Principal RADAR NO Turismo Libros Futuro CASH Sátira


OPINION
Otro PAMI es posible

Por Dr. José Amorín *

El PAMI durante 20 años brindó sus prestaciones en forma creciente, tanto en cantidad como en calidad, sin experimentar problemas económicos que amenazaran su continuidad. En 1991 recaudó, a valores actuales, menos de 1700 millones de dólares. Actualmente recauda (entre aportes y contribución estatal) 2400 millones de dólares, brinda prestaciones de baja calidad, sufre permanentes cortes de servicios y tiene una deuda de aproximadamente 1000 millones. Entre 1991 y hoy, ¿qué pasó?
Nada más (nada menos) que la impronta menemista. El PAMI es el paradigma de la corrupción y de la ineficiencia de la última década: entre ambas se enajenaron, como mínimo, 600 millones anuales. Cabe preguntar: ¿cómo, en una institución que durante cuatro lustros tuvo estudios de costos estrictos, pudieron hacerlo?
Intermediaciones, ésa fue la clave. Servicios cuyo precio se conocía fueron reagrupados y, contractualmente, se asignaron en bloque a intermediarios improvisados que carecían de patrimonio real. El proceso se inició con Matilde Menéndez bajo la retórica del libre mercado y el supuesto de que la competencia mejoraría la calidad y bajaría los precios. Con Víctor Alderete, nacieron las gerenciadoras y las consultoras. Todo legal. Como legal fue anular los organismos internos de control, el sistema de información y estadística, la estructura orgánica, ahora innecesarias ya que de estas tareas se encargan los mismos intermediarios. Estructuralmente, de siete gerencias históricas se pasó a trece y a un número infinito de subgerencias superpuestas y vaciadas de funciones.
De esta manera, se hicieron posibles, entre otros, los siguientes “sobreprecios” anuales: trasplantes renales 15, hemodiálisis 50, sepelios 18, salud mental (la mediática Facap de las coimas filmadas por Ibarra) 40, prestaciones médicas 200, internación geriátrica 20, probienestar 60 y odontología 20. Millones, siempre millones. En sólo los rubros mencionados, 423 millones de pesos anuales. Es decir, 60 millones por encima del subsidio que por año aporta el Estado (360 millones) el cual, de reconstruirse el PAMI, podría derivarse, por ejemplo, a definir una línea de créditos blandos para generar y reconvertir pequeñas empresas.
Ahora la pregunta del millón: ¿otro PAMI es posible?... ¿Cómo? En principio con una gestión basada en tres sencillos valores: honestidad, eficiencia y participación.
Garantizar la honestidad implica establecer controles exhaustivos de Sigen, AGN e instituciones intermedias y ONGs del sector, rendición pública y periódica de cuentas, eliminación de los criterios clientelares en el otorgamiento de las prestaciones sociales, concursos abiertos para los cargos jerárquicos, validación de los costos contractuales por parte de entidades públicas no estatales, etc. Pero también implica investigar a fondo las sucesivas administraciones menemistas y llevar ante la Justicia a todos los involucrados en la comisión de ilícitos.

* Médico sanitarista. Frepaso.

 

PRINCIPAL