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Por Juan Sasturain Fue un partido interesante con altos y bajos. Los bajos, paradójicamente, sobresalieron: la interminable fábrica de enanos hábiles y laboriosos que tiene Ñuls instalada en un lugar secreto de Rosario sigue produciendo muñequitos para poner y proponer del medio para arriba. Con el mismo molde y corte taza de Quintana salió Manso y ahora el modelo Enano-3 es Rosales, un hallazgo por derecha, yendo a todas y pasando. Pero la figura (figurita) fue el Manso y supertranquilo conductor. No lo encontraron nunca. Y no por chiquito sino por inteligente, moviéndose, buscando y encontrando siempre espacios para jugar. Se excedió en la individual porque se endulzó, y como no lo paraban quería terminarlas él con tiritos así, patadas de mosca. Real se lo reprochó una vez, pero qué podía decir ayer Real, realmente... En síntesis: los chiquitos son manejo garantizado, pero nada más.Entre los altos, la decepción mayor. En todas las redacciones quedó un hueco así: dos, tres columnas vacías porque Palermo no cumplió con las naturales expectativas de la nota que estaba ahí, había quedado picando desde la víspera: cumplía 26 años y sólo (sólo en su generoso caso) tenía que hacer un gol para llegar a los cien y garantizar la foto, la fiesta y la cómoda. Y no pudo, no supo, no lo dejaron. Y no se puede decir que no lo hayan buscado: el incisivo Emanuel Ruiz se pasó la tarde levantando la cabeza y el centro ulterior para que el grandote la metiera. En el primero tuvo dos y Terremoto movió cielo y tierra para sacarla; en el segundo se mandó una tijera que en realidad fue piedra o papel, no se sabe. Además, en una tarde rara en la que no puede decirse que haya jugado mal ni se haya borrado, tuvo un par de ataques: uno de habilidad, dejándola pasar entre las piernas para lo que hubiera sido golazo de Riquelme, y otro de Distéfano se sintió jugador de toda la cancha y terminó perdiéndola donde no se debe. En síntesis: el grandote es literalmente un peligro; para los rivales, para las redacciones, para la ortodoxia futbolera.Newells y Boca jugaron un primer tiempo con altos y bajos en que los de Bianchi aunque el inicial y único mano a mano fue para Vojvoda ante el impecable Córdoba pudieron sacar ventajas holgadas (la hinchada, en un ataque de amor, terminó el período cantando Desde el alma): 3-0 hubiera estado bien pese al manejo de Newells y el extravío de Battaglia. A Boca le sobró con la pegada y pisada de Riquelme, que hizo un gol y medio, los desbordes y la generosidad de Ruiz y la intermitencia de los otros volantes. El primer gol llegó por derecha con proyección de Ibarra que centreó, Palermo voló desplazado, llegó Ruiz, rebote en Cejas y Cagna que asegura y se va a celebrar por izquierda camino de Villarreal con el Vasco. El segundo fue una lágrima que desde el borde del área Riquelme dejó caer a centímetros de la línea y del palo izquierdo y propio del arquero. Con eso no hizo sino confirmar que los idiotas tiene razón: 2-0, como se verá, es el peor resultado.Boca y Newells jugaron un segundo tiempo con bajos y altos en que los de Rebottaro rebotaron con el toque al borde del área y la vez que el que rebotó fue Córdoba la única llegaron al gol. Tiro libre a cargo de los petisos desde el mismo lugar del que Boca había arrancado en el primer gol, cabezazo de Fuentes y al rebote de Córdoba que la dejó muerta, llegó primero como en todo el segundo tiempo el rubio Mateo. De ahí en más, Boca dudó entre arriesgar para liquidar pero exponiéndose, y tocar sin apuro. No le salió lo primero y sólo tuvo toque con Riquelme-La Paglia, pocos minutitos. En cambio, al equipo rosarino le han crecido los enanos en jerarquía futbolística y eso se nota. Con decisión, le alcanzó para quitarle la pelota a Boca y el aliento a la hinchada durante gran parte del complemento. Córdoba bajaba los centros pero se quedaba en el suelo un ratito después de volar y chocar tipo LAPA. Si terminaron el primer tiempo cantando un Desde el alma celebratorio; los hinchas boquenses, al final,pegaban cada suspiro silencioso que las nubes parecían acelerar sobre la Bombonera.
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