Por P. R.
Desde Montevideo
Después de dos
días de viento, lluvia y frío, Montevideo amaneció para votar con un sol que, aunque no
pleno, por lo menos permitía que algunas personas se solazaran en las playas de Pocitos,
Malvín o Carrasco. Mientras en las escuelas y los colegios principales sedes de
votación se formaban colas a lo largo de la mañana y la tarde, la avenida 18 de
Julio y la Rambla que recorre las distintas playas sobre el Río de la Plata se llenaron
de coches blandiendo banderas de los partidos y formando una música permanente a base de
bocinazos. Más allá de las apelaciones tradicionales a la jornada de
votación, hay que decir que no sólo transcurrió con normalidad, para
seguir con los lugares comunes. Ayer, desde las 8 de la mañana hasta bien entrada la
noche y más allá, Montevideo fue una fiesta.
La capital uruguaya permitía tener varias formas de medir lo que después
iban a cantar las encuestas a boca de urna y, en menor medida, el escrutinio que se hace
lento. Debido a una suerte de compulsión montevideana por las banderas en las
ventanillas de los autos, en los balcones de los edificios y en las espaldas de los más
jóvenes en forma de capa, se podría inventar el banderómetro. De
acuerdo con el banderómetro, la avenida 18 de Julio es completamente del Encuentro
Progresista-Frente Amplio (EP-FA). Los colores azul, rojo y blanco del FA y el azul con el
logo del EP dominaban la vía principal de Montevideo casi con exclusividad.
Hacia la Ciudad Vieja, pasando el Parque Independencia, los adherentes disminuían en la
misma proporción en que aumentaban los turistas, sobre todo brasileños. Pero la
izquierda, incluso cerca de la sede central del Partido Nacional, seguía dominando la
escena. Desplazándose hacia el sureste, en las acomodadas zonas de Parque Rodó, Pocitos
y Malvín en ese orden, el rojo empezaba a competir. Las banderas con la
escueta, pero definitoria leyenda de Batlle Presidente se hacían notar, pero
no alcanzaban a dar vuelta los resultados parciales del banderómetro. Muy detrás, con
algunas tímidas insinuaciones centradas en los postes de luz, aparecía el blanco
salpicado de azul que representa al Partido Nacional. Casi sin ninguna presencia,
aparecía la rosa con fondo azul del Nuevo Espacio del actual senador Rafael Michelini.
Otra forma de medición puede ser el clima en las sedes partidarias. La del Partido
Nacional, ubicado sobre una prácticamente desierta Plaza Matriz, era un objeto de
curiosidad para turistas, pero casi no había signos de bullicio electoral. Sobre las
primeras horas de la tarde, la sede del Nuevo Espacio se daba el lujo de competir en
movimiento con la del Partido Colorado, pero sin duda la del Encuentro Progresista-Frente
Amplio superaba a todas por varios cuerpos. Anunciando efervescencia, las personas que
entraban y salían debían traspasar un vallado que rodeaba a todo el local partidario
sobre la vereda.
Una tercera forma de medición, sin duda más azarosa, fue la hora de votación de cada
uno de los candidatos. Tabaré Vázquez fue el primero, a las ocho de la mañana; Jorge
Batlle recién se asomó a las urnas a las 12, en equilibrio con el candidato de su
tradicional partido opositor, el blanco Luis Lacalle; Rafael Michelini lo hizo en la mitad
de la tarde. Según los promedios de las tres mediciones, y recordando siempre que se
trata de una muestra parcial circunscripta al sin dudas frenteamplista Montevideo,
parecía claro que se iba a imponer la izquierda. Y que lo iba a seguir Batlle. Pero
Michelini, peligrosamente cerca de Lacalle, no confirmaría de ningún modo su avance al
nivel de votos.
Más allá de las muestras, lo que quizás más llame la atención es el clima de
convivencia. De acuerdo con esta modalidad de los montevideanos de convertirse en
publicistas a toda hora, un coche del Frente Amplio se ubicaba frente a la sede blanca;
otro coche del Partido Nacional estabaestacionado en la entrada del Partido Colorado;
frente a la sede de la izquierda, otro auto rezaba Batlle presidente. Donde
había un solo color frenteamplista, más precisamente tupamaro, era en la feria de cinco
cuadras de la calle Tristán Narvaja.
