OPINION
La pegatina de Cavallo
Por Nora Veiras |
Superado
el fuego de artificio de la campaña electoral, ganadores y perdedores empiezan a girar el
caleidoscopio de la política para influir en la definición del escenario deseado. Como
en el juego del tubito, el movimiento que cada uno hace determina la figura
que queda. Y en eso, todos disputan. Domingo Cavallo aprendió de Carlos Menem. Entró y
criticó a Eduardo Duhalde porque al final de la campaña dijo cosas inconvenientes. No
aclaró cuáles, pero sí reveló que él, en una hipotética segunda vuelta, le hubiera
dado su apoyo a Fernando de la Rúa. Hasta recordó que en el 82, asesoró al ahora
presidente electo cuando se enfrentó a Raúl Alfonsín en la interna radical y, por
entonces, cuando el país era un poco más progresista, perdió. Hizo caso omiso de su
acuerdo con Carlos Ruckauf en la provincia de Buenos Aires. No era necesario. Ahí ya
todos saben que apostó a ganador. A lo largo del almuerzo con Mirtha Legrand, el líder
de Acción Por la República explicó, didáctico, que la hiperinflación alfonsinista se
desató porque no le hicieron caso a él. Que, como acababa de demostrar, era un hombre
con olfato para ubicarse en el poder.El hombre que durante ocho años diseñó la
política económica de Carlos Menem sólo mostró un flanco débil. Dijo que su partido
quedó endeudado porque gastó en la campaña más de lo que había previsto. Cavallo hizo
mal las cuentas. Les pedimos a los empresarios dinero en cuotas, pero nos quedamos
cortos. Gastamos más, dijo el especialista en la eficiencia del gasto público.
Hasta ahí se podía pensar que para él el error de cálculo se debió a que el gasto
privado es otra cosa. Hay menos lugares a donde recurrir para cubrir los baches. Sin
embargo, el ex ministro es consecuente. A la hora de establecer prioridades de pago, optó
por dejar tranquilos a los grandes acreedores. Apeló a su conocida minuciosidad para
internarse en los vericuetos de las cifras, diseccionó ingresos y egresos y dejó para lo
último las deudas pendientes con los más chicos. Sólo nos resta pagarles a los
que hacen la pegatina de carteles, explicó, inmune a la metáfora de su modelo.
Desde que decidió que lo suyo es la acción por la república, Cavallo se diseñó un
caleidoscopio propio, donde hay piezas que no se mueven: sólo se puede jugar con las que
andan sueltas, desunidas, sin peso para influir en la figura final. |
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