se tienen que preocupar por el entorno son los que
pierden, dijo, también desligándose del resultado. De paso, el secretario general
de la Presidencia se ufanaba del invicto de Menem, que ganó todas las elecciones en que
se presentó como candidato.
Mi amigo, Chacho Alvarez
Carlos Menem suele afirmar que la política es el arte de lo posible. Y además lo pone en
práctica. De lo contrario sería difícil entender por qué se regodeó ayer hablando del
amigo Alvarez y se negó a leer el resultado del domingo como un triunfo del
radicalismo y una derrota del Frepaso.
El Presidente tiene un encono especial con Carlos Chacho Alvarez, a quien hace
tiempo le inició un juicio por calumnias e injurias. El ahora vicepresidente electo fue
uno de los más duros críticos de su gestión y prácticamente habla de menemismo como
sinónimo de corrupción.
Aun así, Menem se mostró amable con su archienemigo y afirmó que surgió de Chacho la
posibilidad de un encuentro, para la próxima semana, con la fórmula presidencial electa.
Aunque, se apuró en aclarar que esto no significaba la antesala de ningún
pacto ni tampoco la posibilidad de una cogobernabilidad.
Al poner en plano de igualdad a la UCR y al Frepaso, Menem se hizo el distraído sobre su
estrategia para fagocitar al Frepaso, que como reveló Página/12 se basó en
el apuntalamiento de la candidatura de Carlos Ruckauf en desmedro de Graciela Fernández
Meijide. La derrota de la vieja, como denominan a Meijide en el menemismo,
dejó al Frepaso sin ninguna gobernación. |
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