Si gana Tabaré, yo me voy del país, dice malhumorado un comerciante frente a
su heladería. Ojalá cambie todo, reclama, a cinco metros de este hombre, una
mujer elegante, sentada en un restaurante que da a la playa de Pocitos, que confiesa con
alegría su voto a Tabaré. Van a tardar en dar los resultados porque están cagados
(los colorados), vaticina un joven antes de subirse a su Fiat Palio. Todos opinan
abiertamente mientras abarrotan los bares y restaurantes en la extensa Rambla y en la 18
de Julio. Los festejos se dieron a la noche. Pero la fiesta se había amasado durante todo
el día.
Habrá segunda vuelta
El candidato colorado a la presidencia del Uruguay, Jorge Batlle, esperó hasta el
mediodía para depositar su voto y demostrar su confianza en que finalmente será el
próximo presidente del Uruguay. Lo único que tenemos que hacer es votar. Hoy no es
día para hacer declaraciones. El que debe hablar es el pueblo en las urnas, pero siempre
estuve seguro de que habrá segunda vuelta y que estaremos en ella, sentenció.
Batlle llegó hasta el colegio San Francisco de Sales, en el acomododado barrio
montevideano de El Prado, acompañado por decenas de seguidores que aplaudían, gritaban
su nombre y se esforzaban por abrazarlo. Pero él pidió que no convirtieran su presencia
en un acto político y exigió a los que llevaban banderas del partido que se retiraran
del colegio. Y aunque insistió incontables veces en que no era día para hablar de
política, aprovechó la presencia de los periodistas que cubrían la elección para
denunciar que en la noche del sábado militantes de la izquierda cometieron
atentados en contra de varios automóviles que tenían banderas y calcomanías
del Partido Colorado. |
Las urnas van a hablar
El ex presidente por el Partido Nacional (Blanco), Luis Alberto Lacalle,
votó en una parroquia de Pocitos, una de las zonas más elegantes de Montevideo. Desde
que llegó hasta que se retiró no se cansó de pedir a todos los uruguayos que el
voto se ejerza con tolerancia y respeto por las ideas ajenas, ni de resaltar la
importancia del acto electoral. En la calle de la parroquia, y ante varios partidarios
entusiastas, Lacalle rindió un pequeño homenaje a los hombres que lucharon por la
democracia durante la dictadura militar uruguaya y aseguró que ahora las
urnas van a hablar y tenemos que respetar el mandato. No habló de la eventual
alianza que su partido cerraría con los colorados. En cambio, por enésima vez reiteró
que más allá de las preferencias políticas personales, deseo para mi patria la
paz y la prosperidad que debemos basar en el respeto, el sufragio, y la legitimidad del
sufragio. Y antes de retirarse a su residencia se acercó a sus seguidores y a los
periodistas que lo rodeaban para despedirse al fervoroso grito de: ¡Viva la
patria!. |
Fue una día ejemplar
Salió primero en las elecciones y fue el primero en votar. Acompañado
por decenas de seguidores, el candidato a presidente de Uruguay por la izquierda, Tabaré
Vázquez, llegó a la escuela del barrio de Belvedere, en Montevideo, pocos minutos
después de las ocho de la mañana. Allí, ante los periodistas que también lo siguieron,
reiteró afinidades con la Alianza triunfadora en la Argentina. Creo que tenemos
muchas coincidencias en las propuestas programáticas, que son muy similares en cuanto al
punto de vista productivo, la justicia social y el reparto de la riqueza, explicó.
Antes de retirarse a las afueras de la capital para esperar los resultados, Tabaré se
refirió a las elecciones como una jornada cívica ejemplar, y no pudo ocultar
su esperanza de ganar en la primera vuelta al adelantar que a la tarde se reuniría en una
zona céntrica de la ciudad con sus seguidores por si hay algo que celebrar.
Pero ellos ya habían comenzado los festejos en la madrugada del domingo electoral, cuando
invadieron las calles de Montevideo con banderas y bocinazos. |
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