Página/12
en Uruguay
Por Pablo Rodríguez
Desde Montevideo
"Estamos
viviendo una revolución cautelosa." Con este cuasi oxímoron, aludiendo a los
cambios que se produjeron en la Argentina y ayer en su propio país, Tabaré Vázquez
recibió a la prensa y al triunfo histórico que ganó la izquierda en las elecciones
presidenciales y legislativas en Uruguay. Según los cómputos oficiales de la Corte
Electoral, con casi la totalidad de los votos escrutados, la coalición de izquierda
Encuentro Progresista-Frente Amplio (EP-FA) trepó hasta el 39 por ciento de los votos.
Jorge Batlle, del Partido Colorado, obtuvo el 31,7 por ciento de los sufragios. Esto
significa que la izquierda se convirtió en la primera fuerza parlamentaria uruguaya. Pero
también implica que, al no haber obtenido el 50 por ciento de los votos, deberá ir a una
segunda vuelta con el colorado Batlle el próximo 28 de noviembre. En las elecciones votó
el 92 por ciento del padrón, "el porcentaje más alto del mundo", se jactó la
Corte Electoral.
En la peor elección de su vida política,
el candidato del Partido Nacional (Blanco), Luis Alberto Lacalle, sacó el 21,5 por ciento
de los sufragios. A pesar de esto, los blancos pueden ser la llave de un triunfo colorado
para el 28. El actual gabinete es una coalición blanquicolorada y todo parece indicar que
la Dirección Nacional de los blancos decidirá en los próximos dos días apoyar a
Batlle, un apellido que recuerda al archienemigo centenario del Partido Blanco. En cuanto
a Nuevo Espacio, el partido del reelecto senador Rafael Michelini (que obtuvo el 4,36 por
ciento), se estima que se inclinará por la izquierda.
Las aritméticas cierran para los partidos tradicionales y no para la
izquierda. Blancos más colorados sumarían el 52 por ciento de los votos para la segunda
vuelta, y la izquierda --con el apoyo de Nuevo Espacio-- arañaría el 43 por ciento. Sin
embargo, como repiten en Uruguay políticos, analistas y periodistas, las aritméticas no
sirven en estos casos. Principalmente porque en oportunidades anteriores, como en los
plebiscitos sobre la privatización de las principales empresas públicas, los votantes no
respetaron las decisiones partidarias. Muchos opinan que la instancia del ballottage, casi
plebiscitaria y nueva de este lado del Río de la Plata, favorece la independencia
respecto de las cúpulas partidarias.
"La izquierda desarrollará una política económica absolutamente
gradualista", dijo ayer Tabaré en su conferencia de prensa, y ofreció un ejemplo:
remarcó que el impuesto a la renta de las personas físicas, proyectado en su plan
económico, "recién se podrá implementar en el 2003, ya que hay que buscar el
consenso necesario para esta medida". También anunció que los especialistas del
EP-FA en la materia viajarán tanto a los países del Mercosur como a los de la Unión
Europea, el Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial. En particular, un equipo
formado por el senador Alberto Couriel y los economistas Carlos Viera y Bernardo
Kreimerman dirigirá sus esfuerzos a los países del Mercosur y Chile. "En esta
materia de políticas económicas y sociales vinculadas con las económicas, como pueden
ser las de empleo, resulta muy importante que todo el mundo tenga una versión de primera
mano y, al mismo tiempo, pulsar en estos centros el sentimiento hacia un casi seguro
gobierno de la izquierda en Uruguay", aclararía después, en una entrevista a Radio
El Mundo, el economista Walter Cancela, uno de los destacados al FMI.
Vázquez también habló del silencio del presidente Julio María
Sanguinetti sobre el destino del nieto o nieta de Juan Gelman. Aclaró que un gobierno de
la izquierda respetará la Ley de Caducidad de la Pretensión Punitiva del Estado,
plebiscitada en 1989 por los uruguayos (llamada Ley de Impunidad por sus adversarios),
pero que hará cumplir el artículo 4, en el cual se especifica que "el Poder
Ejecutivo debe aportar la información a los familiares de los desaparecidos".
