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Por José Natanson Desde Mar del Plata Cada uno habló desde el lugar político al que lo empujaron la voluntad y el paso del tiempo. El cordobés José Manuel de la Sota aseguró que su gobierno cooperará con el de Fernando de la Rúa. Carlos "Chacho" Alvarez prometió atacar la corrupción desde la vicepresidencia. "La corrupción es un juego de dos. Las cámaras empresariales podrían sancionar un código de ética", se animó el jefe del Frepaso. El cierre quedó a cargo del favorito de los hombres de negocios reunidos por IDEA. "Yo soy el jefe de la oposición", dijo Carlos Menem ante unos 500 empresarios que lo aplaudieron como si hubiera convertido un gol ante Inglaterra. "Faltan De la Sota y Chacho." A las diez de la mañana, el director ejecutivo de IDEA, Rubén Puentedura, se desesperaba buscando a los dos dirigentes que debían abrir el panel. El cordobés llegó minutos después, refregándose los ojos. Alvarez no aparecía por ningún lado, por lo que los organizadores decidieron comenzar sin el diputado. De la Sota utilizó un tono firme, matizado apenas por su tonada cordobesa, para señalar que su gobierno trabajará en conjunto con el nacional, subrayando el rol de opositor constructivo desde el que planea construir su carrera presidencial. Mientras los empresarios escuchaban encantados la propuesta del cordobés de reducir los impuestos, Alvarez caminaba despacio hacia el salón. Antes de llegar a la puerta, el jefe del Frepaso fue interceptado por uno de los organizadores, quien le explicó que De la Sota se había fastidiado por su retraso y le sugirió esperar a que finalizara el gobernador. Chacho observaba en un televisor instalado en el lobby el discurso del gobernador, que se transmitía en circuito cerrado. "Habla bien", decía el diputado, que en ese momento recordó un análisis que ya había formulado en otras oportunidades: el período 1999--2001 no es el tiempo de De la Sota, quien se replegará a administrar su provincia para generar un capital político que le permita triunfar en las legislativas del 2001. A partir de allí, cuando se desate la lucha interna del PJ, comenzará el momento político del gobernador. Según el análisis del diputado, el período que comienza el diez de diciembre y que finaliza en el 2001 es el tiempo de Menem, quien necesita imperiosamente recuperar su imagen pública y permanecer en la cúspide de su partido. Cuando finalizó el discurso de De la Sota, uno de los integrantes del directorio de IDEA tomó el micrófono. "Sabemos que algunos tienen compromisos en Buenos Aires, pero sería bueno que se queden a la cena de cierre", dijo el hombre, exteriorizando el temor infundado que invadió a los organizadores: que muchos empresarios se fueran por la tarde y dejaran mesas vacías para cuando llegara el momento de escuchar a Menem. Ajeno a estas preocupaciones, Alvarez pronunció un discurso que también fue un reflejo del lugar que ocupará durante los próximos cuatro años: aseguró que desde la vicepresidencia promoverá planes para recuperar el valor de la política y luchar por la transparencia. El siguiente en hablar fue Julio María Sanguinetti, quien sostuvo que la indiferencia no se aplica sólo a la política. "Es un fenómeno que se da en todas las instituciones: los sindicatos, la Iglesia", recordó, en un tono casi académico, el presidente uruguayo. Alvarez había planificado almorzar con veinte empresarios. Pero los planes se desvirtuaron: cuando concluyó el debate, Sanguinetti le propuso que almorzaran juntos. El diputado no se animó a rechazarlo y lo invitó a sumarse a su mesa. Lo que Chacho no sabía era que el uruguayo había invitado a otras personas. Así, el almuerzo íntimo terminó convirtiéndose en una comida multitudinaria, de la que participaron varios dirigentes, muchos empresarios y un par de colados. Menem llegó a las nueve de la noche. De impecable traje oscuro, el Presidente también reflejó en su discurso dónde lo encontrará el futuro. "Yo soy el jefe de la oposición y, como jefe de la oposición --repitió Menem, para que no queden dudas-- voy a hacer todo lo posible para mejorar el camino que hemos trazado en estos diez años." Los aplausos que arrancó cuando finalizó su intervención superaron largamente a los del resto de los dirigentes. Es que no se trataba de una noche cualquiera: el discurso de ayer fue el último que pronunció ante los empresarios, uno de los sectores que apoyó con más ganas sus diez años de gestión. El momento político de Menem, cuyo poder se licua con el paso de los días, es totalmente diferente al de De la Sota, quien se encuentra en pleno estrellato. Una anécdota alcanza para ejemplificar el contraste entre los dos justicialistas convocados por IDEA. Al mediodía, apenas finalizó el panel, De la Sota salió apurado hacia el baño, sin mirar a los costados. Una vez que cruzó la puerta, el gobernador giró la cabeza y se dio cuenta de que lo había seguido media docena de asesores y curiosos. Parado frente al mingitorio, el cordobés improvisó una reflexión. "Antes de que me eligieron gobernador podía ir a todos lados solo. Ahora la gente me sigue hasta al baño. El poder tiene varios costos. Uno de los más importantes es que no te dejan mear tranquilo."
