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El futuro del Frepaso

Parte de una Alianza que ganó el gobierno, su camino es incierto. Usina de ideas, elemento civilizador, primer oficialismo de centroizquierda, línea “progre” del radicalismo, futuro tercer movimiento, son algunos de los escenarios posibles que ven para esta fuerza cuatro analistas.

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Franco Castiglioni *
Un posible referente fuerte

Creo que el Frepaso tiene que apostar sobre dos planos simultáneos: expandir su participación en el gobierno, es decir apostar a la Alianza, y convertirse en una usina de ideas. Lo digo fundamentalmente porque hay momentos en los cuales se necesitan referentes fuertes en el plano político-cultural. Alguna vez alguien dijo que en Brasil el PT, entre otras cosas, había venido a civilizar la vida política. En este momento el Frepaso, a diferencia del PT, está en el gobierno, y no debería disociar su acción de gestión de una serie de iniciativas –de las que tal vez pueda ser el emisario el mismo Chacho Alvarez– que tengan que ver con esa civilización de la vida política. Esto es, evitar ciertas recaídas de la sociedad argentina en el autoritarismo, insistir sobre la ciudadanía fiscal (hacer que todos paguen impuestos, pero sobre todo que paguen los que más tienen). En otras palabras, insistir sobre la igualdad social, dedicarse en profundidad a renovar la política. Ser el promotor de algo tan difícil como es lograr un cambio político-cultural en el país que asocie calidad institucional con crecimiento económico y equidad social. Creo que en este campo, el Frepaso no tiene por qué autolimitarse a ser una fuerza minoritaria en la Alianza: puede intentar ese largo camino que es construir una fuerza con su propia identidad, con su propio discurso, con sus ideas, con su propia base electoral sobre el territorio. Desde luego, lo va a tener que hacer con nuevas formas porque el Frepaso, a diferencia del radicalismo y el peronismo, no nace de fracturas sociales que marcaron la incorporación de la clase media y luego de los trabajadores y las mujeres. El Frepaso es una expresión nueva y como tal tiene que estar permanentemente generando novedad en el sistema político. Dicho un poco brutalmente, sería como que si en una bicicleta, uno deja de pedalear, se cae.En su aspiración a ser una fuerza de masas creo que es fundamental no sólo reafirmar dentro de la Alianza ideas progresistas, sino buscar y reforzar a todos aquellos que en la Alianza comparten ese ideario. La transversalidad ayuda al Frepaso y ayuda a la Alianza y sin cerrar las puertas –porque las discusiones políticas en la Argentina no son claras y definidas como las que separan derecha e izquierda en Europa– el Frepaso también tiene que ser un puente de diálogo y de interpelación no sólo con dirigentes peronistas que comparten muchas de sus preocupaciones, sino también de interpelación a esa masa peronista que en algunas provincias votó propuestas reaccionarias que finalmente la van tener como víctima. Creo igualmente, como lo demuestran todas las experiencias comparadas –y no creo que la Argentina sea la excepción, no somos el ombligo del mundo-, que una fuerza progresista necesita mucho tiempo para instalarse en la sociedad. Las sociedades tienden a buscar certeza y reducir incertidumbres, por lo tanto, el cambio es un trabajo de largo plazo. Sostener una fuerza de cambio requiere ideas, estructura, dedicación. Creo que pensarla hoy como una fuerza minoritaria es una verdad a medias. Fue esencial para que existiera la Alianza y aún con la derrota en la provincia de Buenos Aires ha logrado instalarse en el escenario político argentino por el poco tiempo de vida que tiene.* Decano de Ciencias Políticas. UBA.

Daniel Arroyo *
La clave está en la Ciudad

Las elecciones del 24 de octubre marcaron una situación singular: ganó la Alianza, ganó De la Rúa en veinte distritos electorales y perdió el Frepaso en la provincia de Buenos Aires, donde había puesto todas sus expectativas para desembarcar con su primera gestión ejecutiva de signifacación nacional. El reparto equitativo UCR en la Nación y Frepaso en la provincia y Ciudad de Buenos Aires empezó a derrumbarse y la posibilidad de que el Frente se transforme en la línea interna progresista de la UCR (con discurso y sin gestión) vuelve a estar latente.¿Significa esto el fin del Frepaso como alternativa a la política tradicional representada por los dos partidos mayoritarios? Depende básicamente de dos cuestiones: qué ministerios le toquen y si Ibarra puede, finalmente, gobernar la ciudad.Las dos cuestiones tienen su importancia, pero creo que la segunda es decisiva. Es evidente que el núcleo duro del gobierno de De la Rúa va a salir de la UCR y de su propia tropa (Machinea, López Murphy, De Santibañes, Rodríguez Giavarini) y que al Frente le van a tocar ministerios que no marcan la estrategia de gobierno, sino que trabajan sobre políticas puntuales con más o menos impacto en la sociedad. Allí los ministros del Frente podrán mostrar alguna perlita, pero ello, por sí solo, no va a alcanzar para recuperar la autonomía perdida. Con la candidatura de Ibarra la cosa es diferente. Lo más probable es que la UCR no lo pueda bajar debido a que es el “natural” ganador de la primera vuelta y que ello le dé oxígeno (sin descontar la existencia de algunas piedras en el camino) para ser el efectivo candidato. Aquí, creo, se juegan todas las fichas de la futura supervivencia del Frepaso. Si Ibarra pierde, el frente se constituye irremediablemente en un socio menor de la Alianza que sólo puede mostrar a Chacho Alvarez como una figura emblemática y mediática y un conjunto de legisladores. Si Ibarra gana, tiene la posibilidad de reconstruirse desde una gestión y allí tratar de demostrar qué es eso de la “nueva forma de hacer política”.En definitiva, se repite la situación de 1995 con el Frepaso tratando de acceder al Gobierno de la Ciudad como punto de lanzamiento de su crecimiento futuro. En esa oportunidad, la candidatura de La Porta mostró la escasa predisposición a transformarse en un partido de poder y le dio la posibilidad a la UCR de reconstituirse. Ahora, no se trata de aprovechar una oportunidad, sino de jugar la última ficha a favor de la autonomía.* Politólogo. Investigador de Flacso.