Y luego de más de dos horas, salió del Hotel Plaza Fuerte en un ambiente muy distinto
del de la noche del domingo. El gris del cielo y el desierto de las calles de la Ciudad
Vieja --dado que ayer fue feriado por el Día de los Muertos-- provocaban una sensación
de tranquilidad abrupta luego de los festejos. Ahora comienza una nueva campaña, muchas
reuniones y tantas dudas como expectativas. La izquierda ganó, pero la ley que exige el
50 por ciento para gobernar la obligará a ratificar su triunfo en la segunda vuelta
dentro de cuatro semanas. Los colorados perdieron, pero parecen seguros de la victoria
final. En Montevideo, al menos, el Frente venció la barrera simbólica con un 50,1 por
ciento de los votos.
QUE OPINAN LOS POLITICOS
ARGENTINOS SOBRE URUGUAY
Desde la orilla de enfrente
Después del triunfo de Fernando de la Rúa el 24 de octubre pasado, la Argentina miró
las elecciones presidenciales y parlamentarias del domingo en Uruguay con una atención
extra. La posibilidad de un triunfo de la izquierda en el país vecino alienta la
expectativa de varios políticos consultados por Página/12 ante lo que consideran el
posible surgimiento de una región "rojo-rosa", o por lo menos "rosa",
que llegaría para poner un límite al neoliberalismo. En contra de ese pronóstico,
quienes fueron candidatos de la izquierda a la presidencia de Argentina en las últimas
elecciones coinciden en mirar con sospecha un eventual gobierno del Frente
Amplio-Encuentro Progresista. Para ellos, la izquierda uruguaya no es izquierda.
"El triunfo de la coalición de izquierda es una gran
satisfacción porque representa un crecimiento para la democracia uruguaya. Por eso,
esperemos que haya madurez en la segunda vuelta y que los uruguayos apoyen a Tabaré
Vázquez", celebró el diputado aliancista Juan Pablo Cafiero ante la consulta de
este diario. En la misma sintonía fue la opinión de Eduardo Jozami, legislador porteño
por la Alianza. "Es una tremenda alegría por lo que representa el Frente Amplio en
Uruguay y América latina. Para el Frepaso sería muy importante el triunfo del Frente
Amplio porque fortalecería una perspectiva de cambio y se articularía una propuesta
progresista para toda la región, con el PT en Brasil, la Alianza acá, la Concertación
con Lagos en Chile y el Frente Amplio en Uruguay", explicó.
Los dos hombres del justicialismo que dialogaron con Página/12
coincidieron en expectativas y entusiasmo con los dirigentes aliancistas. Dante Gullo,
tradicional dirigente del PJ porteño, aseguró que "los compañeros del Frente
Amplio mantienen la coherencia desde 1971. Tabaré Vázquez demostró su capacidad para
ser eficiente sin olvidarse de sus orígenes y hoy tiene grandes posibilidades de gobernar
Uruguay. De este lado de la orilla, tenemos que barajar y dar de nuevo. Los frentistas
uruguayos, en cambio, pueden jugar sus mejores cartas y ganar". Uno de los mayores
elogios salió de la boca de Julio Bárbaro, ex secretario de Cultura del presidente
Carlos Menem. "La izquierda uruguaya ha dado un ejemplo de que se puede tener
vigencia manteniendo la identidad. Esto es ejemplar para los argentinos, donde el voto
progresista siempre queda entrampado en el peronismo o en el radicalismo. El Frente Amplio
y el Frepaso son semejantes, pero los uruguayos construyeron su identidad al margen de las
alianzas. Además lograron doblegar la resistencia de una sociedad tradicional a lo
nuevo", analiza Bárbaro.
Patricia Walsh, candidata a presidente por la Izquierda Unida,
considera que "el discurso neoliberal está empezando a retroceder en toda América
latina y el bipartidismo tradicional ha sido derrotado por una esperanza de cambio y
justicia social". Lía Méndez, que se presentó a las elecciones por el Partido
Humanista, se mostró más cautelosa. "Es muy importante que la izquierda avance en
Latinoamérica, pero hay que ver qué posición tomará respecto del FMI. Si sigue las
recetas del FMI, seguirá habiendo hambre y pobreza. Pero si un eventual gobierno de
izquierda se planta frente al FMI, el Partido Humanista apoyaría su gestión",
adelantó a Página/12.
