Por Martín Pérez
Una erección
matutina. Esa es la primera imagen de True TV, una señal de cable que lo único que hace
es seguir, día y noche, la vida de una persona cualquiera. Claro que no específicamente
cualquiera, sino la de un treintañero llamado Ed (interpretado por Matthew McConaughey),
lo suficientemente inmune al ridículo como para llevar sin culpas una cerveza fría
colgada del cuello, y lo suficientemente dejado de lado por la vida como para no atreverse
a dejar pasar de largo esta última oportunidad de hacer algo con ella. Es por eso es que
Ed despierta con dos cámaras dentro de su cuarto, y también por eso que deja de tocarse
la entrepierna apenas recuerda que ellas están ahí. No sea cosa de dar una mala
impresión. Suerte de versión popular de The Truman Show de hecho, fue estrenada en
Estados Unidos casi al mismo tiempo que el film de Jim Carrey, Ed TV lleva la firma
de Ron Howard, un artesano en esto de construir comedias populares marca Hollywood. A
diferencia de la obra conceptual de Peter Weir, en Ed TV no hay cámaras ocultas ni un
mundo cuidadosamente prefabricado para el protagonista, nada de eso. Dos cámaras enormes
y onmipresentes con su correspondiente microfonista acompañan el devenir de
Ed por su mundo de todos los días, que consta de su hogar, el de sus padres, el videoclub
en el que trabaja y el bar por el que pasa antes de regresar a su casa. Es más, Ed no
tiene ningún problema en revelar todo tipo de secretos de su vida privada, como por
ejemplo el espejo cuidadosamente encajado en el cajón de la ropa sucia del baño
que le permite ver televisión sentado en el trono. Sin embargo, la cosa
cambia obvio cuando la televisión se mete en su vida. Y en la de su familia.
Para empezar, una inesperada visita a la casa de su hermano (un machista tan insoportable
como su protagonista, Woody Harrelson) revela públicamente un affaire que lo lleva a
cortar con su novia. No sólo eso: la ex novia (interpretada por la encantadora Jenna
Elfman, de la serie de cable Dharma & Greg) termina siendo besada por Ed.
Y es aquí cuando la ridiculez a-la-Homero Simpson de Ed deviene en historia de amor, y
cuando la inexplicable obsesión de los primeros espectadores de True TV comienza a ser
compartida por otros. La vida de Ed se convierte en el comentario de todos, revolucionando
su vida familiar y motivando desde encuestas en los diarios (¿Debe salir con la
novia de su hermano?) hasta comentarios televisivos de personalidades como Michael
Moore, Jay Leno o la genial travesti RuPaul.Obsesivamente graciosa y soez, pese a su
cinismo con respecto de la televisión Ed TV aparece como un film que no sabe cómo
o simplemente no quiere manejar tantas referencias. Un film que tal como
sucedería si existiese algo llamado True TV funciona en tanto y en cuanto su
desarrollo se olvida de las cámaras y se aferra a la historia de amor o a la historia
familiar. Pero cuando se trata de reflejar a los medios metiéndose en la vida privada de
ese Ed cualquiera, lo sorprendente es lo poco que Ed TV tiene para decir sobre el asunto.
O lo mucho que puede decir sin decir nada. Al punto que bien se podría deducir que la
vida deEd decididamente mejoró con la TV: encontró a la mujer de su vida, conoció a su
padre (interpretado por Dennis Hooper) antes de que éste muriese y removió varios
secretos familiares mejor que con cualquier psiquiatra. Incluso en la que tal vez
sea la mejor escena del film su vida sexual llega a convocar multitudes en su apoyo
en el lugar y la hora de la cita. Y todo esto es lo mejor del asunto sin dejar
de hacerle publicidad a una popular gaseosa, tanto en la falsa serie ideada por Howard
así como en la auténtica película que se les entrega a los espectadores; un film
desparejo, que puede de escena en escena irritar por su ligereza y encantar
por su humanidad, sin continuidad alguna. No hay nada de qué sorprenderse. Después de
todo, así también es la televisión nuestra de cada día.
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