Horacio González *
Aquella idea fundacional

El Frepaso ambicionó ser el síntoma de una renovación política más allá de los dos partidos clásicos argentinos, quiso ser un nuevo capítulo de los mapas y nombres políticos que superaran “el bipartidismo tradicional”. Era, según una palabra codiciosa, “fundacional”. Recuerdo, en remotos años universitarios, que el joven Chacho Alvarez (un poco más joven que muchos de nosotros) participaba en un grupo cuya sigla evocaba ligeramente la de Forja, aquella notoria asociación de los años cuarenta. El Frepaso, como sigla, también es sutilmente evocativa, pero de los frentes de liberación que se ensayaban en los 70. Es posible comprobar que esta doble evocación –quizá porque siempre se acaban abandonando las meras evocaciones que suelen reunir a las personas– no ha sido verificada en el Frepaso. Si aceptamos un tímido juego comparativo, puede decirse que a diferencia de Forja, del desarrollismo y de algún partido del PI, que fueron del radicalismo hacia el peronismo, a veces con vagos tintes extraídos de las izquierdas nacionales, el Frepaso invirtió ese camino. Marchó del peronismo al radicalismo, como una alegoría incómoda de que las dos fuerzas culturales-partidarias argentinas aún mantienen el electroimán activado para ir absorbiendo a los que deseaban vestirse con el ropaje de los tercerismos superadores, los desprendimientos forjistas y el “rebasamiento de las viejas antinomias”, algo que recién ahora acaso sólo la historia política uruguaya puede probar. En consonancia con esto, lo que ocurra con el Frepaso y sus dirigentes –algo fácil de vaticinar, como toda ocurrencia futura– no tendrá el sabor que dejan los anunciadores de nuevas escenas, vocablos, e ilusiones para la política, sino el gusto desabrido de otra camada más de políticos nuevos que estaban siendo esperados, quizá sin que lo supieran, por las “sabias y prudentes” armazones existentes.* Sociólogo.

Rosendo Fraga *
Una participación inédita

El Frepaso ha sufrido dos derrotas importantes en menos de un año: la interna abierta por la candidatura presidencial de la Alianza y la elección por la gobernación de la provincia de Buenos Aires. El problemaes que hoy es mucho menos de lo que podría haber sido, ya fuera porque Fernández Meijide hubiera ganado la interna abierta y eventualmente la presidencia o porque aun perdiendo la interna, hubiera quedado gobernando los dos principales distritos (Capital y provincia de Buenos Aires) más el vicepresidente. Pero en una perspectiva histórica, nunca una fuerza de centroizquierda tuvo la participación en el poder político que hoy tiene el Frepaso, pese a las dos derrotas. Cuenta con el vicepresidente y un senador nacional, 39 diputados nacionales, varios intendentes en la provincia de Buenos Aires, incluidos casos del conurbano y decenas de concejales. El problema hacia adelante no es una crisis entre los dos partidos que integran la Alianza. El riesgo es una crisis que divida internamente al Frepaso.Para 8 de los 39 diputados del Frepaso, la posición asumida por De la Rúa frente a los pedidos de extradición del juez Garzón traiciona los discursos de la campaña electoral. A ello hay que agregar las dificultades que tendrá el ala sindical del Frepaso, representada por el Congreso de los Trabajadores Argentinos (CTA) para apoyar una política económica que tiene como punto de partida la profundización del ajuste y una reforma laboral que satisfaga los pedidos del FMI.Concretamente, el riesgo consiste en que dentro del Frepaso se produzca una escisión, como sucedió una década atrás en el PJ, cuando el giro al “pragmatismo” de Menem llevó a ocho diputados justicialistas encabezados por el vicepresidente de la Nación a abandonar el bloque y luego el partido, para construir más tarde el Frente Grande, que después derivó en el Frepaso y más tarde en la Alianza, que acaba de ganar la elección presidencial.Tanto la designación del gabinete nacional, como la candidatura de la Alianza para la riesgosa elección de la Capital están condicionadas por el dilema central que enfrentan De la Rúa y Alvarez: cómo satisfacer simultáneamente a los mercados y a la vez evitar una escisión en el ala más “progresista” del Frepaso. Mantener a Ibarra como candidato en la Capital, incorporar a Fernández Meijide en el gabinete y dar al Frepaso una representación en el área laboral parecen ser posibles iniciativas tendientes a evitar la posible crisis interna del Frepaso. * Director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.

 

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