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EN SAN JUAN DEJARON ESCAPAR PRESOS QUE LLEVABAN REHENES
“No queríamos un nuevo Ramallo”

Los presos del penal de Chimbas tomaron como rehenes a un juez, cinco periodistas y al director de la cárcel. El gobernador decidió dejarlos ir. Les dieron autos y armas. Los rehenes fueron liberados. Hubo 26 fugados, seis recapturados.

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Los periodistas llegaron a la cárcel a pedido de los presos y terminaron todos como rehenes.En un primer momento se creyó que los fugados eran diez, pero el recuento evidenció que fueron 26.

t.gif (862 bytes)  Un dramático motín ocurrido en San Juan –con un juez, cinco periodistas, tres guardas y el jefe del penal como rehenes– tuvo anoche un final que es la contracara de lo ocurrido hace unos días en Temperley: 26 presos tuvieron todas las facilidades para fugarse del penal de Chimbas, con la única condición de respetar la vida de los secuestrados. “Nosotros no queríamos otro Ramallo y por eso accedimos al reclamo”, justificó el gobernador Jorge Escobar, quien encabezó la negociación y ordenó entregar a los presos las itakas, las pistolas 9 milímetros, una Trafic y un automóvil solicitados. Con esos medios, diez reclusos huyeron con los móviles y fueron liberando, en postas, a los dos periodistas, un juez y un funcionario del Servicio Penitenciario que retuvieron hasta último momento. Luego la policía los siguió y tras varios enfrentamientos en el barrio Aramburu y en el departamento Rivadavia, recapturó a seis de los evadidos. Uno de ellos tomó de nuevo a una mujer como rehén, en un esfuerzo postrero, pero finalmente la dejó ir sana y salva. En la maniobra, otros 16 internos lograron huir sin ser vistos. Como saldo de la película de acción hubo un solo policía herido. Anoche, cuatro de los prófugos, que habían abandonado por el camino la Trafic y el Ford Falcon facilitados para la fuga, eran perseguidos mientras escapaban hacia el norte de la provincia. También se empezaba a buscar a los 16 que escaparon sin ser vistos, mientras los diez cabecillas huían en los autos.El motín en el penal de Chimbas, el tercero en lo que va del año, había comenzado a las 15.30, pero llegó a su punto máximo a las 17. A esa hora, los periodistas de distintos medios locales habían ingresado al patio de la unidad acompañando al juez Agustín Lanciani, quien mantenía un diálogo con representantes de los internos para buscar una salida. La presencia de la prensa es habitual, como garante de la negociación y a pedido de los propios presos. El reclamo es reiterado en Chimbas por las malas condiciones de alojamiento –350 presos en un lugar preparado para alojar un máximo de 240– y por la morosidad de las causas judiciales, dado que la mayoría de los detenidos están procesados sin condena firme.En forma imprevista, los amotinados resolvieron modificar las reglas del juego y tomaron como rehenes al juez Lanciani, al periodista Eduardo Manrique y al fotógrafo Orlando Arias, ambos del Diario de Cuyo; a la movilera Patricia Moreno, de Radio Sarmiento; a la cronista María Silvia Martín y al camarógrafo Carlos Tellán, los dos del Canal 8 de San Juan. También redujeron al propio director del penal, Luis Salcedo Garay. Una versión, que no pudo ser confirmada, señaló que el repentino endurecimiento de los presos se debió a que parte de los 200 amotinados fueron reprimidos –en forma simultánea con la negociación– y cinco de ellos habrían resultado heridos. La reacción violenta de los presos fue encabezada por diez de ellos, que cambiaron los reclamos previsibles y solicitaron facilidades para escapar. “Esto no es joda, tenemos granadas, fierros, todo, mandalo por el canal”, fue el mensaje amenazante que difundió uno de los amotinados, luego de arrebatarle el teléfono celular que llevaba consigo la periodista María Silvia Martín, amenazada con el explosivo del que hablaba su captor. Al crecer el peligro de un desenlace fatal, el gobernador Escobar convocó de urgencia al Consejo de Seguridad y luego anunció que “tras consultar con la Corte Suprema, la Iglesia” y demás miembros de ese cuerpo multisectorial, había resuelto “ceder para salvar a los rehenes”. El obispo de San Juan, Italo Distéfano, se hizo presente en el penal para ofrecerse como mediador, pero fracasó en el intento. Los presos, con la zona despejada, salieron del penal pasadas las 21. En la Trafic llevaron, como reaseguro, al camarógrafo Tellán –”Para filmar que no les hacemos nada a los rehenes”–, al periodista Manrique, al juez, al director del penal y al subprefecto Carlos Rojo. Uno por uno los fueron liberando, sin provocarles daño. Antes de salir del penal habían dejado ir a los restantes rehenes, que en el momento pico fueron más de diez. Además de amenazarlos con una granada, los jefes del motín golpearon en el rostro al juez Lanciani, le destrozaron la cámara al fotógrafo del matutino Diario de Cuyo y dieron muestras de estar dispuestos a producir un verdadero desastre, si no satisfacían sus reclamos. Escobar criticó a la prensa por el “riesgo tremendo” de haber entrado al patio del penal en medio del motín. Y justificó su decisión de dejarlos escapar porque los cabecillas “estaban drogados y era muy difícil hacerlos razonar”.

