|
Por Martín Granovsky Fernando de la Rúa se recluyó desde anoche en su quinta de Villa Rosa para definir cómo darle un lugar al Frepaso, consolidar el perfil de Alianza para el nuevo gobierno y garantizar una política social con resultados a la vista que lo distinga rápidamente del menemismo. Ese es el trasfondo político que rodea a la noticia anticipada el martes en exclusiva por este diario: Graciela Fernández Meijide tiene grandes chances de convertirse en la nueva jefa de un gran ministerio social. La nueva estructura que terminará de diseñarse de aquí al martes incluirá las funciones actuales del Ministerio de Salud y Acción Social y sumará otras dos que ahora giran en la órbita de la Presidencia: Deportes y Desarrollo Social. Dirigentes del Frepaso quieren un superministerio que abarque también Turismo, e incluso se barajó ayer la posibilidad de que Cultura integre el área. Pero Página/12 pudo establecer que De la Rúa no quiere hablar de superministerio. Ni hablar, ni que lo sea. Salvo cambios de último momento, el Presidente electo se inclinaría finalmente por dejar Cultura y Turismo fuera del campo del nuevo ministerio. Si Graciela fuera la ungida, la idea de De la Rúa es que el área social cuente con un organigrama que evite una lucha de todos contra todos y ejecutores de su confianza. El primer lugar como número dos correspondería a Cecilia Felgueras, quien era número uno puesta hasta que apareció la variante de Graciela. Felgueras, que es secretaria de Promoción Social del gobierno porteño tras su paso por Cultura y Buenos Aires no duerme, podría volver a serlo si la ex candidata a gobernadora quedase nominada para otro puesto. A Salud podría ir Héctor Lombardo, actual secretario del área en la Capital Federal, afín a la Asociación de Médicos Municipales. De la Rúa confía en la capacidad de ejecución de Felgueras, dijo un funcionario con llegada al Presidente electo. Otro de los consultados por este diario reveló, a la vez, que De la Rúa está irritado con las declaraciones de Fernández Meijide sobre las cajas PAN, en Clarín de ayer. ¿Propone recrear el Plan Alimentario Nacional de la era alfonsinista?, le preguntaron. Sería algo así, pero mejorado, dijo Graciela. Por empezar, no planeamos un PAN dijo el funcionario consultado. Y por seguir, jamás aceptaríamos que se hable de PAN, una sigla que quedó desacreditada y suena a viejo, a segundo gobierno de Alfonsín. La preocupación de De la Rúa este fin de semana tendrá dos prioridades: u La primera, terminar de conversar a fondo con Alvarez, el principal impulsor de la propuesta Graciela Social. El Presidente electo podría evidenciar ante Alvarez cierto fastidio por las declaraciones públicas de su vice, que el mismo lunes posterior a las elecciones candidateó a Graciela para un cargo ejecutivo, pero es probable que cualquier molestia ceda ante la necesidad de preservar la excelente relación que ambos construyeron durante la campaña. u La segunda, cerrar el destino de Graciela y simultáneamente discutir un sistema de gestión que no permita pensar en un futuro de guerras internas como sucedió con el primer gabinete porteño de De la Rúa, cuando el jefe de gobierno debió terminar optando entre el uno y el dos de cada área para que la ciudad pudiera funcionar. A De la Rúa no le disgusta la idea de un cargo ejecutivo. Descartado de movida un destino diplomático para Graciela Fernández Meijide, que ella misma rechazaba, una alternativa era que quedara en la Cámara de Diputados con un cargo importante. Allí solo había en rigor, aún hay dos vacantes para una figura nacional. La primera, la presidencia de la cámara, un eslabón de la cadena sucesoria presidencial que ambicionan el radical bonaerense Federico Storani y el delarruista puro Rafael Pascual. La segunda, la jefatura del interbloque de diputados frepasista-radical, que hasta ahora parecía destinada a Darío Alessandro. Otra alternativa podría apuntar a un organismo en la esfera del gobierno nacional, sin dependencia cotidiana directa del Presidente. Ejemplo, la oficina especial anticorrupción que, tal como lo anticipó este diario, funcionará en reemplazo de la Oficina de Etica Pública. Cada uno discutirá el tema durante los próximos tres días fuera del Hotel Panamericano, el bunker que terminó cansándolos como si las elecciones hubieran sido el siglo pasado y no el último domingo. De la Rúa dará los toques finales a los organismos de gobierno en su quinta cercana a Pilar con un grupo de colaboradores. Hoy vuelve de los Estados Unidos Fernando de Santibáñes, amigo, consultor privilegiado, vecino de quinta y probable sucesor de Jorge Rodríguez en la jefatura de Gabinete. Sin duda será de la partida Nicolás Gallo, futuro ministro de Infraestructura o como se llame el área encargada de dar un poco de vida, con viviendas y obras públicas, al marchito recuerdo de John Maynard Keynes. Graciela se concentrará en una quinta del sur de Buenos Aires. Chacho en otra, cercana a Ezeiza. Tanto él como Graciela pueden cruzarse a Villa Rosa. También Felgueras puede ser llamada a Pilar. De la Rúa confía en algo más que en la disposición de su secretaria de Promoción para la función pública. Ella y Graciela tienen una excelente relación personal y se entienden bien, dijo un delarruista. Durante la campaña incluso discutieron sobre las propuesta sociales para la provincia de Buenos Aires. Si Graciela finalmente ocupa un puesto en el gabinete el Frepaso quedará con un área importante, que de otro modo quizás perdería, siempre teniendo en cuenta que José Luis Machinea fue primero economista de cabecera de Alvarez y recién después de De la Rúa. Un repaso de las últimas variantes indicaba anoche que en la ronda de precandidatos a ministro solo figuraba Alberto Flamarique, para Interior o para Trabajo. Ya fuera del Frepaso, esa misma revisión obligaba a adjudicar la mayor chance para Cancillería a Rodolfo Terragno, a menos que a último momento Adalberto Rodríguez Giavarini decline su resistencia a ocupar un ministerio en el primer gabinete.
De la Rua pide reformas al Codigo Penal Fernando
de la Rúa le pedirá al Congreso que la semana próxima trate los proyectos de ley que
proponen modificar el actual Código Penal y aplicar así penas más duras sobre algunos
delitos. Entre ellas que ya no sea excarcelable el robo a mano armada, tal como ocurre
ahora. El reclamo al Parlamento forma parte de las medidas que el presidente electo estuvo
estudiando durante la mañana de ayer para combatir la falta de seguridad, uno de los ejes
de su campaña. También convocará, apenas asuma, al Consejo de Seguridad para coordinar
las tareas de las fuerzas policiales, de Gendarmería y de Prefectura y anticiparse a uno
de los posibles flancos por el que podría llegar a ser atacado por la oposición a poco
de asumir su mandato. |