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“ED TV”, UNA IRREGULAR COMEDIAPOPULAR DE RON HOWARD
Como Truman, pero de entrecasa


Por Martín Pérez

31b.gif (8227 bytes)   t.gif (862 bytes) Una erección matutina. Esa es la primera imagen de True TV, una señal de cable que lo único que hace es seguir, día y noche, la vida de una persona cualquiera. Claro que no específicamente cualquiera, sino la de un treintañero llamado Ed (interpretado por Matthew McConaughey), lo suficientemente inmune al ridículo como para llevar sin culpas una cerveza fría colgada del cuello, y lo suficientemente dejado de lado por la vida como para no atreverse a dejar pasar de largo esta última oportunidad de hacer algo con ella. Es por eso es que Ed despierta con dos cámaras dentro de su cuarto, y también por eso que deja de tocarse la entrepierna apenas recuerda que ellas están ahí. No sea cosa de dar una mala impresión. Suerte de versión popular de The Truman Show –de hecho, fue estrenada en Estados Unidos casi al mismo tiempo que el film de Jim Carrey–, Ed TV lleva la firma de Ron Howard, un artesano en esto de construir comedias populares marca Hollywood. A diferencia de la obra conceptual de Peter Weir, en Ed TV no hay cámaras ocultas ni un mundo cuidadosamente prefabricado para el protagonista, nada de eso. Dos cámaras enormes y onmipresentes –con su correspondiente microfonista– acompañan el devenir de Ed por su mundo de todos los días, que consta de su hogar, el de sus padres, el videoclub en el que trabaja y el bar por el que pasa antes de regresar a su casa. Es más, Ed no tiene ningún problema en revelar todo tipo de secretos de su vida privada, como –por ejemplo– el espejo cuidadosamente encajado en el cajón de la ropa sucia del baño que le permite ver televisión sentado en el “trono”. Sin embargo, la cosa cambia –obvio– cuando la televisión se mete en su vida. Y en la de su familia. Para empezar, una inesperada visita a la casa de su hermano (un machista tan insoportable como su protagonista, Woody Harrelson) revela públicamente un affaire que lo lleva a cortar con su novia. No sólo eso: la ex novia (interpretada por la encantadora Jenna Elfman, de la serie de cable “Dharma & Greg”) termina siendo besada por Ed. Y es aquí cuando la ridiculez a-la-Homero Simpson de Ed deviene en historia de amor, y cuando la inexplicable obsesión de los primeros espectadores de True TV comienza a ser compartida por otros. La vida de Ed se convierte en el comentario de todos, revolucionando su vida familiar y motivando desde encuestas en los diarios (“¿Debe salir con la novia de su hermano?”) hasta comentarios televisivos de personalidades como Michael Moore, Jay Leno o la genial travesti RuPaul.Obsesivamente graciosa y soez, pese a su cinismo con respecto de la televisión Ed TV aparece como un film que no sabe cómo –o simplemente no quiere– manejar tantas referencias. Un film que –tal como sucedería si existiese algo llamado True TV– funciona en tanto y en cuanto su desarrollo se olvida de las cámaras y se aferra a la historia de amor o a la historia familiar. Pero cuando se trata de reflejar a los medios metiéndose en la vida privada de ese Ed cualquiera, lo sorprendente es lo poco que Ed TV tiene para decir sobre el asunto. O lo mucho que puede decir sin decir nada. Al punto que bien se podría deducir que la vida deEd decididamente mejoró con la TV: encontró a la mujer de su vida, conoció a su padre (interpretado por Dennis Hooper) antes de que éste muriese y removió varios secretos familiares mejor que con cualquier psiquiatra. Incluso –en la que tal vez sea la mejor escena del film– su vida sexual llega a convocar multitudes en su apoyo en el lugar y la hora de la cita. Y todo –esto es lo mejor del asunto– sin dejar de hacerle publicidad a una popular gaseosa, tanto en la falsa serie ideada por Howard así como en la auténtica película que se les entrega a los espectadores; un film desparejo, que puede –de escena en escena– irritar por su ligereza y encantar por su humanidad, sin continuidad alguna. No hay nada de qué sorprenderse. Después de todo, así también es la televisión nuestra de cada día.

 

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