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OPOSICION AL PROYECTO DE RUCKAUF DE REARMAR LA BONAERENSE
El plan para la policía ya hace agua

Para reinstaurar a un policía al frente de la Bonaerense, el gobernador electo deberá reformar las leyes que desmembraron a la Maldita Policía. Pero la Alianza, con mayoría en la futura Legislatura provincial, advirtió que no permitirá un retroceso en la reforma. Las alternativas que estudia Ruckauf.

Reforma: Con su propuesta, Ruckauf generó un cortocircuito en la reunión de gabinete de Eduardo Duhalde. Soria defendió enfáticamente la reforma.

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Con un jefe de uniforme, el gobernador electo aspira a conformar un reclamo de la tropa policial.
Ruckauf planea instaurar un jefe de policía por cada municipio, nombrado por el gobernador.


Por Raúl Kollmann y Eduardo Videla

t.gif (862 bytes) La designación de un uniformado como jefe de policía en la provincia de Buenos Aires, caballito de batalla de Carlos Ruckauf durante la campaña electoral, podría naufragar antes de ponerse en marcha: el gobernador electo sólo podrá imponer esa iniciativa mediante la modificación de por lo menos tres leyes, misión casi imposible si se tiene en cuenta que la Alianza, con mayoría en ambas cámaras legislativas a partir del 10 de diciembre, se opone a esa idea. “Vamos a discutir todas las propuestas, pero no estamos dispuestos a retroceder en la reforma policial”, aseguró a Página/12 el senador Eduardo Sigal (Alianza), miembro de la Comisión Bicameral de Seguimiento de la Reforma Policial.
Cuarenta y ocho horas después de consagrarse como gobernador bonaerense, Carlos Ruckauf ratificó ayer su intención de designar a un policía en actividad al frente de la Bonaerense. También expuso su intención de nombrar a “un jefe de policía por cada municipio, que será elegido por el gobernador”.
Entre los pocos anuncios realizados ayer (ver nota aparte), Ruckauf no incluyó el nombre del futuro jefe de policía. “Lo daré a conocer después de que designe a mi secretario de Seguridad”, dijo. Para ese cargo ya suenan varios nombres en el entorno del gobernador electo: el senador provincial Horacio Román –un hombre de buenas vinculaciones con ex miembros de la ex Bonaerense– y el abogado Héctor Granillo Fernández. Por otro lado, el Ministerio de Justicia le sería ofrecido al cavallista Guillermo Francos. Según fuentes de Acción por la República, el cargo sólo sería aceptado si el área de seguridad sigue dentro de la órbita de esa cartera.
En tanto, para el cargo de jefe policial se mencionan los nombres de tres comisarios en actividad, dos de ellos vinculados con la investigación del crimen de José Luis Cabezas: Víctor Fogelman y Oscar Viglianco. El tercero es Carlos Nievas, jefe de la Departamental de Quilmes.
La designación de Román constituiría un nuevo mensaje hacia la vieja policía: el senador es el padrino político del ex juez Osvaldo Lorenzo, quien durante su fugaz paso por el Ministerio de Seguridad anudó un pacto con los hombres fuertes de la Maldita Policía.
La designación de un jefe policial implicaría una marcha atrás en la reforma impulsada por Luis Lugones y León Arslanian, que desmembró la vieja estructura piramidal en 18 unidades departamentales, como una forma de quebrar una poderosa organización mafiosa. Con su propuesta, Ruckauf generó ayer un cortocircuito en la reunión de gabinete de Eduardo Duhalde, en la que participó el actual ministro de Justicia y Seguridad, Carlos Soria, quien defendió enfáticamente la reforma, dando lugar a momentos de tensión.
La designación de un policía al frente de la Bonaerense fue el primer anuncio que hizo Ruckauf el domingo, minutos después de proclamarse vencedor. Fue uno de los caballitos de batalla de su campaña electoral, en la que propagandizó la “mano dura” y propuso “meter bala” a los delincuentes.
Pero para hacer efectiva esa medida, el futuro gobernador debe modificar al menos tres leyes: la 12.154, de Seguridad Pública; la 12.155, que es la Ley Orgánica de la Policía, y la 12.061, de Ministerio Público. Las normas forman parte del paquete con el que se implementó la reforma policial en la provincia de Buenos Aires.
“Si hay proyectos concretos, los vamos a analizar, pero no estamos dispuestos a volver a la estructura única, verticalista y piramidal de la policía”, aseguró Sigal, en rechazo a la propuesta del gobernador electo. Sin embargo, no descartó la posibilidad de que el futuro mandatario “haga ajustes operativos para jerarquizar el rol del director de Coordinación de la fuerza”, quien, de hecho, es hoy el hombre que ostenta el máximo cargo dentro de la policía. De acuerdo con la ley, el director de Coordinación Operativa es el encargado de sincronizar el trabajo de las 18 unidades departamentales en que se dividió la policía, y coordinar el área de Seguridad con la de Investigaciones, los cuerpos especiales como el Grupo Halcón y la policía científica. Ese cargo hoy está en manos del comisario mayor Luis Parravicini. Si bien tiene el rango más alto en la fuerza, mantiene un perfil bajo y su figura está opacada por la conducción política, a cargo del ministro.
La idea de Ruckauf, de no poder imponer un jefe de policía al viejo estilo, consistiría en fortalecer el rol de este director de Coordinación, para lo cual no necesita de una ley sino de una simple resolución de su secretario de Seguridad.
Ruckauf no avanzó demasiado en delinear su política de seguridad. Propuso fortalecer los foros de seguridad que funcionan en algunos distritos. E insistió con la designación de un jefe de policía local en cada municipio. En principio, la oposición aceptaría discutir esta idea. “Si presentan el proyecto con las modificaciones, lo vamos a discutir”, afirmó Sigal.

