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RUSIA SUBIO SU APUESTA CONTRA LA CAPITAL CHECHENA
Grozny será mía, mía, mía

Desoyendo las amenazas de la Unión Europea, y mientras a la OTAN no le importa, Rusia decidió jugarse a fondo en Chechenia.

El presidente Boris Yelstin en plena cumbre regional.
Varias repúblicas rusas pidieron que negociara con Chechenia.

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t.gif (862 bytes)  Rusia lanzó ayer una ofensiva en toda la línea hacia Grozny, la capital de la república caucásica separatista de Chechenia, mayoritariamente islámica. El presidente checheno Aslan Masjadov afirmó que las tropas rusas avanzaban en nada menos que cuatro frentes. Más temprano ese mismo día, el Estado Mayor ruso había asegurado que planeaba “atacar Grozny en las próximas horas”, y luego reveló que una columna acorazada rusa había llegado hasta un suburbio de la ciudad. Masjadov hizo notar la repentina urgencia de Moscú por atacar, señalando que “algo les hace forzar la ofensiva”. Un factor podría haber sido la actitud cada día más amenazante de la Unión Europea (UE), que ayer reveló que estaba analizando imponer sanciones a Rusia por su invasión a Chechenia. Además, la artillería chechena bombardeó ayer un campamento ruso en la vecina república de Ingushetia, lo que alimenta el espectro de que la guerra de Chechenia se convierta una guerra caucásica. George Robertson, el flamante secretario general de la OTAN, aseguró ayer que Chechenia “no nos incumbe por el momento”.
Otro motivo para la escalada de la guerra sería el peligro de nuevos atentados terroristas contra centros urbanos rusos. El servicio secreto (FSB) informó ayer que encontró 450 kilos de explosivos ocultos cerca de la ciudad de Tambov, que hubiera sido el sitio de un nuevo atentado. El terrorismo es la principal justificación del gobierno ruso para su invasión, a la cual califica de “operativo antiterrorista”. Moscú culpa a los guerrilleros islámicos con base en la república por la ola de atentados del mes pasado en Rusia, que dejó casi 300 muertos. Y la presunta colaboración de los líderes políticos chechenos con el terrorismo es la excusa rusa para negarse a negociar con ellos.
El objetivo del “operativo antiterrorista”, sin embargo, parece ser idéntico al de la anterior guerra de Chechenia (1994-96): Grozny. En el conflicto ‘94-’96, la capital chechena adquirió gran valor simbólico luego de que resistiera todos los asaltos de las fuerzas rusas, que sufrieron severas bajas. Al inicio de la actual ofensiva, el gobierno checheno se ufanó de que los rusos serían repelidos tal como lo fueron la vez anterior. Pero, y esto fue admitido por oficiales chechenos, el ejército ruso parece haber aprendido las lecciones de 1994-96. El presidente Masjadov explicó ayer que las tropas rusas estaban evitando combatir en bosques o ciudades, y avanzaban a través de terreno abierto, precedidos por fuertes bombardeos. El plan ruso sería asediar la capital, ocupando el terreno elevado a su alrededor. En el marco de esta estrategia, uno de los avances iniciados ayer estaba dirigido, según Moscú, a cortar toda comunicación de Chechenia con Georgia al sur. Georgia, un país que ganó su independencia al desmembrarse la Unión Soviética en 1991, sería la principal ruta por la que se envían armas y voluntarios hacia Grozny. “La ratonera quedará completamente cerrada”, se regodeó el general ruso Gennady Troschev.
En cualquier caso, el tiempo apremia para Moscú. Las críticas desde la comunidad internacional por los efectos de la ofensiva en la población civil se vuelven cada vez más insistentes. El canciller italiano Lamberto Dini, quien ya había expresado su consternación por la situación de los refugiados chechenos, reveló ayer que Italia y la Unión Europea habían decidido el lunes la posible aplicación de “medidas restrictivas” contra el gobierno ruso. Durante la guerra de 1994-1996, la UE se había limitado a condenar las operaciones rusas. Por su parte, la secretaria de Estado norteamericana Madeleine Albright y su colega holandés Jozias van Aartsen emitieron ayer una declaración conjunta en la que afirmaban que “Rusia debe abrir un diálogo con interlocutores chechenos legítimos”. Albright hizo hincapié en que “Moscú tomó un paso importante en la dirección equivocada”.

 


 

RUSIA AMENAZA CON EL REARME NUCLEAR ANTE EE.UU.
Peligra el equilibrio del terror

El País de Madrid
Por Luis Matías López Desde Moscú

t.gif (862 bytes) Rusia amenaza estos días con el rearme nuclear si Estados Unidos sigue adelante con sus planes de revisar el tratado ABM, de antimisiles balísticos, suscrito en 1972 por las dos superpotencias. A las declaraciones de políticos y militares rusos que abundaban en que el ABM es innegociable, se suma ahora la del viceministro de Defensa, Mikolái Mijaílov. Este promete que, si el antiguo enemigo estratégico sigue en sus trece, se desplegarán más cabezas atómicas en los cohetes intercontinentales.
El subsecretario de Estado norteamericano, Strobe Talbott, tratará hoy en Moscú el asunto. Talbott también discutirá sobre el proceso de desarme en general con el viceministro de Exteriores ruso, Grigori Berdennikov, pero no le será fácil. Ya la semana pasada, terminó sin ningún avance otra ronda negociadora. EE.UU. intentará a toda costa llegar a un compromiso negociado, aunque el secretario de Defensa, William Cohen, ya ha dado a entender que el rechazo ruso –y/o chino– no supondría el abandono de la idea de desplegar el escudo antimisiles.
El presidente estadounidense, Bill Clinton, afirma que decidirá el próximo verano si pone o no en marcha el proyecto de un sistema de defensa contra eventuales ataques con cohetes procedentes, no ya de Rusia, sino de Estados potencialmente terroristas como Irán, Irak o Corea del Norte. Esta nueva versión de la “guerra de las galaxias” con la que soñó Ronald Reagan prevé el despliegue en Alaska, para el año 2005, de un complejo sistema de radar y de 100 interceptores de misiles. El plan se completaría cinco años más tarde con otra instalación similar en Dakota del Norte.
Este despliegue será imposible si se respeta el contenido del tratado ABM, con el que Richard Nixon y Leonid Breznev limitaron la capacidad de defensa ante ataques con misiles con una lógica tan aterradora como aplastante: que esos escudos sólo servirían para aumentar la sensación de invulnerabilidad y ceder a la tentación de atacar “con seguridad” al enemigo. El ABM es, probablemente, el mejor ejemplo de cómo puede funcionar el equilibrio del terror. La guerra fría queda ya muy lejos, pero Estados Unidos y Rusia no han dejado de considerar, siquiera teóricamente, la posibilidad de un enfrentamiento nuclear. El proceso de desarme, que tiene como eje conductor los tratados sobre limitación de arsenales estratégicos, ha avanzado sobre esa base.
El viceministro de Defensa Mijaílov va un punto más allá al recordar que el arsenal atómico ruso tiene la capacidad técnica necesaria para superar cualquier defensa antimisiles que pueda crearse. “Esta tecnología se utilizará si Estados Unidos nos obliga a ello”, remata. Rusia no piensa, al parecer, en desplegar otro sistema antimisiles, sino en una alternativa más barata: aumentar el número de cabezas nucleares operativas, y listas para utilizarse en misiles intercontinentales de una o varias cabezas.

 

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