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“Demoré 30 segundos para aceptar extraer el semen”

El médico que hizo la polémica extracción posmortem sostiene que los especialistas deben asumir una posición común. Las dudas.

El médico Santiago Brugo Olmedo aceptó hacer la extracción.
“En 20 años de carrera nunca había tenido un pedido así”.

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Por Mariana Carbajal

t.gif (862 bytes)  ”Fue un acto de misericordia, de caridad hacia el prójimo.” Con esta frase, el andrólogo y especialista en medicina reproductiva Santiago Brugo Olmedo, explicó por qué aceptó extraer semen de un hombre muerto a pedido de su viuda para, eventualmente, someterse a una inseminación asistida. El caso, que no registra antecedentes en la Argentina aunque sí en otros países, despertó cuestionamientos éticos. En un reportaje con Página/12 Brugo Olmedo reveló sus dudas sobre la fertilización posmortem y reconoció que recibió críticas en su propia familia: “Mi madre piensa que es una monstruosidad que una mujer pretenda tener un hijo de su marido fallecido”, señaló. La polémica muestra de espermatozoides permanece congelada desde el lunes en el centro médico que encabeza Brugo Olmedo a la espera de una orden judicial que autorice a la ciudadana española a llevárselo de regreso a su país natal. Brugo Olmedo quedó muy impresionado al ver en el laboratorio los espermatozoides vivos de un hombre muerto. “Siete horas después de su fallecimiento, se movían perfectamente bien”, describió con asombro. Realizó la extracción de semen en la Morgue Judicial, luego de que el juez de instrucción porteño Raúl Irigoyen, autorizó el procedimiento a la viuda. La pareja de españoles estaba de luna de miel en Buenos Aires, cuando el marido, de 35 años, tuvo un paro cardiorrespiratorio por edema pulmonar y falleció súbitamente el lunes en una habitación del Hotel Crillón. Según contó el especialista, el pedido le llegó a través de una amiga íntima de la interesada, que lo llamó al Centro de Estudios en Ginecología y Reproducción (CEGYR) y le preguntó si era factible la maniobra y si él estaba dispuesto a hacerla.–¿Cuánto tiempo demoró en aceptar?–Treinta segundos. Pensé que ya habían pasado 4 horas desde el fallecimiento y cuanto antes se hiciera la extracción mejor calidad tendrían los espermatozoides. Pero le aclaré que lo hacía ad-honorem, como acto de misericordia, de caridad hacia el prójimo. –En la Argentina no hay legislación que regule la fertilización asistida, pero el Código de Etica de la Sociedad Argentina de Esterilidad y Fertilidad (SAEF) rechaza la inseminación posmortem ¿Se hizo planteos éticos?–Sí. Pero pensé que yo sólo iba a recuperar los espermatozoides, y no a utilizarlos para fertilizar un óvulo. Lo que hice fue darle la posibilidad a una mujer que atravesó una situación extremadamente dramática de que decida con más tiempo y tranquilidad qué es lo que quiere hacer. –¿Es la primera vez que se enfrenta a un caso como éste?–En 20 años de carrera nunca hasta el lunes había tenido un pedido semejante. Y tampoco ningún otro especialista de nuestro centro médico. En realidad, le confieso que tuve que decidir sin haber pensado antes en la posibilidad de poder enfrentarme a un situación como ésta. En el CEGYR tenemos un comité de ética externo, que se reúne una vez por mes para discutir nuestros proyectos de investigación. Por supuesto, éste será el tema del próximo encuentro para que no nos tome de sorpresa otra vez. –¿Cuál es su posición personal sobre la inseminación posmortem?–Hoy no lo sé. Es necesaria una legislación o que nos reunamos con los colegas de otros centros y de la SAEF, de la que soy miembro, para tener una política en común y no nos agarre desprevenidos: o lo hacemos todos, o lo rechazamos, o lo aceptamos en algunos casos. Se deben evaluar aspectos éticos, morales, religiosos, legales, psicológicos. –Quienes se oponen, cuestionan el hecho de no se estaría pensando la procreación de un hijo en el marco de una pareja, sino de una mujer sola.–Todos conocemos casos de mujeres de 40 años que han adoptado chicos solas. No creo que ése sea un motivo para condenar esta técnica. No obstante, este caso particular lo pensé como el de una mujer que ama a su marido y que a los 7 días de casarse lo pierde inesperadamente. –Algunos psicólogos opinan que una viuda que pide guardar el semen de su marido muerto no está aceptando el límite que le impone la realidad de la muerte.–No discuto lo que digan los psicólogos, pero también hay que contemplar que esa mujer tenga una gran deseo por tener un hijo de esa persona a la que tanto amó. –Se daría el caso particular de que el niño sería huérfano desde la concepción.–No me parece lo más dramático que nazca sin padre. Por supuesto, es mucho mejor que tenga mamá y papá. Pero tampoco creo que éste sea un motivo para no hacer una inseminación posmortem. Sí creo que sería muy importante para practicarla tener en cuenta si el hombre tenía intención de tener hijos, si es un acto de amor o una obsesión de la mujer, si hay intereses de herencia de por medio. –¿Si mañana la viuda española le pide que le haga una inseminación con el semen extraído de su marido, aceptaría?–Le diría que lo voy a pensar. Y tomaría la decisión con nuestro comité de ética, con la SAEF y con colegas de otros centros. Es una decisión muy importante. –¿Recibió críticas?–En mi familia. Mi mujer me dijo que no estaba segura de estar de acuerdo con la extracción del semen. Mi madre piensa que es una monstruosidad que una viuda pretenda tener un hijo con esperma de su marido muerto; le suena a ciencia ficción horripilante.

 

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