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OPINION

Símbolos y política en Sociales

Por León Rozitchner, Rubén Dri, Enrique Oteiza, Horacio González *

La Facultad de Ciencias Sociales (UBA) atraviesa un grave momento en el que está en juego su identidad como institución pública educativa. La triple dimensión sobre la que se asienta (el conocimiento emancipado, la crítica política y la argumentación sin coacciones) corre peligro de desarticularse. Las responsabilidades de esta situación son múltiples.

Por parte de las formas de gestión, ellas se han acercado inusitadamente a un pensamiento que se estrecha en una supuesta custodia del orden y percibe el conflicto con una vocación juridicista y una tentación que amenaza cobrar aspectos persecutorios. Por parte de la práctica de los conocimientos, vemos que se atienen a rutinas crecientes que casi siempre apelan a las sentencias de un dogma, cambiando el olvido de los lenguajes más innovadores y las filosofías más avanzadas por una escasa ilusión científica.

Al mismo tiempo, los usos de la palabra política se hacen indigentes o se profesionalizan en la aplicación de normas vacías de contenido social, mientras el nervio discursivo y la exhortación de ideas muchas veces son expropiados en las asambleas y reuniones por rituales especializados, lo que acaba inhibiendo el debate. Y, junto a la declinación de la palabra política, vemos una asombrosa impericia en la producción de símbolos que escapan (con un significado descorazonador) a cualquier propósito que por ventura hayan tenido quienes lo promovieron. Así, la secuencia que va desde la torpe prestidigitación electoral hasta las puertas quebradas y las urnas incendiadas (actos que pese a su dramatismo constituyen abstractos institucionalismos y abstractas disconformidades) es el cabal resultado de un encadenamiento de ineptas situaciones, señaladas por el desprecio hacia otros símbolos colectivos capaces de inspirar nuevos compromisos, demostrando que lo que menos interesa es debatir los grandes temas que son indispensables para proyectar otra historia universitaria.

Estamos en una facultad dominada por pequeñas alquimias electorales, por mediocres carreras políticas, por la argumentación casuística de sus autoridades, por el creciente desinterés en el acto de conocimiento que se debería ejercer en las clases (núcleo inmediato de nuestros compromisos) y por un tono político crispado que, en el caso deplorable de la quema de urnas, es puerilmente ignorante de los símbolos que difunde. Muchas veces, el deseo de justicia se expresa creyendo que afecta al poder pero acaba afectando los símbolos de la política autónoma y la elaboración de pensamientos nuevos.

Por eso decimos: que todos podamos volver a los espacios de discusión de ideas con firmes compromisos y lucidez, para superar la secuencia fatal entre un orden con mañas y los símbolos equívocos que se dejan sobre el pavimento, descifrados prontamente --eso sí-- por los numerosos enemigos del pensamiento crítico. Que la facultad pueda protagonizar una reedificación efectiva basada en un nuevo pensamiento creador.

 

* También firman Nicolás Casullo, Eduardo Grüner, Christian Ferrer, Ricardo Forster, Alejandro Kauffman, Gregorio Kaminsky, Horacio Tarcus, Inés Izaguirre, María Pía López, Esteban Vernik, Valentina Salvi, Lisandro Kahan, Sebastián Carassai y otros docentes de la Facultad de Ciencias Sociales (UBA).

 

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