El tema excluyente del encuentro de De la Rúa con Machinea fue el proyecto presupuestario del año 2000. La iniciativa girada por Roque Fernández al Congreso prevé un ajuste de 1800 millones de dólares, eliminando fondos específicos para las provincias, el Fonavi (plan de construcción de viviendas populares) y hasta el Plan Trabajar, por el cual el Estado da empleo a 120.000 personas. En el bunker de la Alianza no sólo están retocando el proyecto de Roque. También planean aumentar impuestos (internos), generalización del IVA a los rubros exentos y bajar el mínimo imponible para cobrar Ganancias. En la mira de Machinea hay un solo objetivo: bajar el déficit a 4500 millones de dólares en el 2000, tal como está planteado en la ley de Convertibilidad Fiscal. Pero, además del impuestazo, en los cálculos del equipo de Machinea figura la posibilidad de suspender la rebaja de aportes patronales. Por otra parte, el propio Fernando de la Rúa se encargó de minimizar la alternativa de dolarizar la economía, un día más tarde de que Machinea admitiera esa posibilidad para el caso de que se desatara una corrida cambiaria. "Es un hecho que la economía ya está dolarizada: un peso equivale a un dólar", expresó el presidente electo bajándole el tono a esa propuesta. En tanto que el ministro de Economía brasileño, Pedro Malan, volvió ayer a descartar la idea de la dolarización en su país. No obstante, admitió la posibilidad de tener una moneda única en el Mercosur aunque desechó al dólar. "La moneda única es un sueño que está a nuestro alcance", afirmó. RESPALDO DE LA BANCA AL FUTURO MINISTRO DE
ECONOMÍA
Además, el banquero manifestó su confianza respecto de los transformaciones que traerá el nuevo gobierno, porque tendrán "un manejo ortodoxo de la economía", opinó. Escasany aprovechó el contacto con la prensa para lanzar algunas propuestas. Para el titular del Banco Galicia, la dependencia del país de la entrada de capitales hace necesario realizar "un ajuste de las cuentas fiscales" que produzca "inmediatamente un shock de confianza que genere una recuperación de la actividad económica". Resolver el problema del déficit fiscal "es la condición sine qua non para retomar el crecimiento" y, por supuesto, para la "recuperación de los niveles de empleo", agregó. Respecto de la decisión de Fernando de la Rúa de vender el avión presidencial "Tango 01", adquirido por la actual administración a un costo de 60 millones de dólares, el titular de ABA manifestó su total aprobación: "Creo que vale de ejemplo, los signos de austeridad son importantes para un gobierno que tiene problemas fiscales", afirmó. No obstante los banqueros no son ingratos con la administración menemista. Escasany sostuvo que "Menem ha hecho una gran gestión. La he defendido. Por supuesto que se lo puede criticar por algunas cosas, pero el saldo ha sido excelente", matizó.
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