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“Vemos continuidad, pero con un
estilo más serio y más tranquilo”

Elliot Abrams fue secretario para América latina del gobierno de Reagan y hoy preside un “think tank” especializado en el continente. Al contrario que su gobierno, espera “gestos simbólicos de independencia”, pero ninguna pelea seria con De la Rúa.

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Por M. F. C.

t.gif (862 bytes) Elliot Abrams, ex secretario para América latina de la administración Reagan y actual presidente del Centro para la Etica y la Política Pública, opina que los argentinos votaron por la continuidad, pero por una modalidad distinta del gobierno de Carlos Menem, “por un estilo serio, tranquilo y sobrio”. Pese a que la administración Clinton sostiene lo contrario (ver nota principal), Abrams coincidió con otros analistas de Washington en la presunción de que el gobierno delarruista tomará una cierta distancia en la relación con los Estados Unidos. Sobre la elección observó también: “Esta es la primera vez que un presidente peronista deja la presidencia pacíficamente. Es un gran paso adelante para la institucionalización de la democracia en la Argentina. Particularmente, si se compara con otras naciones de la región, como Venezuela y Perú, esta ordenada transición electoral, de un partido a otro, es digna de elogio”.
–¿Qué diferencias prevé en el nuevo gobierno?
–De la Rúa hará algún gesto para demostrar que su gobierno es distinto. Pero esta diferenciación no se hará en el ámbito económico. Las fuerzas del mercado no le permitirán introducir variaciones significativas. Intuyo, entonces, que la diferencia se marcará en política exterior. Pienso que De la Rúa no apoyará automáticamente a los Estados Unidos y que hará algunas declaraciones simbólicas, por ejemplo sobre Cuba, sólo para demostrar que hay una nueva presidencia.
–Que una de sus primeras declaraciones sea que no admitirá que el general Oviedo siga en la Argentina parece confirmar este parecer. –Sí, es llamativo... Como le digo, no pienso que tenga mucho espacio para jugar con la economía, pero cuenta, en cambio, con un mayor margen de maniobra en las relaciones internacionales.–¿En qué medida el nuevo gobierno queda afectado al haber perdido el bastión crucial de la provincia de Buenos Aires? –Es claro que queda debilitado. Otro aspecto importante es ver lo que hace Menem. El quiere volver a ser presidente. ¿Cómo se conducirá en estos años para ser elegido nuevamente? Ciertamente, conducirse en forma irresponsablemente obstructiva no es la respuesta. Deberá buscar un comportamiento que sea útil a sus fines, pero que no lo haga parecer un boicoteador ridículo. No hay duda de que todo esto dificultará el gobierno de De la Rúa. Al mismo tiempo, hay que pensar que también está (Domingo) Cavallo y que habrá alianzas en el futuro.–¿Cómo analiza la performance de Cavallo en la elección? –Es posible que los votantes de Cavallo sean gente que pensó que, si Menem se iba, era conveniente que el ex ministro siguiese presente argumentando a favor de una política económica muy conservadora. Pienso que habrá tentaciones a lo largo de los años que intenten desviar del camino estrecho de la virtud y que en esos casos será bueno que Cavallo esté a mano para dar su opinión. –Algo interesante es que la derecha que, tradicionalmente votaba con una parte de la izquierda en contra del peronismo populista, no lo hizo así en esta oportunidad.
–Ocurre que resulta difícil, actualmente, saber cuál es la derecha y cuál la izquierda. ¿El Frepaso es la izquierda? Si es así, no se lo puede considerar como una izquierda muy activa. Y con respecto de la derecha, también resulta complejo identificarla... Los militares están tranquilos y yo asumo, además, que la vieja derecha no votó por Cavallo. Pareciera que los votantes argentinos han empujado hacia el centro. Los porcentajes de cualquier extremo, tengo la impresión, han declinado, y los argentinos se sienten cómodos votando por los peronistas, por De la Rúa o Cavallo, pero lejos de cualquier postura extrema.
–¿Está de acuerdo con el análisis que hizo el The New York Times al señalar que en la Argentina se había votado por “continuidad pero con ética”?
–Sí. En primer término, hay que decir que no había otra alternativa que la continuidad. Quizá si elegían a Eduardo Duhalde hubiese significado menos continuidad en lo económico, pero representaba al mismo partido gobernante. Básicamente, hubo tres candidatos proponiendo sus propias versiones de continuidad. Lo que es muy destacable aquí es que, pese a que la situación no es muy buena y el desempleo supera el 14 por ciento, existe un consenso en que esta política económica se debe mantener. Ahora, en cuanto al estilo, pienso que Duhalde y Cavallo perdieron porque hay dudas sobre la corrupción en el caso del primero y por la personalidad beligerante del segundo. Creo que la gente votó por un estilo de gobierno, el que piensa que hará De la Rúa, que es más serio, tranquilo y sobrio.

 

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