OPINION
El fallo de Garzón
Por Adriana Calvo*
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La resolución del juez
Garzón nos alegra y nos da fuerzas para seguir adelante. Es bueno, entonces, analizar
qué y quiénes la hicieron posible. Sin duda, la primera razón es la infatigable lucha
de los organismos de derechos humanos de la Argentina, acompañada a lo largo de más de
20 años por la mayoría del pueblo. Ese obstinado y permanente reclamo de justicia,
enfrentando decisiones políticas de los gobiernos constitucionales que parecían
irreversibles, logró que en España, un fiscal iniciara y un juez diera curso a esta
causa. También fue necesario el trabajo solidario y abnegado de cientos de militantes de
organizaciones de derechos humanos, sociales y políticas españolas que pusieron su
energía detrás de este objetivo. Muy especialmente, el grupo de abogados de la
Acusación Popular. Por último, hoy no estaríamos festejando si no hubiéramos
conseguido aunar voluntades para darle sustento jurídico. Desde hace más de dos años la
Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos viene aportando a este juicio, junto a otros
organismos, el resultado de un duro trabajo: reunir y sistematizar las pruebas contra
todos y cada uno de los represores de todos y cada uno de los campos de concentración.
Este fallo de Garzón recoge el producto de esa tarea en algunos de esos campos. Por eso
aparecen identificados, acusados de delitos concretos, procesados y con captura
internacional 98 represores y no sólo las cúpulas. Y ya hemos hecho llegar a Madrid
idénticos trabajos de otros diez campos de concentración, cada uno de ellos con la lista
de compañeros desaparecidos y la lista de represores. Esto no termina aquí ni terminará
hasta que identifiquemos y acusemos al último torturador y logremos que finalmente vayan
a parar a donde siempre debieron estar: la cárcel.
Esa cárcel en la que hoy no están porque los gobiernos radical y justicialista les
construyeron una impunidad a medida. Por eso sabemos qué hará el nuevo gobierno
argentino con el pedido de extradición de Garzón. No harán absolutamente nada quienes
votaron, defendieron y siguen defendiendo las leyes de impunidad. Hoy deben asumir el
práctico rol de intentar diferenciarse de Menem con complicados discursos que, mal que
les pese, todo el mundo entiende: no quieren justicia. De ellos no esperamos nada.
Seguiremos exigiéndoles que anulen las leyes de Punto Final, Obediencia Debida y los
indultos. El muro de impunidad que construyeron tan afanosamente se está derrumbando y
estamos seguros que lenta pero inexorablemente caerá.
* Por Asociación de Ex Detenidos Desaparecidos. |
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