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LA IZQUIERDA OBTENDRA MAS VOTOS, PERO IRA A BALLOTTAGE
Hasta la segunda vuelta, siempre

En las elecciones presidenciales de hoy, el Frente Amplio estaría a la cabeza. Aquí,un especialista en votos explica los motivos.

Un partidario del Frente Amplio saluda en uno de los muchos puestos que seguían repartiendo boletas.Según la encuestadora Factum, Tabaré puede llegar a tener el 40 por ciento de los votos en primera vuelta.

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Página/12 en Uruguay
Por Pablo Rodríguez Desde Montevideo

t.gif (862 bytes) Oscar (pronúnciese "óscar") Botinelli se ha convertido en un referente obligado esta semana. Director de la encuestadora Factum, que junto con Interconsult, Equipos Mori y Cifra conforman las empresas de sondeos más importantes del Uruguay, Botinelli ajusta todos los detalles para las encuestas en boca de urna que se realizarán hoy, mientras sigue hablando de los números que todos los periodistas le piden en los últimos días. "Tabaré Vázquez (candidato del Frente Amplio) puede llegar a tener al 40 por ciento y hacerse fuerte para 'el balotaje' (como se escribe en el Uruguay)", estima Botinelli, "y si llega a sacarle diez puntos de ventaja a Jorge Batlle (candidato colorado), más aún". Botinelli también habló de las razones del crecimiento de la izquierda en un contexto económico y social "muy distinto del de la Argentina".

--¿Cuál es el último sondeo que tiene?

--La última encuesta dio 36,5 por ciento para Tabaré Vázquez, 26,9 por ciento para Batlle y 22,5 para Luis Lacalle (candidato del Partido Nacional o Blanco). Si se toma en cuenta a los indecisos y a los que, a pesar de haberse supuestamente decidido, guardan dudas, Vázquez podría tener entre el 38 y el 40 por ciento; Batlle se ubicaría entre el 30 y el 32 por ciento y Lacalle en torno del 25 por ciento. Es importante la diferencia entre Vázquez y Batlle: no es lo mismo ganar por seis puntos que por diez, de cara a la segunda vuelta.

--Si Vázquez saca el 40 por ciento, ¿gana en la segunda vuelta?

--No. Creo que queda mejor posicionado, nada más.

--¿Qué harán los blancos en el ballottage?

--Depende, primero, de si hay un acuerdo formal entre el Partido Colorado y el Partido Nacional. Si lo hay, el Partido Nacional va a hacer una campaña muy firme porque, en definitiva, si gana Batlle en noviembre los blancos serían parte del gobierno. Ahora bien, dentro de este escenario hay que plantearse otros interrogantes. Primero: qué grado de lealtad partidaria mostrarán los votantes blancos, sobre todo teniendo en cuenta que estarán votando a su archienemigo colorado y en particular a alguien llamado Batlle, símbolo de los colorados. Segundo, hay que ver qué hace el sector minoritario del Partido Nacional, el de la Alianza Nacional, que puede ser reacio a la decisión oficial. Y tercero, hay que ver cuál será la actitud de los caudillos menores. Pero si no llega a haber un acuerdo entre blancos y colorados, habrá una caza libre de votos, y el resultado es más imprevisible. Como para agregar aún más dudas, no sabemos cómo va a reaccionar el electorado ante una instancia nueva aquí como la del ballottage.

--¿Por qué la izquierda creció tanto en los últimos años en el Uruguay?

--Quizá la mejor explicación sea que los partidos tradicionales no han podido sintonizar con las nuevas generaciones. Los partidos y las nuevas generaciones tienen distintas visiones acerca de la realidad del país y de la forma de hacer política. Una segunda explicación tiene que ver con que el Uruguay, como prácticamente todo el mundo occidental, impulsó el esquema de apertura de la economía y de reforma del Estado. En el Uruguay, esta reforma fue extraordinariamente tímida si se la compara con la de la Argentina. Pero la apertura de la economía generó el crecimiento de la tasa de desocupación: del 7 por ciento histórico pasó al 10 por ciento. Esto generó una fenomenal incertidumbre sobre el trabajo, mucho más importante que la desocupación efectiva.

--Es decir, que la apertura y la reforma del Estado fueron negativas.

--En el Uruguay, el Estado es eficiente. No es corrupto y genera la adhesión de la gente. Aquí ser estatista es algo positivo. Tomemos, por ejemplo, las empresas de telefonía celular. Existe una privada y una del Estado. Y la del Estado tiene el 60 por ciento del mercado, en un marco de competencia irrestricta. En seguros de automotores la compañía estatal tiene el 80 por ciento del mercado. El Banco República tiene el 60 por ciento de los depósitos. La gente elige el Estado.

--¿Y esto cómo influye en el crecimiento de la izquierda?

