OPINION
El muerto quevos matáis
Por Eduardo Aliverti |
Nadie
tiene en cuenta a Eduardo Duhalde para la próxima disputa interna del peronismo. Es más:
la mayoría lo considera un muerto político. ¿Es tan así?Hay antecedentes e indicios
que llevan a pensar efectivamente en el ocaso de la figura del gobernador. Ningún
candidato presidencial derrotado volvió a tener injerencia en la cosa pública. Más
bien, terminaron de modo patético: Luder, Angeloz, Massaccesi. Y el PJ, en particular, es
una trituradora de vencidos. Además, Duhalde arrastró durante toda la campaña el escaso
favor del partido y no se supone que lo rediman justo después de la caída. En una
palabra, todo parece jugarle en contra y él mismo no se muestra dispuesto al menos
en público a corregir la tendencia. Habla de volver a su estudio jurídico y de
retomar las clases universitarias. Sin embargo, algunos datos obligan a ser más prudentes
en la consideración del horizonte duhaldista. Quedó como una víctima de Menem, por
empezar, aunque haya compartido el modelo encarnado por el Presidente durante ocho largos
años (nada menos que los funcionales, respecto de la arquitectura de injusticia social
que denunció durante los últimos dos). Y aun la propia oposición dice ahora que jugó
un papel decisivo en la trunca aspiración recontraeleccionista del menemismo,
salvaguardando la salud democrática.Un segundo aspecto nada menor es que discursivamente
Duhalde se estableció hacia la izquierda, lo cual puede operar hacia adentro y fuera de
su partido en dimensiones que hoy son difíciles de imaginar. Frente a un gobierno de la
Alianza que más temprano que tarde o viceversa no tardará en ser acusado de
traicionar el mandato de las urnas y someterse a los dictados de la usura internacional,
el gobernador bien puede aparecer con autoridad moral para reivindicar sus
pergaminos. Desde ya que nada de esto implica, necesariamente, poder encolumnar así como
así al resto de los pretendientes peronistas, cuya idiosincrasia pasa mucho antes por la
capacidad de destruir al rival que por menudencias ideológicas. Pero vale
registrarlo. Con el peronismo todo es posible aunque, ¿quién correrá por izquierda a la
defección aliancista? ¿Reutemann? ¿De la Sota? ¿Ruckauf? ¿¿Menem?? En todo caso
podrían jugar de eficientes administradores, que habrá sido el mismo modo utilizado por
De la Rúa -aunque éste agregó la honestidad personal pero cuando ese gancho ya
esté devaluado. En definitiva, el juego está abierto y tiene algunas fichas de esas que
conviene guardar para después. Porque si algo está claro después del domingo es que
nadie ganó ni perdió del todo. |
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