En la vereda de enfrente se colocaron los otros ex candidatos
presidenciales de la izquierda argentina. Jorge Altamira, del Partido Obrero, criticó
duramente que "Tabaré Vázquez se reivindica marxista, pero no creo que lo sea. La
vieja aspiración del pueblo uruguayo de ver a la izquierda en el poder ha terminado en
una farsa. Tabaré Vázquez tiene el apoyo de The Economist, o sea del imperialismo, que
dice que es una buena figura de recambio". El delegado obrero José Montes, ex
candidato del Partido de los Trabajadores por el Socialismo (PTS), coincidió en ese
diagnóstico. "El programa de gobierno de Tabaré Vázquez dice que buscará
garantizar la rentabilidad empresarial. Por eso saludó el reciente triunfo del
centroderechista De la Rúa. Lamentablemente, las justas aspiraciones de los trabajadores
uruguayos serán defraudadas porque la cooperación entre el trabajo y el capital que
plantea el Frente Amplio no puede ser considerado un proyecto de izquierda",
sentenció. |
EL POLITOLOGO JAVIER GALLARDO
"Una maniobra para frenar a la izquierda"
Por P. R.
Desde Montevideo
"Uruguay dio un giro
histórico. Pero será difícil para la izquierda ganar en el ballottage", opina
Javier Gallardo, politólogo e investigador del Instituto de Ciencia Política de la
Universidad de la República, el equivalente de la UBA en Uruguay. Gallardo considera que,
si aún rigiera la Ley de Lemas en Uruguay, el candidato de Encuentro Progresista-Frente
Amplio, Tabaré Vázquez, ya sería el nuevo presidente del país. La izquierda logró la
mayoría parlamentaria en ambas cámaras (40 diputados y 12 senadores) pero enfrenta,
según Gallardo, varios obstáculos para quedarse con el Poder Ejecutivo: el muy probable
acuerdo entre blancos y colorados y "cierta imagen del Partido Colorado de que es el
partido de gobierno en Uruguay". De todas maneras, el politólogo considera que el
EPFA podrá lograr votos "poniendo una cuña entre los blancos, que están
divididos", y que la parada "es difícil pero no imposible".
--¿Qué significa la votación de ayer en Uruguay?
--Se trata de un giro histórico de la política uruguaya. Los partidos
tradicionales ceden el primer lugar a una fuerza no tradicional. En los últimos años, la
izquierda vino mordiendo votos blancos y colorados y así llegó ahora a convertirse en la
primera fuerza. Es más: si se hubiera mantenido el régimen constitucional anterior a
1996, en el que por la Ley de Lemas resultaba ganador el candidato más votado en una
única ronda de elecciones, Vázquez sería hoy el nuevo presidente de Uruguay.
--Esa reforma, entonces, lo perjudicó a Vázquez.
--Sí, por supuesto. Los blancos y los colorados la aprobaron en nombre
de la gobernabilidad, pero en realidad fue una maniobra para frenar a la izquierda, porque
la obliga a ampliar su respaldo cuando simultáneamente se forma un bloque de poder
blanquicolorado.
--La izquierda uruguaya tuvo un crecimiento propio, pero ¿cuánto
influye el triunfo de De la Rúa en Argentina?
--Es muy difícil parangonar los procesos. A la salida de las
dictaduras, las izquierdas tuvieron que optar entre ganar protagonismo en el espacio
democrático o quedar en el marco de la izquierda testimonial. Y el contexto en Brasil,
Chile, Argentina y Uruguay fue muy distinto. En Chile pasó a ser gobierno, en Brasil se
formó una izquierda joven, en Argentina quedó en buena parte en lo testimonial y aquí
siguió ganando protagonismo hasta hoy.
--Esto en cuanto a la izquierda. Pero ¿qué pasa en el contexto actual
respecto del cambio en Argentina y en Uruguay?
--Si elegí hablar del tema de la izquierda, es porque precisamente en
Uruguay el Frente Amplio siempre mantuvo un perfil de oposición y de alternativa, algo
que es difícil afirmar de Argentina, y menos de un Frepaso unido a la Unión Cívica
Radical. En Argentina, la Alianza se opone al menemismo pero no al modelo. La izquierda
uruguaya quiere recuperar el Uruguay batllista, el que fundó Luis Batlle y Ordóñez a
principios de siglo. Quiere recuperar el Uruguay socialdemócrata.
--¿Qué va a ser el Frente Amplio de aquí en más?
--Va a tratar de mostrarse como un reaseguro para todos. Ahora van a
hablar de la continuidad a pesar de su voluntad de cambio. Pero el objetivo, sin dudas, no
es hacer simples retoques: quieren cambiar el esquema neoliberal dominante.