 

Dos visiones sobre una propuesta

“Es la vieja policía”

* Nora Cherñavsky. Integrante del Programa de Seguridad, Estructuras y Normativa del Instituto de Política Criminal y Seguridad bonaerense.
“Pretender nombrar a un jefe policial apunta a la unificación de la vieja policía, a darle todo el poder de que gozaba antes. La Ley Orgánica estableció la descentralización en 18 departamentales de seguridad, que coinciden con las jurisdicciones judiciales y en 18 delegaciones de investigaciones. Lo que se buscó fue que cada departamental tuviera autonomía pero con buena coordinación. Esto para evitar todo el poder que tenía antes un jefe de policía, porque no es lo mismo que haya 18 jefes departamentales que un superjefe burocratizado. En la propuesta de nombrar un jefe policial subyace la idea de volver a las cúpulas y a quebrar la participación ciudadana. El paradigma de las leyes de la Reforma fue darles más poder a las fuerzas locales, a través de los foros comunitarios a los que los comisarios tienen que rendir cuentas. Pero si se nombra un jefe central, como existía antes de la Reforma, lo que se hace es pasar por encima de las necesidades de seguridad de la comunidad. Desde la campaña de “hay que meter bala” se puede prever que la seguridad va a consistir en hechos espectaculares en los que la policía no va a cumplir su papel preventivo. Para Ruckauf todo el procedimiento de garantías de los derechos es largo y burocrático, y a él le interesa más la resolución rápida.”

“Debe ser un civil”

* Eduardo Hortel. Presidente de la Sala II de la Cámara de Casación Penal de la provincia de Buenos Aires.
“Carlos Ruckauf trata de volver a lo que era la policía anterior. Trata de unificar la fuerza. Está claro que la división en departamentales y la anulación de la figura del jefe policial propiciadas por la Reforma no modificaron nada. No hubo ningún cambio. En ese sentido, la Reforma no tuvo éxito y la policía siguió siendo la misma. Estoy de acuerdo en que se nombre un jefe de la policía. Lo que no me parece es que ese cargo sea ocupado por un miembro de la misma fuerza. Tiene que ser elegido entre los civiles, porque un policía tiene compromisos con sus compañeros de camada, mantiene amistades y eso es lo que origina después los malos manejos. El jefe tiene que ser un civil porque siempre se va a desempeñar mejor. De todas maneras, tengo la impresión de que cualquier cosa que haga Ruckauf va a ser mejor que lo que había, porque lo que había podía estar bien, pero era una teoría de gabinete y faltó aplicarla. En la práctica, ese plano teórico no se vio, y la policía siguió trabajando como siempre, y para colmo desanimada. Creo también que la falla estuvo en culpar al cargo, cuando el problema está en quién lo ocupe. Si se elige a alguien a quien se le tiene confianza, hay que darle todo el poder, no quitárselo. Y si se piensa en alguien sobre quien se tienen dudas, lo mejor es no nombrarlo.”

 

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