Por Susana Viau Las mesas del Florida Garden y
del Posadas Bar quizá no resistan el ocaso del menemismo. Autoconvocados, allí se
estacionan quienes estuvieron cerca del Presidente o tienen puentes tendidos con Emir, el
mayor de los Yoma, o con Miguel Angel Vico, su gran amigo y ex secretario privado. Ese
perfil abandónico les valió alguna vez el mote de las viudas, pero la
parroquia encontró consuelo y hoy sostiene con desparpajo y un dejo de provocación que
la consigna es hay que seguir cobrando. La broma resulta apropiada puesto que
la fuente de financiación de varios de sus integrantes es la insondable cuenta de gastos
reservados de la SIDE, o bien su planilla salarial, porque los orgánicos de
la secretaría también abundan. Contra lo que dicta la tradición, quienes se mueven en
el triángulo que componen el Florida Garden, el Posadas Bar y alguno de los restaurantes
de Puerto Madero, Retiro o Recoleta, no han planificado políticas, no tejieron utopías,
no discuten estéticas. La razón de su existencia, inscripta en la costumbre argentina de
conspirar y masticar al mismo tiempo, ha sido la circulación de información, el lobby,
el mentidero, la supervivencia a la sombra del poder. Vitelloni, como los
llamarían los italianos, good for nothings, según la forma sajona, los más
recalcitrantes cumplieron en estos años un itinerario fijo, un remedo de rutina laboral,
un camino a Damasco que, con lluvia o truenos, todavía comienza pasadas las diez de la
mañana en Florida y Paraguay y concluye hacia el atardecer, en la barra del Harry
Cipriani. Mangia che te fa beneEsas peñas tienen su historia en la vida política
argentina. Los miércoles, al mediodía al principio y por la noche después, la derecha
se cobijaba en El Navegante, un enorme bodegón desangelado, de fuerte personalidad y
buena comida, en Viamonte y Bouchard. Asistían los ex jefes de Tacuara Emilio Berra
Alemán, Nicanor DElía Cavangh y Carlos el Loco Benítez Moreno; otro
loco, Castro, amigo de Rodolfo Barra, del hermano de Carlos Corach y por eso
mismo protegido del Ministerio del Interior; Radamés Huevito Marini (a)
El Mufeta, orgánico de la marina y popular por el disparate insigne cometido
en 1956, cuando asaltó el Círculo Militar para apropiarse de dos viejas ametralladoras
sin percutor, a las que envió a reparar a la armería Pollini, de la calle Marcelo T. de
Alvear. Una comodidad que iba a costarle. Eran asimismo de la partida el librero Jorge
Savino y Carlos Falchi, ahuyentados luego de recordar ante la prensa el pasado Tacuara de
Barra; Enrique el Mono Grassi Sussini, ex Sindicato de Derecho,
Mochila Videla Balaguer, orgánico de la SIDE. Cuentan que, en alguna ocasión
y para revivir su pasado fascista, trató de sumarse a la peña Rodolfo Galimberti, pero
optó por desistir en vista de la frialdad del recibimiento.Otro encuentro con modesta
fama fue el grupo Chiesa, que tomó su nombre del tradicional restaurante de
la avenida Entre Ríos donde se reunían los militantes de Guardia de Hierro, capitaneados
por Juan Carlos el Chueco Mazzon. Ahí recalaban Julio Bárbaro, Raúl
Carignano, Aníbal Jozami, Alberto Iribarne, Caíto Cevallos. El grupo
Chiesa se dispersó en 1997, dividido por el feroz enfrentamiento de Carlos Menem y
Eduardo Duhalde y hasta el propio restaurante acaba de cambiar de nombre. Sobrevive, en
cambio, La Parrilla Rosa, propiedad de Helena Goñi, una cristiana filomontonera, amiga
del ex ministro del Interior José Luis Manzano, quien solía visitar el lugar. En la
actualidad, el gullismo lo ha convertido en su reducto y los lunes por la
noche se dan cita unos treinta o cuarenta comensales liderados por el mismo Juan Carlos
Dante Gullo, Martín García y Jorge Rachid. El Mesón Navarro, en Lavalle entre Azopardo
y Bouchard, alberga a un alegre grupo de jueces y fiscales federales que los jueves por la
noche le da a la paella al son marcado porla batuta del ex juez federal de San Isidro y ex
secretario de Seguridad bonaerense Alberto El Tano Piotti. El Frepaso tiene
una tradición breve, pero acostumbra a recalar en Relax, un bar pegado a la Fundación
Auyero, en Bartolomé Mitre y Riobamba, y enfrentado a El Congresito, el restaurante
donde, dicen, surgió la idea de la Alianza, cuando Jesús Rodríguez que comía con
Andrés Delich invitó a tomar un café a su casa a dos frepasistas que conversaban en una
mesa próxima, Alberto Flamarique y Fernando Melillo. Los radicales, luego de cada jornada
