Por Chico Buarque

Durante mi visita al Uruguay en este mes de octubre, tomé conocimiento de la carta abierta a usted dirigida por el gran poeta argentino, Juan Gelman. Como tantos otros brasileños, soy un admirador de Juan Gelman. Cuando lo conocí en su exilio, hacía poco tiempo que había perdido a su hijo, asesinado a sangre fría por las fuerzas de la represión argentina. Su nuera, como le ha sido a usted informado, fue secuestrada en la misma época estando embarazada. Entregada inmediatamente a los militares uruguayos, se la trasladó a una prisión de Montevideo y dio a luz a una criatura en dependencias del Ejército.Brutalidades semejantes son una vergüenza común en la historia reciente de nuestros tres países. Y es sabido que, en el Uruguay, usted fue un adversario de la dictadura y tuvo un papel destacado en la restauración democrática. Por eso me parece absurda la idea de que hoy, en la presidencia de su país, ignorara usted la demanda de Juan Gelman, o se desinteresara del único alivio posible al sufrimiento (irremediable) de un padre. Insisto en imaginar que, gracias al empeño personal del Presidente de la República del Uruguay, Juan Gelman podría conocer el destino de su nuera y, finalmente, tener noticias del hijo o hija de su hijo muerto. Y que a ese o esa joven, hoy de 23 años, tal vez le fuera dado el derecho a conocer a un abuelo poeta.

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