Por Felipe Yapur Eduardo Duhalde está molesto,
enojado, pero fundamentalmente débil. La derrota electoral del domingo tiene muchas
consecuencias para su futuro, ninguna de ellas favorables. Como estrategia de
supervivencia se dedicó -por ahora a responsabilizar al presidente Carlos Menem por
el trágico resultado del 24 de octubre. Pero esto no es suficiente. Duhalde tiene un
problema más importante: necesita una estructura que lo respalde para continuar
políticamente vivo y sólo cuenta con el armado del PJ bonaerense. Esto no será fácil
porque para mantener la conducción de esa estructura requiere de la buena voluntad de
Carlos Ruckauf. Rucucu no es de su total confianza y por eso el bonaerense
está intentando armar una corriente nacional que aglutine a los gobernadores
antimenemistas que incluya a aquellos, como José Manuel de la Sota y Carlos Reutemann,
que tienen aspiraciones presidenciales y les molesta la insistencia de Menem en retornar
dentro de cuatro años.
Duhalde sólo cuenta en su haber con dos cargos partidarios que, para un político
derrotado, valen muy poco. El bonaerense mantiene la presidencia del PJ bonaerense y la
del Congreso nacional. A nivel provincial espera que los dirigentes zonales y los
intendentes mantengan la fidelidad y el encolumnamiento. Según sus hombres, el
ochenta por ciento de los intendentes responden incondicionalmente al Negro (por Duhalde)
y lo seguirán haciendo porque él en la provincia no perdió, se esperanzan
creyendo que con ello mantendrán a raya a Ruckauf, quien no se caracteriza justamente por
las cualidades que les adjudican a los delegados comunales. Los duhaldistas sostienen que
el gobernador electo no se podrá rebelar ante el ex candidato presidencial porque tiene
las cámaras legislativas en su contra y necesitará negociar cada paso que quiera dar.
Para ello debe contar con los intendentes y ahí está donde reside la fuerza de
Duhalde, insistió un operador de la casa de gobierno de La Plata.
El razonamiento de los duhaldistas históricos tiene algunos baches, algo que ellos mismos
reconocen a medias. Saben que un cargo partidario vale mucho menos que cualquier
ejecutivo, como el que asumirá Ruckauf el próximo 10 de diciembre. Ellos insisten en que
ambos se necesitan y que el verdadero enemigo es Menem porque apostó a perdedor, y
eso en el justicialismo se paga caro. Rucucu nos necesita porque no tiene
estructura en la provincia. Si quiere terminar bien su mandato y aspirar a ser un
presidenciable tiene que hacer una buena gestión, aquí es donde comienza a tallar
Duhalde, se envalentonó un operador duhaldista que se resiste a aceptar que el
desarrollo territorial de un gobernador está estrechamente relacionado con el apoyo
económico que pueda a brindarles a los intendentes, algo que ya no podrá ofrecer
Duhalde. Sus hombres todavía confían en la fidelidad de los peronistas bonaerenses.
En cuanto a su estrategia para no desaparecer de la escena nacional, Duhalde pretende
conformar una línea interna netamente antimenemista. Esta es la razón de sus fuertes
declaraciones contra del riojano, de quien dijo que la derrota del justicialismo se debe
al egoísmo del Presidente y a un ansia de poder enfermiza, que
quedó demostrada desde 1997 en las sucesivas embestidas por lograr la re-reelección.
Con esto, Duhalde pretende sueña en realidad convertirse en el hombre que
aglutine a los heridos que dejaron los comicios presidenciales y a los que ven peligrar
sus aspiraciones presidenciales para el 2003 con los planes menemistas. Por lo pronto ya
cuenta con la adhesión del gobernador saliente de Entre Ríos, Jorge Busti y, según sus
hombres, también con la del santacruceño Néstor Kirchner. En principio la idea es
que el bloque de diputados nacionales que respondían a la candidatura de Duhalde
continúe. Queremos incorporar también a los legisladores que responden al Gallego (por
De la Sota) y al Lole (Carlos Reutemann). De esta forma tendremos una porción importante
del bloque del PJ que nospermitirá negociar con la Alianza y frenar, sobre todo al
menemismo. Los duhaldistas juran que tanto De la Sota como Reutemann no desecharán
la idea y hasta aspiran a contar con el pampeano Rubén Marín. Curiosamente realizan el
mismo razonamiento que en parte niegan para Duhalde. Menem ya no será presidente,
no contará con el poder de hoy y por ello varios con los que estamos hablando aceptarán
nuestra propuesta, dice con poca convicción un operador bonaerense.
Alasino se pintó la cara Creemos que la presidencia provisional del Senado debe ser del bloque
que representa la mayoría. Y el PJ tiene la mayoría en las provincias. Antes de
asumir el nuevo gobierno, Augusto Alasino realizó ayer la primera declaración de guerra
a la Alianza, demostrando que el Congreso será uno de los principales frentes de
conflicto entre las dos fuerzas mayoritarias.
La arenga del presidente el bloque justicialista de la Cámara alta no fue sobre un tema
menor. El presidente provisional del Senado está en un lugar espectable en la línea de
sucesión presidencial. Hoy ese puesto lo ocupa Eduardo Menem.
Las palabras de Alasino fueron interpretadas en la Alianza como una demostración de
fuerza a la que el PJ se animó gracias a un resultado electoral que no depositó el poder
absoluto en ningún partido.
Aun así, no todos coincidieron en esa postura. En el entorno de Eduardo Bauzá y Eduardo
Menem sostenían que el cargo en disputa debería recaer en un hombre de la Alianza,
aunque como fruto del consenso.
Históricamente la presidencia provisional de la Cámara alta estuvo en manos de un
legislador del partido ganador en los comicios nacionales. Así sucedió cuando ganó
Raúl Alfonsín en el 83 y con los triunfos de Carlos Menem en el 89 y el
95. |
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