En
Argentina, ganó una alianza electoral centroizquierdista donde la izquierda del Frepaso
quedó debilitada, y donde cualquier medida del presidente electo Fernando de la Rúa
aparece seriamente puesta en duda por el pacto de gobernabilidad de facto con un peronismo
que aún retiene el Senado y la mayoría de las gobernaciones. En Uruguay, se impuso
resonantemente en primera vuelta un Frente Amplio situado más a la izquierda que la
Alianza argentina, pero que deberá arañar voto por voto si quiere alzarse en el difícil
ballottage a librar con el centrista Partido Colorado el 28 próximo. En Chile, el
socialista Ricardo Lagos parecía número puesto para las presidenciales de diciembre,
pero en los últimos días la derecha de Joaquín Lavín ha aumentado su ventaja
preelectoral a sólo puntos de distancia, librado del lastre que significa la presencia
del ex dictador Augusto Pinochet. En Brasil, gobierna un partido socialdemócrata de
nombre, pero que ejecuta políticas neoliberales; en Paraguay, el proceso institucional
--si es que alguna vez pudo hablarse de tal cosa-- se ha convertido en un absoluto
mamarracho, y en Guatemala se libran hoy comicios entre un partido ultracorrupto y otro
cuyo referente es el ex dictador Efraín Ríos Montt.
La evolución más rica en novedades puede
abrirse hoy en México, pero quizá menos a partir de un cambio del partido gobernante que
a través de su democratización interna. Por primera vez en 70 años de virtual unicato
político, el presidente Ernesto Zedillo prescindió ayer de su habitual prerrogativa del
"dedazo" para permitir que cuatro candidatos compitan en elecciones internas que
prometen ser libres y limpias. Y, abortado previsiblemente el matrimonio de conveniencia
que significaba la alianza del agua y el aceite entre el derechista Partido Acción
Nacional y el centroizquierdista Partido de la Revolución Democrática, la aguja del
saber convencional se inclina a calcular que el ganador será nuevamente el PRI, por la
fragmentación de sus opositores y por la formidable maquinaria política que se ha sabido
construir.
La conclusión de este repaso es que aún es demasiado
temprano para emitir alguna, salvo la obviedad de que el subcontinente vive en un estado
político de flujo. La única realidad dura es la de la economía --también en estado de
flujo-- que puede confirmar las esperanzas de una Tercera Vía a nivel continental o
desmentirlas a través del triunfo de las políticas de sus principales referentes
europeos: Tony Blair y Gerhard Schroeder. |