--El Frente Amplio se está ubicando en el imaginario que antes ocupaban los partidos tradicionales, que ahora se ubican del lado de la apertura y la reforma del Estado. La izquierda defiende al Estado. Además, el Uruguay es un país muy nostálgico: considera que lo mejor que le puede pasar en el futuro es volver al pasado. El Frente Amplio sintonizó con esto.

--Bueno, el candidato colorado, Jorge Batlle, también volvió al pasado, al referirse al "marxismo" de los integrantes de la izquierda.

--No. Batlle jamás tomó ese camino. La campaña de la que usted habla fue encabezada por el sector del presidente Sanguinetti. La propaganda oficial de Batlle no jugó por el lado del antimarxismo. Y, en definitiva, esta propaganda benefició al Frente.

--Sin embargo, Batlle dijo "nosotros somos liberales y ellos son marxistas".

--Es cierto, en Buenos Aires trató de seguir esta línea. Pero no sólo no funcionó sino que se le volvió en contra. Creo que la línea más eficaz de ataque contra Vázquez era la de mostrarlo como una persona poco preparada para el gobierno y con asesores contradictorios.

 


 

HISTORIAS DE AMOR, DE LOCURA Y DE MUERTE PARTIDARIA
Crónica de una campaña agitada

Página/12en el Uruguay
Por Alejandro Sosa Dias Desde Montevideo

t.gif (862 bytes) El Plan de Emergencia del Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA), las duras e inmediatas críticas que generó las polémicas de Jorge Batlle, los elogios a la estabilidad económica, los reclamos de Luis Alberto Lacalle por un debate entre los presidenciables y los diversos guiños para seducir a Rafael Michelini fueron algunas de las peripecias que signaron el camino que lleva a las elecciones. Hoy, cuando esta historia alcanzará una conclusión provisoria, es conveniente repasarla. El primer tramo de la campaña tuvo como protagonista al Plan de Emergencia del EP-FA. Colorados y blancos respondieron que el Plan propuesto nunca costaría 300 millones de dólares como aseguraba el EP-FA, sino más del doble y que hundiría al Uruguay en la inestabilidad y la inflación. Tabaré se ejercitó entonces en la moderación, que supo balancear con declaraciones más izquierdistas cómo “un gobierno progresista conmoverá hasta las raíces más profundas del Uruguay”.El candidato colorado, Jorge Battle, comenzó debatiendo con la izquierda el Plan de Emergencia, y prefirió evitar un choque violento con el EP-FA. En ese momento, el presidente Julio María Sanguinetti intervino en un programa de tevé y, citando a François Furet y a otros historiadores acerca de las masacres organizadas por el comunismo, puso en duda la vocación democrática del Frente. Fue una intervención claramente personal, y quizá demasiado involucrada en la interna partidaria, que cambió los ejes de discusión del candidato partidario y que probablemente haya sido un salvavidas de plomo.Luis Alberto Lacalle, candidato del Partido Nacional, centró la primera parte de la campaña en la competencia directa con los colorados, diciendo que había que comparar gestiones. Al colocarse Tabaré Vázquez en primera posición en la intención de voto, Lacalle cambió el acento de su discurso, e incluyó en sus críticas a la izquierda. Reclamó, de forma parecida a Domingo Cavallo en la Argentina, un debate entre los tres candidatos, desestimado por Batlle y Vázquez. Alrededor de setiembre, Tabaré Vázquez empezó a recorrer el interior del país. Sostuvo muchas reuniones con cámaras empresarias, militares y policías y no dudó en desmentir la ambigüedad de las respuestas de sus asesores acerca de los temas como la deuda externa y la posibilidad de una devaluación. Así, hizo frente a las críticas que blancos y colorados le lanzaban sobre aquello que visualizaba como su lado más débil: la falta de credibilidad de sus propuestas económicas. Jorge Batlle, por su parte, contraatacó con una serie de propuestas polémicas, características de su modo de hacer política. Algunas de ellas fueron: que el Uruguay negocie directamente con el Nafta, una alianza más estrecha con la Argentina para contrapesar la influencia determinante del Brasil en la región, la generalización del IVA para rebajarlo al 18 por ciento, etc. A fines de setiembre, hizo su declaración menos oportuna: en un encuentro de empresarios planteó que el sistema de ajustes de las pasividades debía ser revisado. Blancos y frenteamplistas aprovecharon para difundir que los colorados pretendían despojar a los jubilados de sus derechos. La respuesta final de Vázquez fue la que dominó su acto de cierre: un perfil moderado combinado con señales de otro tipo. Declaró que no gobernaría esperando que los organismos de crédito internacionales lo aplaudieran “por hacer bien los deberes”. Todo para enfatizar, finalmente, el carácter pacifista de su fuerza política.

 

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