--¿Y en cuanto a la cantidad de votos que deberá captar la izquierda
de los blancos?
--Sabemos muy poco lo que va a pasar. Por un lado, está la dirigencia
partidaria, que probablemente ceda los votos a los colorados. Por el otro, existe una
fracción disidente de esta conducción, la de la Alianza Nacional. Y en este contexto, no
hay que olvidar que la experiencia del gobierno de coalición ha sido muy traumática para
los blancos. El Partido Nacional ha sido envuelto por el Colorado y los blancos terminaron
"coloradizándose". Y además, no es seguro que los caudillos intermedios del
interior del país apoyen a la dirigencia. Estos factores, más algunos acuerdos en
cuestiones económicas concretas entre la izquierda y los nacionalistas, pueden hacer que
muchos blancos quieran cambiar la pisada. El Frente Amplio se juega todo a meter una cuña
entre los blancos.
--¿Y el Nuevo Espacio?
--El Nuevo Espacio ha dado un giro hacia el liberalismo. Para nosotros,
que estamos investigando el tema, los votantes del Nuevo Espacio se van a repartir mitad y
mitad entre Vázquez y Batlle.
--¿Puede la izquierda captar votos colorados?
--No. Buena parte del crecimiento del Frente Amplio obedece a haber
captado votos del batllismo. La izquierda ya consiguió a todos los colorados que podían
obtener. Quienes anteayer votaron por Batlle lo van a hacer nuevamente el 28 de noviembre.
--Con este panorama, según usted la izquierda festejó pero terminará
derrotada.
--El Frente Amplio ya consiguió un resultado histórico. Será la primera fuerza del
Parlamento. Es cierto que, en momentos tan "plebiscitarios" como éste, también
pesan cuestiones como la imagen que siempre tuvo el Partido Colorado de "partido de
gobierno". Pero los uruguayos ya han demostrado que no son previsibles. Esta
situación es nueva y el crecimiento de la izquierda, si lo sabe aprovechar, puede dar una
sorpresa. Es difícil. Pero no imposible.
UNA ENTREVISTA CON SENDIC JR.
La voz tupamara
Por P.R.
Desde Montevideo
"No queremos ser una
izquierda testimonial. Queremos resolverle los problemas a la gente". La frase
pragmática proviene de la fuerza más tradicionalmente radical de las que conforman el
Encuentro Progresista-Frente Amplio: el MPP y el Movimiento 26 de Marzo. Más
concretamente, de un Sendic, Raúl, hijo del legendario líder tupamaro. Raúl Sendic fue
electo diputado en las elecciones de ayer en la misma lista del Pepe Mujica, otro líder
tupamaro, ganó una banca en el Senado. Sendic hijo dialogó con Página/12 sobre el
triunfo de la izquierda y sobre las condiciones de una izquierda que se reivindica
revolucionaria en un contexto de moderación como el del Frente Amplio hacia el ballottage
del 28 de noviembre.
--¿Cuál es tu impresión de estas elecciones?
--Esta elección evidenció que Uruguay necesita un cambio urgente. A
partir de ahora, el mapa político del país cambió para siempre y quedamos con buenas
posibilidades para disputar la presidencia el 28 de noviembre.
--¿Y en cuanto a tu lista, la 609?
--Hicimos una muy buena elección. Creemos que mucha gente se
identificó con la propuesta liderada por el Pepe Mujica. Yo también sentí un afecto muy
especial de parte de todo el país cuando lo recorrí, y también sentí el respeto que se
siente por mi viejo. Es el respeto al hecho de que una generación joven retome los
principios del viejo Sendic. La gente sabe que llevamos a Sendic en la mochila.
--¿Qué es lo que reivindican de Sendic y qué es lo que pueden
reivindicar dentro del Encuentro Progresista?
--Reivindicamos la lucha del viejo Sendic para su tiempo. Hoy estamos
haciendo lo que nos parece adecuado para esta época: participar de un movimiento
democrático de izquierda progresista con un profundo programa de transformación del
país. El Encuentro Progresista tiene un programa: nosotros somos radicales, y quizás en
nuestro fuero más íntimo quisiéramos ir más lejos en cuanto a lo radical del cambio.
Pero el programa de la coalición es lo que estamos presentando como fuerza y a ese
programa vamos a apoyar. No queremos ser una izquierda testimonial; queremos resolverle
los problemas a la gente.
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