Los 1500 alumnos de Trabajo Social (UBA) ayudan a
asistir a casi diez mil personas en hospitales, escuelas y otros organismos. |
Por Marina Caporale "Siento una mezcla de alegría y angustia. Me gusta trabajar con la gente. Pero la realidad es muy dura, hay problemas muy grosos." El que habla es Gastón Arroyuelo, alumno de Trabajo Social en la Facultad de Ciencias Sociales (UBA), y se refiere a la asistencia que brindan los 1500 estudiantes de esa disciplina en hospitales, escuelas, parroquias y organismos no gubernamentales. "Cada año, la carrera coopera asistiendo a una población de entre seis y diez mil personas", explica a Página/12 Carlos Eroles, director de la carrera, convencido de que "el servicio comunitario es un deber de todos los niveles de la educación". Durante cuatro de los cinco años que dura Trabajo Social, los alumnos realizan prácticas en 40 instituciones de la Capital y el Gran Buenos Aires. "Cada estudiante puede elegir la problemática con la que quiere trabajar. Puede optar por temas que van desde la infancia, la salud y la violencia familiar, hasta cuestiones judiciales", detalla Eroles. "Vengo al hospital cuatro horas por semana y entrevisto a las chicas que están por tener bebés o ya los tuvieron", cuenta Gabriela Curotto (25 años, de cuarto año), que está haciendo una práctica en el Consultorio de embarazadas adolescentes del Hospital Pirovano. "Acompañamos a las chicas y a sus familias durante el embarazo y los primeros meses del bebé. Tratamos de que no dejen su red social por el embarazo", explica. "Ojo, nosotras no practicamos con la gente --aclara su compañera Teresita Reboa, de 23--. Nos supervisan constantemente. Además, antes de empezar, tuvimos que investigar sobre la problemática que íbamos a trabajar." Desde la creación de la carrera en 1941, los estudiantes realizan prácticas no rentadas en distintos organismos. "Hoy tenemos convenios con cerca de cuarenta instituciones, como el Consejo Nacional del Menor y la Familia, el Centro Nacional de Rehabilitación, la Secretaría de Salud del gobierno porteño, los Centros de Gestión y Participación de la ciudad, veinte ONGs, y diez municipios del Gran Buenos Aires", enumera Eroles. Además de brindar un servicio a la comunidad, el objetivo del Taller de práctica preprofesional --la materia que concentra las actividades comunitarias-- es que los alumnos se aproximen tempranamente al oficio de un trabajador social. "Es muy interesante que desde tan temprano podamos solucionar problemas concretos. Ahora me estoy dedicando a la tuberculosis y la desnutrición", dice Gastón (de 24), que desde hace tres años colabora en un centro de salud de José León Suárez. Para Sofía Garavaglia (de 22), las prácticas ayudan a definir los temas que más le interesan a cada uno: "Este año, estoy entrevistando a los pacientes que quieren hacerse el estudio de HIV. Acompaño el tratamiento médico y trato de brindarles contención. La verdad, me atrapó bastante. Con esta experiencia aprendí que, por pocos que sean los recursos, algo hay que hacer".
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