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Los militares rusos le tuercen el brazo a Yeltsin

La aviación rusa realizó ayer 150 misiones contra Chechenia --la mayor cantidad hasta ahora--, después de que se supiera que el ejército ruso no está dispuesto a sufrir otra derrota como la de 1994-1996, y se ha impuesto sobre la dirigencia civil.

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t.gif (862 bytes)  El Kremlin podría ser incapaz de detener su "operativo antiterrorista" en Chechenia aunque quisiera. El motivo es la oposición de gran parte del generalato ruso a replegarse de la república separatista antes de obtener la victoria total. "Numerosos oficiales y generales están dispuestos a renunciar si el ejército es detenido en Chechenia", afirmó ayer el general Vladimir Chamanov, quien sugirió además la posibilidad de una "guerra civil". En Chechenia, la aviación rusa realizó ayer 150 misiones, el mayor número hasta el momento. Al mismo tiempo, Rusia hizo ayer una concesión a la comunidad internacional, y abrió completamente la frontera entre Chechenia y la república rusa de Ingushetia. Esto les permitiría a los refugiados chechenos escaparse de su país. Pero Rusia sufrió un revés diplomático ayer cuando el gobierno de la república independiente de Georgia se rehusó a cederle una base aérea para atacar Chechenia. Por otra parte, los gobiernos ruso y turco suscribieron ayer una declaración conjunta de condena y lucha contra el terrorismo.

La creciente división dentro del Kremlin con respecto a Chechenia ya se podía entrever parcialmente el miércoles, luego de una declaración a los medios del ministro de Defensa ruso, el mariscal Igor Segueyev. "El ejército entiende que no lo detendrán a medio camino y que cuenta con el total apoyo del presidente Boris Yeltsin", recalcó. Reveló además por primera vez que Rusia buscaba la "liberación total de Chechenia". El general Chamanov fue más directo ayer, y subrayó que "el cuerpo de oficiales no sobreviviría a una nueva bofetada en plena cara". La "bofetada en la cara" a la que se refería Chamanov sucedió durante la anterior guerra de Chechenia (1994-96). Después de ocupar gran parte de la república, un contraataque checheno echó al ejército ruso de la mayor parte de sus conquistas. Cuando el mando militar se preparaba para lanzar una renovada ofensiva, el general nacionalista Alexands Lebed, un político con ambiciones políticas propias, llegó a un armisticio con el gobierno checheno que terminó la guerra y les dio la independencia de facto a los rebeldes.

Ahora, los militares rusos creen detectar signos de que se avecina una nueva "puñalada por la espalda". Según publicó ayer el diario Moskovski Komsomolets, el jefe de la administración del Kremlin, Vladimir Volochin, y su adjunto, Serguei Prijodko, estarían "inquietos por la imagen negativa de Rusia en Occidente" a causa de la guerra. Por lo tanto, le habrían pedido a los generales que se preparen para eventuales conversaciones de paz con el presidente checheno Aslan Masjadov. Esto equivale a un sacrilegio para algunos sectores de la dirigencia rusa, dado que la posición oficial es de rechazar toda oferta de diálogo con Masjadov a raíz de su supuesta vinculación con el "terrorismo islámico". De todos modos, el premier ruso Vladimir Putin, quien le debe su popularidad casi enteramente a la ofensiva, estaría naturalmente firme en favor de continuarla.

El grado de éxito que las tropas rusas han alcanzado hasta el momento en Chechenia no es todavía claro. Grozny, la capital, está casi completamente en ruinas después de más de dos semanas de bombardeos, y el cerco en torno de la ciudad estaría muy cerca de cerrarse. Por otra parte, fuentes del Ministerio de Defensa ruso revelaron ayer que en Moscú se teme que los chechenos estén planeando lanzar una contraofensiva desde otros puntos del territorio. Aparentemente se detectó que los guerrilleros chechenos están agrupándose al este y al sur de la república, y que algunos se infiltraban a través de las líneas rusas para realizar tareas de reconocimiento.

Si la situación militar es todavía fluida, el frente diplomático del Kremlin mejoró ayer luego de su acuerdo con Turquía. La declaración fue firmada por el premier Putin con su colega turco Bulent Evecit, y los comprometía a ambos a "combatir contra el terrorismo internacional en todas sus manifestaciones". Además de ser un factor de poder importante en el Cáucaso, Turquía también será el 17 de noviembre la sede de una cumbre de la Organización para la Seguridad y Cooperación de Europa (OSCE), por lo que su apoyo solapado a la "ofensiva antiterrorista" rusa en Chechenia es valiosa. Putin subrayó ayer que "Rusia cuenta con el apoyo de la comunidad internacional y los países islámicos en su lucha contra el terrorismo".

 

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