electoral, festejaban en Look, en Costanera, o en Lalín, en la calle Moreno al 1900. Lo
cierto es que ninguno de estos cenáculos perduró tanto como el del Florida Garden y sus
sucedáneos.Mesas separadasCuentan que el hábito de reunirse en Florida y Paraguay viene
de lejos, de la década del 70, con Sergio Renán como aglutinante. Lo llamaban el
maestro, Carlos Menem era un pintoresco caudillejo provincial y a cambio de eso los
amalgamaba un casi unánime fervor racinguista. En aquella vieja mesa original sentaban
sus reales el periodista comunista Isidoro Gilbert, el ingeniero Raúl Colbert, Alfredo
Odorisio, actual mano derecha de Eduardo Eurnekian en América, el ex embajador Oscar
Spinoza Melo, los periodistas Guillermo Cherasny, Juan Bautista el Tata Yofre,
Jorge Asís, Jorge Elorza, Alicia Barrios (actual esposa del destituido juez federal
Hernán Bernasconi) e, incluso, con discontinuidades, los radicales Facundo Suárez Lastra
y Enrique Coti Nosiglia. Pero los muchachos del Florida no se privaban y no
era extraño encontrar también por allí a Miguel Bressano, hermano menor del dirigente
trotskista Nahuel Moreno y conchabado en la SIDE, de la que fue delegado en España. O al
mayor Julio César Coronel, alias Maco, un nombre que haría imborrable la
lista de represores de la CONADEP. Los vaivenes políticos, la vida que lleva y trae
o las persecuciones periodísticas en ocasión de algún escandalete hicieron
variar la composición de la mesa, aunque nadie, excepto Renán y Gilbert, se hayan
alejado de ella definitivamente. Siguen fieles Guillermo Cherasny, Asís, entre un viaje y
otro, Yofre, cuando baja de Córdoba. La peña ha recibido el aporte de sangre nueva:
Joaquín Alonso, jefe de gabinete de la SIDE, su escudero Claudio Pitana, ex represor de
la ESMA conocido como Fafá, el periodista económico Hugo Lamónica, ex
contador de Yacyretá, Rodolfo Iribarne, asesor del Senado por gracia de Omar Vaquir y
esposo de María Luisa Caarjuzá, secretaria de la Corte Suprema. Al Florida cae, muy de
tarde en tarde, Emir Yoma, propietario de unas oficinas cercanas. La sombra y la
influencia de Miguel Angel Vico, en cambio, sólo planean entre las paredes acristaladas
de la confitería. El ex secretario presidencial defenestrado por la leche en polvo
Jorgiano no es de los que se apalancan en el Florida Garden entre las diez y media de la
mañana y las doce y media. El entra en acción, ejerce personalmente su jefatura
espiritual en el Posadas Bar y los almuerzos cotidianos en el Piégari de los bajos de la
autopista, en El Mirasol de Puerto Madero o en el restaurante José Luis, de la Avenida
Quintana. Y ese rumbo ponen, a mediodía, los clientes del Florida. En los almuerzos,
menos populares pero más sabrosos que los de Mirtha Legrand, el grupo se agranda con el
aporte de otros dos periodistas, el ultramenemista cuidador de los caballos presidenciales
Pedro Olgo Ochoa y Jorge Jacobson; el hermano del ministro de Justicia, Nicolás Granillo
Ocampo, grampillito como lo llaman con malicia, el guardián y
procesado por las coimas del escándalo IBM-Banco Nación, Genaro Contartese, Emilio
Massera hijo, Humberto Romero y el orgánico de la SIDE Mario Granero. Como excepción, la
mesa de hombres suma a la periodista Olga Wornat. E igualmente como excepción aparece el
sindicalista socio del Jockey Club Jorge Triaca. Los cumpleaños de Triaca, en su quinta
de Las Lomas, suelen ser la única celebración que junta al grupo fuera delcircuito
diario. Pero antes de dedicarse a las viandas, los que no pisan el Florida Garden han
hecho, en general, una escala previa en el Posadas Bar. El mismo lugar de encuentro que
visitan los sábados por la mañana, cuando Florida recambia su composición. Los sábados
del Posadas Bar tienen una explicación adicional: la concurrencia de Homero, el joyero
del menemismo cuya tienda está a tiro de piedra del local. Los días de semana, al
oscurecer, los peregrinos, reducidos a esa altura a Cherasny, Jacobson, Fafá y el abogado
Marcelo Open (contratado por la SIDE gracias a la gestión de Vico y ex defensor de Susana
Giménez en el enojoso problema del auto contrabandeado) recalan a tomar un whisky en la
barra del Cipriani. Ernest Hemingway solía elegirlo durante sus estancias en Roma, pero
en el toldo verde que cruza la vereda de la Via Veneto sólo se lee Harrys
Bar. No hace falta el apellido.Florida Boys Estos hombres no son, en rigor, amigos.
