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Por Diego Fischerman Mariano Etkin es uno de los compositores más importantes de la Argentina. Docente desde hace años en la Facultad de Bellas Artes de La Plata, su figura es como la de una especie de Gran Lama de la composición: ineludible, influyente, pero casi secreto. Que el Teatro San Martín organice por tercer año consecutivo un ciclo dedicado a la música del siglo que está por terminarse, en el marco de la realidad cultural argentina, es casi una hazaña. Y que en ese ciclo, además de incluirse estrenos especialmente encargados a creadores de este país, una de las fechas esté dedicada a una retrospectiva de uno de los artistas fundamentales de las últimas décadas, es todo un acontecimiento. "El primer problema tiene que ver con lo que podría llamarse el mercado. Lo que sucede es que ese mercado no existe", dice Etkin a Página/12. "No hay una circulación de productos y no hay una demanda para que esos productos sean ofertados, salvo en cenáculos absolutamente restringidos. En ese sentido, está claro que la posición de la música es de una debilidad mucho mayor que, por ejemplo, las artes plásticas. Porque en la música no hay mercancía." Uno de los signos de la falta de lugar para la música de este siglo lo da, para Etkin, que se acabe de editar el primer CD de la historia con obras de Juan Carlos Paz, "un CD con versiones fragmentarias, que no son las mejores que podían conseguirse y con una circulación absolutamente limitada, aun cuando el disco fue promovido por gente que supuestamente defiende a Paz y hace de él una bandera. Paz ha sido, más allá de posibles discusiones sobre su música, quien introdujo la modernidad en la Argentina. Entonces, ¿qué pasa en este país con el canon? Que directamente no hay un canon. Los compositores hacen tocar y grabar sus obras cuando se presentan posibilidades. Y eso es todo. No hay registro histórico. No hay interés. Brasil o Venezuela, sin ir más lejos, aun con una tradición cultural menos fuerte, demuestran una preocupación por sí mismos que nosotros no tenemos. Acá estamos huérfanos. Lo que hacemos los compositores se parece mucho a la astrofísica. Si se le pregunta a un investigador en ese campo qué difusión tienen sus proyectos, su percepción debe ser muy similar a la que tenemos los que componemos música". En relación con la creación, Etkin parte del reconocimiento de la excepcional diversidad actual y de que, a diferencia de otras épocas, no parece haber una estética dominante. "Cada compositor tiene sus propias preguntas y sus propias respuestas. Para mí, lo instrumental es un eje fundamental. Me interesa restringir campos y me importa la idea del tiempo musical como un tiempo distinto del que transcurre fuera de la obra."
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