 

“Amenazaban con matarnos”

“Estuvimos bastante asustados porque permanentemente nos amenazaban con matarnos. Nos decían que si había algún problema los periodistas íbamos a ser los primeros en caer”, contó anoche María Silvia Martínez, del Canal 8 de San Juan, al ser liberada después de permanecer unas cuatro horas como rehén junto a cuatro colegas más de distintos medios de la provincia. Martínez, de 29 años, relató que en un momento el grupo de periodistas se cruzó con los detenidos en una discusión: fue cuando los amotinados se llevaron al juez Agustín Lanciani, quien al regresar contó que le habían pegado en la cara. “Les increpamos qué clase de garantías nos estaban dando si le pegaban al juez”, describió Martínez, en diálogo telefónico con su hermano, también periodista. Martínez fue liberada alrededor de las 21.


 

EL TRIBUNAL RECHAZO EL PLANTEO DE LOS 12 APOSTOLES
Una fuga con el juicio asegurado

Por Carlos Rodríguez

t.gif (862 bytes) ”Era vendedor de lencería erótica.” Duros hasta con las preguntas más triviales –lo textual es la respuesta que dio el uruguayo Oscar Olivera Sánchez cuando le pidieron información sobre su actividad laboral antes de caer detenido–, los presos conocidos como “Los 12 Apóstoles” se negaron a hablar sobre el motín que protagonizaron el 25 de mayo de 1996 en la cárcel de Caseros. En el juicio oral, dos guardiacárceles tomados como rehenes en esa ocasión señalaron a los acusados Marcelo Brandán Juárez y Miguel Angel Acevedo como los líderes indiscutidos de la rebelión, aunque aseguraron que los doce tuvieron “una participación activa” en lo sucedido. Otros dos testigos, ex miembros de las fuerzas de seguridad que estaban presos en ese momento, revelaron que la reja del pabellón en el que estaban, aledaño al ocupado por los “apóstoles”, nunca tenía llave: “Se abría y se cerraba con un pasador”, al que accedían los presos. Un escalofrío recorrió la sala cuando los guardias del Servicio Penitenciario Federal (SPF) Luis Alfredo Astorga y Gabriel Carlos Lo Sasso, los dos rehenes, aludieron al apodo “El Panadero”, con el que se conoce, entre muros, al preso Acevedo. “Le dicen así a partir de las versiones que indican que él fue el que quemó los cuerpos de varios presos en el horno de pan del Penal de Sierra Chica”, aclararon. Ayer, la audiencia se abrió con el rechazo de los miembros del Tribunal Nº 11 de la Capital Federal al planteo del defensor de oficio de Brandán, Hilario Lagos, quien había solicitado que la causa pasara a la Justicia Federal. Superado el escollo, los jueces llamaron uno por uno a los imputados para preguntarles si iban a prestar declaración indagatoria. Todos se negaron y sólo respondieron algunas preguntas personales, entre ellas el prontuario de cada uno. Héctor Cócaro Retamar está preso desde 1976; Víctor Esquivel desde 1985; Brandán y Olivera Sánchez desde 1986; Jorge Pedraza desde 1987; Jaime Pérez Sosa –”Jaimito”–, Héctor Galarza Nannini y Carlos Villalba Mazzey desde 1989; Acevedo desde 1990; Marcelo González Pérez y Marcelo Vilaseco Quiroga desde 1993, y Carlos Gorosito Ibáñez, que está muy enfermo, desde 1998, aunque antes ya estuvo preso en Córdoba. Por sus antecedentes, los 30 penitenciarios bonaerenses que los custodian los mantienen cercados en un rincón de la sala de audiencia, mirándolos de frente todo el tiempo y en posición como para empezar un scrum, como en el rugby. Los guardiacárceles rehenes aseguraron que fueron “atados de pies y manos” por los “apóstoles”, aunque después el ex policía Juan José Larracochea y el ex gendarme Víctor Hugo Cabaña sostuvieron que los vieron entrar, ya reducidos, pero “caminando”. El motín ocurrió en el pabellón 14 y en el 15, donde estaban Larracochea y Cabaña, y la puerta tenía “pasador en vez de llave”.

 

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