Un
dramático motín ocurrido en San Juan con un juez, cinco periodistas, tres guardas
y el jefe del penal como rehenes tuvo anoche un final que es la contracara de lo
ocurrido hace unos días en Temperley: 26 presos tuvieron todas las facilidades para
fugarse del penal de Chimbas, con la única condición de respetar la vida de los
secuestrados. Nosotros no queríamos otro Ramallo y por eso accedimos al
reclamo, justificó el gobernador Jorge Escobar, quien encabezó la negociación y
ordenó entregar a los presos las itakas, las pistolas 9 milímetros, una Trafic y un
automóvil solicitados. Con esos medios, diez reclusos huyeron con los móviles y fueron
liberando, en postas, a los dos periodistas, un juez y un funcionario del Servicio
Penitenciario que retuvieron hasta último momento. Luego la policía los siguió y tras
varios enfrentamientos en el barrio Aramburu y en el departamento Rivadavia, recapturó a
seis de los evadidos. Uno de ellos tomó de nuevo a una mujer como rehén, en un esfuerzo
postrero, pero finalmente la dejó ir sana y salva. En la maniobra, otros 16 internos
lograron huir sin ser vistos. Como saldo de la película de acción hubo un solo policía
herido. Anoche, cuatro de los prófugos, que habían abandonado por el camino la Trafic y
el Ford Falcon facilitados para la fuga, eran perseguidos mientras escapaban hacia el
norte de la provincia. También se empezaba a buscar a los 16 que escaparon sin ser
vistos, mientras los diez cabecillas huían en los autos.El motín en el penal de Chimbas,
el tercero en lo que va del año, había comenzado a las 15.30, pero llegó a su punto
máximo a las 17. A esa hora, los periodistas de distintos medios locales habían
ingresado al patio de la unidad acompañando al juez Agustín Lanciani, quien mantenía un
diálogo con representantes de los internos para buscar una salida. La presencia de la
prensa es habitual, como garante de la negociación y a pedido de los propios presos. El
reclamo es reiterado en Chimbas por las malas condiciones de alojamiento 350 presos
en un lugar preparado para alojar un máximo de 240 y por la morosidad de las causas
judiciales, dado que la mayoría de los detenidos están procesados sin condena firme.En
forma imprevista, los amotinados resolvieron modificar las reglas del juego y tomaron como
rehenes al juez Lanciani, al periodista Eduardo Manrique y al fotógrafo Orlando Arias,
ambos del Diario de Cuyo; a la movilera Patricia Moreno, de Radio Sarmiento; a la cronista
María Silvia Martín y al camarógrafo Carlos Tellán, los dos del Canal 8 de San Juan.
También redujeron al propio director del penal, Luis Salcedo Garay. Una versión, que no
pudo ser confirmada, señaló que el repentino endurecimiento de los presos se debió a
que parte de los 200 amotinados fueron reprimidos en forma simultánea con la
negociación y cinco de ellos habrían resultado heridos. La reacción violenta de
los presos fue encabezada por diez de ellos, que cambiaron los reclamos previsibles y
solicitaron facilidades para escapar. Esto no es joda, tenemos granadas, fierros,
todo, mandalo por el canal, fue el mensaje amenazante que difundió uno de los
amotinados, luego de arrebatarle el teléfono celular que llevaba consigo la periodista
María Silvia Martín, amenazada con el explosivo del que hablaba su captor. Al crecer el
peligro de un desenlace fatal, el gobernador Escobar convocó de urgencia al Consejo de
Seguridad y luego anunció que tras consultar con la Corte Suprema, la Iglesia
y demás miembros de ese cuerpo multisectorial, había resuelto ceder para salvar a
los rehenes. El obispo de San Juan, Italo Distéfano, se hizo presente en el penal
para ofrecerse como mediador, pero fracasó en el intento. Los presos, con la zona
despejada, salieron del penal pasadas las 21. En la Trafic llevaron, como reaseguro, al
camarógrafo Tellán Para filmar que no les hacemos nada a los
rehenes, al periodista Manrique, al juez, al director del penal y al
subprefecto Carlos Rojo. Uno por uno los fueron liberando, sin provocarles daño. Antes de
salir del penal habían dejado ir a los restantes rehenes, que en el momento pico fueron
más de diez. Además de amenazarlos con una granada, los jefes del motín golpearon en el
rostro al juez Lanciani, le destrozaron la cámara al fotógrafo del matutino Diario de
Cuyo y dieron muestras de estar dispuestos a producir un verdadero desastre, si no
satisfacían sus reclamos. Escobar criticó a la prensa por el riesgo tremendo
de haber entrado al patio del penal en medio del motín. Y justificó su decisión de
dejarlos escapar porque los cabecillas estaban drogados y era muy difícil hacerlos
razonar.
