Por Mónica Flores Correa
Desde Estados Unidos Para el Departamento de Estado norteamericano, el nuevo gobierno
argentino no tomará distancia de Washington en materia de política exterior. Consultada
por Página/12, una alta fuente de ese Departamento, que maneja las relaciones exteriores
del país, se apresuró a rebatir la alternativa, que fue anunciada profusamente por los
argentinólogos de la superpotencia. Tenemos una relación muy cercana,
detalló el funcionario. En realidad, es una de las relaciones más cercanas que
tenemos con cualquier país, y no esperamos que haya cambios. Por qué no
podría esperarse algo distinto?Porque la relación funciona.¿Para quién?
Para los dos. Esa es la base de la mayoría de la relaciones. Cuando las dos partes
se benefician, quiere decir que la relación funciona y por eso continúa.No es ésta la
impresión, sin embargo, de la mayoría de los expertos. No habrá cambios drásticos,
dicen, pero aún si la Argentina y Estados Unidos continúan siendo una pareja bien
avenida, la Argentina se tomará cierto espacio con gestos y declaraciones, aunque sean
fundamentalmente simbólicos, para dejar sentada su individualidad. Quizá no haya
un alineamiento con las decisiones y deseos de Washington como hubo con Menem, pero esto
no es necesariamente algo malo, opinó Ian Vázquez, del conservador y
libreempresista Cato Institute, un influyente think tank de Washington.
De hecho, el gobierno de EE.UU. toma muchas decisiones malas por cuenta propia. Pero
no creo que se revierta ni la política exterior en forma drástica ni la política
económica. Ahora bien, la era de aceptar ciegamente lo que decía Washington, como hacía
Menem, está superada, como también está superada la época de las nacionalizaciones y
del proteccionismo.Mark Falcoff del American Enterprise Institute, quien también
pronosticó, antes de las elecciones, para Página/12 que la era del alineamiento
automático había concluido, prefirió en esta oportunidad poner el acento en otra de sus
profecías que se había cumplido con bastante aproximación. A ninguno de nosotros
nos sorprendió que De la Rúa ganase. Y el margen de 10 por ciento entre los dos no
estuvo alejado de lo que preveíamos, dijo el especialista, quien a pocos días de
la elección había estimado que la diferencia entre los dos partidos sería de unos siete
puntos.Falcoff opinó que si bien Graciela Fernández Meijide no ganó, el Frepaso
hizo una elección suficientemente buena como para ayudar a la victoria de De la Rúa.
Quizás, y enfatizo el quizá, De la Rúa hubiese ganado de todas maneras si iba solo,
pero supongo que hubiese habido ballottage.Con respecto al triunfo de Carlos
Ruckauf, indicó que siempre he considerado que es uno de los políticos peronistas
más atractivos. Es posible que en la provincia muchos peronistas hayan querido algún
tipo de cambio, pero como son muy peronistas también es posible que hayan cortado boleta,
como abiertamente estaban diciendo en los días previos y como los alentó Duhalde a
hacer. El apoyo del establishment al peronismo no lo sorprende, porque Menem
introdujo las reformas económicas que ellos han estado pidiendo por más de cuarenta
años. La derecha tiene todavía una agenda política y al carecer de un candidato que la
lleve a cabo dentro del justicialismo, algo que ciertamente Duhalde no iba a hacer, se
inclinaron por Cavallo como representante de sus ideas.Para Falcoff, el juego
que está haciendo Cavallo es obvio: si De la Rúa no satisface, en vez de volver al
peronismo la gente posiblemente busque algo nuevo. El representaría esta alternativa. Y
si se piensa en lapolítica argentina en su totalidad, uno podría llegar a la conclusión
de que si un político vive bastante en la Argentina, es posible que en algún momento se
le dé una gran oportunidad. ¡De la Rúa puede decirlo por propia experiencia!,
subrayó con una carcajada.Falcoff también consideró que la buena votación que logró
Cavallo quiere decir dos cosas: en primer lugar, que la gente desea que el país sea
manejado en forma seria. Y también es posible que ese 10 por ciento que lo votó esté
constituido por gente a la que no le gustan los políticos y que prefiere que el país sea
manejado por técnicos. Pese a que la Argentina se verá en una situación política
inédita con una coalición en el poder, el analista señaló que esto no le parece motivo
de inquietud. Se pronosticó muchas veces que la Alianza se rompería y llegaron muy
lejos, después de todo.Queda por verse, sin embargo, si Carlos Menem y Raúl
Alfonsín jugarán el rol que ellos creen que van a jugar. En el caso de
Menem,no sé qué opinarán de él los peronistas, ya que ayudó a que perdieran la
Casa Rosada. Resulta claro que es uno de los autores de la derrota, como dijo Duhalde,
aunque también creo que Duhalde se suicidó. No sé qué pasará con Menem,
particularmente cuando hay gente en el partido como Ruckauf, De la Sota o Reutemann, que
son posibilidades presidenciales muy atractivas y que gobiernan provincias muy
grandes.Ian Vázquez, que es director del Proyecto de Economía Global Libre en el
influyente think tank conservador Cato Institute, consideró que el
desempleo será el principal desafío del gobierno electo. Según Vázquez, el
desempleo es el legado del pasado peronista. La Argentina tiene uno de los costos
laborales más altos en el hemisferio. Esto se debe a las rígidas leyes laborales que
necesitan ser liberalizadas, dijo. Para Vázquez, De la Rúa necesita aclarar
bien que la desocupación no es el resultado de las reformas económicas de libremercado,
sino de lo contrario, de la falta de liberalización en el mercado. Y también debería
decir que es exactamente esta liberalización lo que se necesita para encarar el problema
del desempleo.Aunque reconoce la dificultad de que haya una inmediata decisión
política que se pronuncie por este tipo de medida, Vázquez recuerda que nadie
esperaba que Menem hiciese las reformas que hizo. La fuerza determinante de la
introducción de las reformas de libremercado en la década del noventa fue la crisis
económica. Lo que puede determinar los cambios futuros es si las cosas van mal en la
Argentina. No creo que la situación en Brasil mejore sino todo lo contrario, y esto
generará una crisis aún mayor que tendrá un impacto en la Argentina. Esa eventualidad
podría provocar que se realicen más reformas, para un lado o para otro, observó.
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