Por Fernando Almirón
Hernán
Bernasconi ya es un prófugo de la Justicia con pedido de captura nacional e
internacional. El propio magistrado, que ayer fue finalmente destituido por el Senado de
la Nación, aseguró a través de una carta que no se entregará “porque después una
vida de servicio no voy a ser el pato de la boda de este festín de corrupción”. El
juez Gabriel Cavallo, quien impulsó el pedido de juicio político contra el juez de
Dolores debido a las irregularidades cometidas en la denominada “causa Coppola”,
señaló que los cargos presentados contra Bernasconi no son excarcelables, y que apenas
sea detenido “seguramente irá preso”.
Ayer, los senadores destituyeron a Bernasconi. Los 44 legisladores presentes en la sesión
especial de ayer al mediodía demoraron apenas 27 minutos en pronunciarse a favor de
quitarle los fueros al magistrado de Dolores. El miércoles, el Senado había dado por
probados siete de los cargos impulsados contra Bernasconi por el juez Cavallo, hace ya dos
años, cuando presentó su pedido de juicio político. Con que sólo uno de esos cargos
fuera votado por los dos tercios del cuerpo ya era suficiente para dar por hecho la
destitución. Y es lo que sucedió con una causa que no está vinculada con el denominado
caso Coppola, por la que en 1996 fue a la cárcel el manager de Diego Armando Maradona y
el ex futbolista de la Selección Argentina, Alberto Tarantini.En esta causa, denominada
“N.N. Pirillo”, los senadores consideraron probado que el ahora ex juez cometió
“errores gravísimos” en su tramitación y que tuvo “notorio
desconocimiento de los efectos procesales” en la resolución de un expediente sobre
una denuncia de la DGI. “Prevaricato” (actuar en contra de la ley
maliciosamente) fue la figura que ganó más votos entre los integrantes de la Cámara
alta. No lograron consenso las acusaciones de “asociación ilícita y privación
ilegítima de la libertad”. Esto fue producto de un acuerdo entre aliancistas y
justicialistas para atenuar el costo político de la protección que el oficialismo le
brindó durante 23 meses al ahora destituido magistrado. Apenas conocida la sentencia, en
una carta que fue leída por su hermana, de nombre Blanca, Bernasconi dijo que no se
entregará. Desde su refugio en algún lugar del Brasil, “en la pobreza y con la
salud física y psíquica quebrantadas”, el destituido magistrado justificó su
fuga:u “Decido no entregarme por voluntad de los que me aman y porque una vida de
servicio no es merecedora de la mortificación y el circo.” u “No seré el pato
de la boda de este festín de corrupción.”u “Soy víctima de una persecución
político-judicial en la que se combinan diversas fuerzas, en su mayoría vinculadas a la
corrupción del poder, a la droga y al lavado de dinero.”u “No me dejé
corromper, por eso cobré una fama que no busqué y que generó grandes adhesiones y
odios.”Después negó los cargos en su contra y aseguró que volverá “para ser
investigado y juzgado cuando mengüe el poder mediático político y judicial de los
traficantes de la muerte”.Era el dato que necesitaba Cavallo, quien desde hace dos
años quiere procesar a Bernasconi. Ayer por la tarde, apenas llegó a su despacho la
notificación del Senado por la que se le informa que Bernasconi ya no tiene fueros,
firmó la orden de su captura internacional. “Esto recién empieza”, dijeron
fuentes judiciales a Página/12. El juez Cavallo agregó que “está claro que
Bernasconi está prófugo, y que posiblemente no esté dentro del país, por lo tanto
ahora el tema está en manos de los funcionarios policiales de la Argentina y de
Interpol”. Y agregó: “Hasta que él no se presente o sea conducido por la
fuerza a mi juzgado, no podrá ser indagado sobre las pruebas que tengo acumuladas por su
desempeño, pero por lo pronto está acusado de delitos que no son excarcelables, así que
en cuanto se lo detecte irá preso”. Bernasconi abandonó el país cuando se dio
cuenta de que ya todo estaba perdido. Y tomó nota de la secuencia: el 22 de setiembre fue
suspendido en sus funciones por el Senado, aunque con goce de sueldo. Hasta ese momento,
pese a que sus colaboradores habitaban una celda en la Cárcel de Caseros desde hacía
más de un año, el magistrado siguió lo más campante al frente de su juzgado. El 17 de
octubre, el Tribunal Oral Federal Nº 5 condenó a ocho años de prisión a su secretario,
Roberto Schlagel, y sentenció penas de entre tres y siete años a los policías que
participaron de la fraguada investigación que supuestamente se proponía desbaratar un
cártel de la droga liderado por Coppola. El 24 de octubre, el justicialismo sufrió su
peor derrota electoral. Y supo que el bloque oficialista de la Cámara alta ya no podría
seguir brindándole protección. El 26 de octubre hizo las valijas y, aprovechando que
todavía le quedaban fueros para cruzar sin inconvenientes la frontera, se fue del país.
Ahora que es un prófugo, afirma desde la distancia que no cree en la Justicia argentina.
Cinco que cayeron antes
Hernán Bernasconi no es el primer juez destituido en los últimos
años por delitos o mal desempeño. Hubo cinco que lo precedieron:
Francisco Miguel
Trovato, ex juez de Instrucción. Lo destituyeron en 1997. En julio fue condenado a seis
años de prisión por el delito de cohecho agravado por su condición de juez. Trovato
aceptó que la empresa Almagro Construcciones le pagara un placard que costó 20 mil
dólares; a cambio, habría beneficiado a la empresa en una causa. Está inhabilitado
“en forma absoluta y perpetua” para ocupar cargos públicos.
Carlos Branca, ex
juez federal. Fue destituido en 1997. Está procesado por contrabando y asociación
ilícita. Si lo declaran culpable en el juicio oral, es muy probable que vuelva a la
cárcel.
Amílcar Vara, ex
juez del Juzgado de Instrucción Penal Nº 7 de La Plata. Fue destituido e inhabilitado de
por vida por mal desempeño, prevaricato (fallar en contra de la ley maliciosamente o por
ignorancia inexcusable) e irregularidades (no investigar torturas en comisarías) en 27
causas.
Alberto Oscar
Nicosia, ex juez en lo civil. Fue destituido por mal desempeño y comisión de delito en
el ejercicio de sus funciones. Lo detuvieron en Brasil, pero no pudo ser extraditado.
Está prófugo.
Carlos Wove, ex juez
del Juzgado Civil Nº 29. En 1997 lo condenaron a siete años de prisión e
inhabilitación de por vida. En un segundo juicio también fue declarado culpable, pero
salió en libertad porque había estado preso más tiempo del que le correspondía según
la sentencia. |
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