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Todo empezó en el barrio neoyorkino de Brooklyn, cuando Andre, un joven de 22 años, adoptado, salió en busca de sus orígenes. Hurgó en su pasado hasta descubrir que su madre era Madelyn Carmichael, de 60 años. También se enteró de que él había llegado al mundo junto a Latanisha, su hermana melliza, a quien no recordaba o jamás había visto. Hace tres semanas una idea comenzó a rondar por su cabeza y el viernes decidió a llamar a la policía: sospechaba que su hermana había sido asesinada por su propia madre. Según los vecinos, Madelyn siempre se quejaba de escuchar llantos de bebé que la enloquecían, pero eso era imposible porque vivía sola y en el edificio no había niños. Cuando el viernes pasado los investigadores allanaron el departamento, descubrieron en un placard el fantasma que agitaba a Madelyn. Allí dentro, envuelto por una frazadita y una bolsa de plástico, había guardado durante veinte años el cuerpo de su Latanisha. Lo había llevado, incluso, cuando se mudó de casa. El hallazgo de la niña tuvo lugar el viernes pasado a las 19.40, en el departamento de Madelyn Carmichael, en el barrio de Brooklyn. Los policías tenían la información sobre la desaparición de Latanisha aportada por Andre, su hermano mellizo. Cuando los investigadores registraban la vivienda, y se dirigían hacia uno de los placares, la dueña de casa corrió hacia el dormitorio donde se encontraba el placard, se mostró muy agitada, le bajó la presión y debió ser atendida por los médicos con una máscara de oxígeno. Al abrir la puerta del mueble, los policías descubrieron el cuerpo de una niña de unos 3 a 4 años, envuelto dentro de una pequeña frazada, con palillos de incienso, desodorizadores y cajas de naftalina. El conjunto había sido colocado dentro de cuatro bolsas de plástico y envuelto a su vez por hojas de diario amarillentas, en las que se podía leer su fecha: 4 de noviembre de 1979. Latanisha nació el 23 de febrero de 1976 y, casualidad o no, su cuerpo volvió a ver la luz exactamente veinte años después de perder la vida. Madelyn no tiene antecedentes penales y sus vecinos la consideraban normal, aunque un poco rara. En la Administración de Servicios Sociales, de todos modos, se destaca su historial de abuso sobre niños. Pese a que Madelyn tuvo cuatro hijos, la desaparición de Latanisha pasó inadvertida porque la mujer se desprendió de ellos de muy pequeños. Cuando le preguntaban por ellos respondía que "era muy pobre para mantenerlos". "¿Y Latanisha?", curioseaban los vecinos. "A ella la mandé al sur", respondía muy tranquila. La investigación del caso se inició hace tres semanas, cuando un joven se acercó al edificio para preguntar por Miss Carmichael. Sostuvo que era su hijo y que había sido adoptado por otra familia. Pero Johana Rivera, la encargada, no logró encontrarla. El joven dejó su teléfono y no regresó jamás. Según la policía, Andre es hermano mellizo de Latanisha y junto con otro hermano, fue entregado en adopción. Gregory, el mayor de los cuatro, fue el único que quedó bajo su cuidado y fue visitado por su madre en prisión, donde aún permanece detenido por robos. Mientras Andre buscaba a su madre, se contactó con una tía, hermana mayor de su madre, que le preguntó por su hermana melliza. Andre se sorprendió porque nunca había oído hablar de ella, y comenzó a sospechar. Cuando comenzó a preguntar por Latanisha, la mujer rompió en un llanto y le confesó que creía que había sido asesinada y que el cuerpo aún debía estar en el departamento. En su edición dominical, el New York Times cubrió la información sobre el caso, señalando que los vecinos del edificio ubicado en Rockaway Parkway 94-01, sorprendidos por la detención de Madelyn, aseguraron que quería mucho a los niños del barrio y que en cada Navidad les hacía regalitos. Aunque también recordaron que permanentemente se sentía sobresaltada por los llantos de bebé que decía escuchar, aunque no había ningún niño en el edificio. "Estoy muy shockeada --aseguró Rivera, la encargada del edificio--. Ella era una mujer muy agradable. Es cierto que decía escuchar ruidos raros, pero nada parecido a esto". Más tarde, cuando Carmichael ya había sido trasladada al Kings Hospital Center, del condado, y sobre ella pesaban los cargos de homicidio en segundo grado, Rivera comenzó a analizar en tono más crítico a su vecina. Entonces llamó a la policía y reveló algunas de las obsesiones de la mujer. Relató que en una ocasión Carmichael le regaló una muñeca que había pertenecido a su hija. Rivera aseguró que la mujer la obligó a prometer que jamás se la devolvería. El viernes por la mañana, antes de la detención, Rivera volvió a cruzarse con la vecina. "Me volvió a decir que un chico lloraba toda la noche y no la dejaba dormir, pero sólo hay un anciano viviendo cerca de ella."
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