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Página/12 Por Martín Granovsky El jefe del Gobierno porteño también anunció que no tiene ningún apuro por informar los nombres de su gabinete, anticipó que esta semana enviará su proyecto de ley de ministerios y no negó que Graciela Fernández Meijide se integre en el Ejecutivo. Menem y las cuentas fueron la gran obsesión de De la Rúa en su primer día parisino, tanto que incluso no descartó un discurso sobre el (horrible) estado de la Nación, como una especie de inventario, antes de asumir la presidencia. --Voy a informar realmente a la gente de cómo están las cosas --anunció mientras tomaba un café en el hotel Sofitel, después de reunirse con el primer ministro italiano, Massimo D'Alema, que igual que González preguntó cómo estaba Carlos "Chacho" Alvarez. --¿Qué prefiere como presidente? ¿Un peronismo unido o un peronismo fracturado? --le preguntó este diario. --Bueno, no es cuestión de qué prefiero, porque la oposición debe pensar en el país --contestó, y de inmediato deslizó su preferencia--. Por ejemplo, están los gobernadores, con una actitud muy constructiva, como el de Córdoba. En el almuerzo en casa del embajador Archibaldo Lanús, de carrera y a la vez amigo de Carlos Menem y Zulema Yoma, De la Rúa también separó a José Manuel de la Sota y concentró las cargas en Menem y la administración central. --Dicen que están de acuerdo con el ajuste fiscal, pero después no llaman a los diputados a votar el presupuesto con recortes en el Fondo del Conurbano y el Fonavi y consolidan posiciones en los niveles gerenciales del PAMI --atacó. Aníbal Ibarra, que integró su comitiva más cercana junto con el vocero Darío Lopérfido, agregó un dato: --Hay contratos de ATC de hasta 30 mil dólares que vencen el 31 de diciembre, pero tienen una cláusula por la que si no se los rescinde explícitamente quedan renovados de manera automática. Entre los langostinos y el Luigi Bosca, compartidos también por el cónsul en París César Mayoral, miembro frepasista del equipo de transición, y por la populosa delegación radical a la Internacional Socialista, De la Rúa dijo que la Alianza no espera un crecimiento mayor del 3 o el 4 por ciento para el año que viene, "aunque Menem anuncie el 5", e insistió en que el déficit ronda los 9800 millones y no los 4500 que asegura Roque Fernández. Con la repetición hasta el cansancio del mismo mensaje, el próximo presidente parece buscar a la vez tres cosas: * Una, convencer de la inevitabilidad del ajuste fiscal e instalarlo como algo natural. Si ajustar cae de maduro, la discusión será, solo, cómo hacerlo. * La otra, cambiar el tradicional argumento de la "herencia recibida" por el arqueo de caja de quien llega y se queja sin quejarse. Si con Raúl Alfonsín era "Yo o el caos" y con Menem "Yo o la híper", llega el turno de la prolijidad y la transparencia contra el desorden y la confusión. * La tercera, estampar a Menem como la contrafigura, como el malo perfecto. Un malo que, en poco tiempo más, será menos poderoso cuando el poder peronista quede repartido entre los barones de Córdoba, Santa Fe y Buenos Aires y la Justicia federal interrumpa su alineación automática con el menemismo puro. Lo asombroso en el caso de De la Rúa --un político que cambia de discurso por ciclos, pero no cambia el discurso según el interlocutor que tenga delante suyo-- es que repitió su visión sobre las cuentas también con D'Alema y con Felipe González. A Felipe lo vio en el ultramoderno centro de convenciones de La Défense, el barrio construido con edificios vidriados al estilo de Nueva York en las afueras para no arruinar la perfecta línea de edificación del París de los bulevares, balcón francés, cinco pisos, frente arenado, techo de pizarra negra que se funde con las nubes oscuras. Según pudo saber este diario, a González De la Rúa le prometió respetar las privatizaciones, con mención de teléfonos y petróleo. "Es que España tiene gran interés por invertir en la Argentina", dijo el ex jefe del gobierno español. Después, De la Rúa le explicó que las tarifas altas de algunos servicios, que exceden un margen razonable de ganancias, dificultaban la baja de costos. Felipe, entonces, calló. Como empresas europeas controlan los servicios públicos de la Argentina, la idea sonó a un deseo de que Felipe, si cuenta su conversación con De la Rúa, cuente también el velado reclamo. EL maratón de entrevistas sigue hoy con el primer ministro británico Tony Blair, el presidente francés Jacques Chirac, el israelí Ehud Barak y tal vez el palestino Yasser Arafat. ¿A qué no adivinan de qué les hablará De la Rúa?
LA PREOCUPACION DE ALMUNIA Y MASSIMO D'ALEMA Por M.G. Ambos le pidieron a De la Rúa sus impresiones sobre el enfrentamiento del 12 de diciembre entre Ricardo Lagos, de la Concertación, y el neopinochetista Joaquín Lavín. "De la Rúa dijo que veía a Lagos superando a Lavín, pero confió que dirigentes de la Concertación chilena le habían señalado su preocupación por el ascenso de Lavín en la campaña", dijo a este diario un miembro de la delegación del PSOE que pidió reserva de identidad. "Sobre Uruguay, en cambio, nos pareció que De la Rúa prefirió no dejar sentada una preferencia, porque no habló mejor de Tabaré Vázquez que de Jorge Batlle", informó un italiano que visitó dos veces Buenos Aires el último año. Junto a D'Alema integró la comitiva italiana el ministro de Comercio Exterior y miembro de los Demócratas de Izquierda Piero Fasino. El dirigente italiano dijo que D'Alema fue muy específico y mencionó qué bueno sería un Cono Sur con similitudes ideológicas entre Chile, la Argentina y Uruguay. Para italianos y españoles se trata de una apuesta fuerte para ensanchar el gran club de los socialdemócratas: Lagos y Vázquez son de la Internacional Socialista, y la Unión Cívica Radical fue admitida ayer formalmente como partido miembro. La única afiliación argentina plena pertenecía hasta ahora al Partido Socialista Popular de Guillermo Estévez Boero. De la Rúa, sin embargo, no quiere dar señales de europeísmo excluyente. "No sé quién publicó que yo iba a interrumpir la participación en las misiones de paz", dijo. "Lo desmiento." Ante una consulta de este diario sobre si se estaba proponiendo girar más hacia Europa y menos hacia Estados Unidos ,afirmó: "No nos inclinamos hacia ningún bloque".
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