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El Dream Team de Gidon Kremer

Uno de los mejores violinistas del mundo sepresentará el lunes y el martes en Buenos Aires, acompañado por la Filarmónica de Oslo.

Gidon Kremer toca seguido con la argentina Martha Argerich.
En Buenos Aires tocará una obra del minimalista Philip Glass.

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Por Diego Fischerman

t.gif (862 bytes)  Algunos podrían hablar de Dream Team o de supergrupo. De lo que se trata es de una de las grandes orquestas del mundo, dirigida por uno de los conductores más importantes del momento y junto a uno de los solistas más preciados en el mundillo de la música clásica. El violinista Gidon Kremer, compañero habitual de Martha Argerich, Mischa Maisky o Nikolaus Harnoncourt, llegará nuevamente a Buenos Aires para actuar en la clausura del ciclo de este año del Mozarteum Argentino. Pero en los conciertos de los próximos lunes y martes no tocará música de cámara sino que actuará como solista con la Orquesta Filarmónica de Oslo, que dirige Mariss Jansons. La obra elegida es toda una declaración de principios: el Concierto para violín y orquesta de Philip Glass. Ejemplo del minimalismo, más reconocido por el mundo pop que por la academia, prolífico hasta la exageración, partenaire en numerosas ocasiones del director de teatro Bob Wilson y autor de una de las óperas ejemplares de la cultura estadounidense de los 70 y 80 (Einstein on the Beach), Glass es apenas uno más de los descubrimientos, redescubrimientos y operaciones de reinvención del repertorio que consumó Kremer a lo largo de su carrera. Nacido en Riga en 1947, este violinista alumno de David Oistrakh, que ganó el Premio Tchaikovski de Moscú antes de cumplir 20 años, tiene entre sus méritos no sólo haber grabado versiones de referencia de las piezas claves escritas para su instrumento (las Sonatas de Beethoven junto a Argerich, los Conciertos de Beethoven y Brahms con Harnoncourt como director) sino también haber puesto en primer plano a compositores hasta ese momento poco menos que desconocidos. Pocos intérpretes tuvieron tanto que ver como Kremer con la aparición de nombres como los de Alfred Schnittke, Sofia Gubaidulina o Arvo Pärt. O como los de sus dos últimas adquisiciones: Glass –casi un marginal para el medio de la música clásica– y Piazzolla. La versión de concierto y la posterior grabación europea de María de Buenos Aires (con Horacio Ferrer como relator y Jairo y Julia Zenko como cantantes), varios discos dedicados al repertorio popular de este autor y el paso desde la Kremerata hasta el grupo con el que grabó el último CD, llamado sintomáticamente Astor Quartet, marcan un camino en el que Kremer fue familiarizándose cada vez más con la música del marplatense y logrando progresivamente una manera propia –y fluida– de tocar sus composiciones.Pero Kremer no suele quedarse demasiado quieto. Su último disco en realidad son tres salidos casi simultáneamente: Las ocho estaciones, donde alterna las cuatro de Vivaldi con las cuatro de Piazzolla, otro con obras del compositor de Latvia Peteris Vasks (ambos para Teldec) y el tercero, para la serie 20/21 de Deutsche Grammophon, con la obra de Glass que tocará en esta ciudad la semana próxima junto a la Serenata de Leonard Bernstein y el Concierto de Ned Rorem.La Filarmónica de Oslo, que repetirá el Concierto de Glass y la obertura de la ópera I Vespri Siciliani de Giuseppe Verdi en ambos conciertos, completará el programa del próximo lunes, en el Teatro Gran Rex (el concierto estaba originariamente previsto en el Colón), con la Sinfonía Nº 1 de Johannes Brahms. El martes, en el Colón, Jannsons dirigirá la Sinfonía Nº 1 de Gustav Mahler.

 

 

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