Amenazaban con matarnos Estuvimos bastante asustados porque permanentemente nos amenazaban con
matarnos. Nos decían que si había algún problema los periodistas íbamos a ser los
primeros en caer, contó anoche María Silvia Martínez, del Canal 8 de San Juan, al
ser liberada después de permanecer unas cuatro horas como rehén junto a cuatro colegas
más de distintos medios de la provincia. Martínez, de 29 años, relató que en un
momento el grupo de periodistas se cruzó con los detenidos en una discusión: fue cuando
los amotinados se llevaron al juez Agustín Lanciani, quien al regresar contó que le
habían pegado en la cara. Les increpamos qué clase de garantías nos estaban dando
si le pegaban al juez, describió Martínez, en diálogo telefónico con su hermano,
también periodista. Martínez fue liberada alrededor de las 21. |
EL TRIBUNAL RECHAZO EL PLANTEO DE LOS 12
APOSTOLES
Una fuga con el juicio asegurado
Por Carlos Rodríguez
Era
vendedor de lencería erótica. Duros hasta con las preguntas más triviales
lo textual es la respuesta que dio el uruguayo Oscar Olivera Sánchez cuando le
pidieron información sobre su actividad laboral antes de caer detenido, los presos
conocidos como Los 12 Apóstoles se negaron a hablar sobre el motín que
protagonizaron el 25 de mayo de 1996 en la cárcel de Caseros. En el juicio oral, dos
guardiacárceles tomados como rehenes en esa ocasión señalaron a los acusados Marcelo
Brandán Juárez y Miguel Angel Acevedo como los líderes indiscutidos de la rebelión,
aunque aseguraron que los doce tuvieron una participación activa en lo
sucedido. Otros dos testigos, ex miembros de las fuerzas de seguridad que estaban presos
en ese momento, revelaron que la reja del pabellón en el que estaban, aledaño al ocupado
por los apóstoles, nunca tenía llave: Se abría y se cerraba con un
pasador, al que accedían los presos. Un escalofrío recorrió la sala cuando los
guardias del Servicio Penitenciario Federal (SPF) Luis Alfredo Astorga y Gabriel Carlos Lo
Sasso, los dos rehenes, aludieron al apodo El Panadero, con el que se conoce,
entre muros, al preso Acevedo. Le dicen así a partir de las versiones que indican
que él fue el que quemó los cuerpos de varios presos en el horno de pan del Penal de
Sierra Chica, aclararon. Ayer, la audiencia se abrió con el rechazo de los miembros
del Tribunal Nº 11 de la Capital Federal al planteo del defensor de oficio de Brandán,
Hilario Lagos, quien había solicitado que la causa pasara a la Justicia Federal. Superado
el escollo, los jueces llamaron uno por uno a los imputados para preguntarles si iban a
prestar declaración indagatoria. Todos se negaron y sólo respondieron algunas preguntas
personales, entre ellas el prontuario de cada uno. Héctor Cócaro Retamar está preso
desde 1976; Víctor Esquivel desde 1985; Brandán y Olivera Sánchez desde 1986; Jorge
Pedraza desde 1987; Jaime Pérez Sosa Jaimito, Héctor Galarza
Nannini y Carlos Villalba Mazzey desde 1989; Acevedo desde 1990; Marcelo González Pérez
y Marcelo Vilaseco Quiroga desde 1993, y Carlos Gorosito Ibáñez, que está muy enfermo,
desde 1998, aunque antes ya estuvo preso en Córdoba. Por sus antecedentes, los 30
penitenciarios bonaerenses que los custodian los mantienen cercados en un rincón de la
sala de audiencia, mirándolos de frente todo el tiempo y en posición como para empezar
un scrum, como en el rugby. Los guardiacárceles rehenes aseguraron que fueron
atados de pies y manos por los apóstoles, aunque después el ex
policía Juan José Larracochea y el ex gendarme Víctor Hugo Cabaña sostuvieron que los
vieron entrar, ya reducidos, pero caminando. El motín ocurrió en el
pabellón 14 y en el 15, donde estaban Larracochea y Cabaña, y la puerta tenía
pasador en vez de llave.
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