Allí nadie es demasiado amigo de nadie, cuenta un testigo. Son, simplemente,
ultramenemistas. Y la reciente embestida confesional de Carlos Ruckauf contra la
frepasista Fernández Meijide fue comisionada a dos de los más conspicuos parroquianos
del Florida: el embajador en Portugal, Jorge Asís, y el jefe de gabinete de Hugo
Anzorreguy, Joaquín Alonso.Alonso, dueño de las enormes oficinas de Diagonal y Florida
compradas al dejar el directorio del Banco Central que había ocupado durante la gestión
de Hugo Santilli, es hijo de un escribano estrechamente ligado a Italo Luder. Pero sus
padrinos son Miguel Angel Vico y Emir Yoma, aunque el abanico de sus afectos incluya
también al titular de Migraciones y fallido candidato a intendente de San Isidro, el
masserista Hugo el Cachorro Franco, al propio ex almirante Massera y al
embajador en el Vaticano Esteban Caselli. Alonso, catapultado por esas protecciones y su
anterior empleo de mesadinerista, fue nombrado director del Banco Nación durante la
presidencia de Hugo Santilli, luego jefe de ceremonial del ministro del Interior Carlos
Corach y, por fin, con el apoyo de Emir y la venia del Presidente, que necesitaba una
pieza eficaz y leal para monitorear las actividades del Señor 5, se instaló
en la SIDE como jefe de gabinete. Al dejar el Banco Nación adquirió las enormes oficinas
de Paraguay y Reconquista donde pernocta con frecuencia Fafá, su custodio, ex grupo de
tareas de la ESMA, quien responde al verdadero nombre de Claudio Pitana.El otro
interviniente en la operación, Asís, pese a lo que la tapa de uno de sus libros deja
suponer, no nació en Quilmes ni se llama Asís. Su origen es Villa Domínico y su
verdadero apellido, Zain. Asís-Zain tiene una hermana, Martha, experta en ciencias
ocultas a la que el ministro del Interior Carlos Corach consulta con asiduidad. Ex
militante del Partido Comunista (una filiación que no le gusta recordar), a fines de los
80 el Turco Asís se incorporó a la Renovación. La derrota de Antonio
Cafiero y una flamante amistad con Eduardo Menem le abrieron la ruta de La Rioja. Vivía
en una vieja casa de Thames y Paraguay y escribía acodado en las mesas de la confitería
El Galeón, en Gurruchaga y Santa Fe. Estaba aún lejos de la bonanza económica. Tanto
que muchas veces respondía una jarra de agua, cuando el mozo del Florida
preguntaba: ¿Y el señor qué se va a servir?. Y después, con el tono de un
poeta finisecular acotaba: agua de pobres. Con Carlos Menem en la Presidencia
reclamó un consejo a sus amigos: ¿Qué puedo pedir?. Le dieron una buena
pista, la Unesco, y allá fue hasta que se le indicó retornar para asumir el área de
Cultura, a la que renunció súbitamente. Enojado, envió un ramo de gladiolos a Balcarce
50. El desplante fue perdonado por el jefe y un nuevo esfuerzo de Eduardo
Menem lo puso en un avión rumbo a la embajada en Portugal. Entre pitos y flautas, ya
tenía un dúplex en Quintana y Rodríguez Peña, pleno barrio de Recoleta.
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