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Por Hilda Cabrera En medio de un panorama invariablemente incierto, la Fiesta Nacional del Teatro culminó el sábado en la ciudad de Córdoba, este año anfitriona de un evento no competitivo que se rearma anualmente para evaluar trabajos y evitar el aislamiento, sobre todo de los grupos del interior. Dos propuestas teatrales, la entrega de distinciones provinciales y el anuncio del Premio Nacional a la Trayectoria al director Pedro Asquini, que incluye una remuneración mensual vitalicia de mil pesos, ocuparon la última jornada de un encuentro que reunió durante nueve días a 24 grupos independientes de todo el país, seleccionados en sus respectivas regiones. En el acto de clausura, el actor Lito Cruz, director del Instituto Nacional de Teatro, se despidió como tal, anunciando que estaría en el cargo hasta el 10 de diciembre, y pidiendo a los grupos que mantuvieran el nivel de comunicación alcanzado hasta ahora. Los grupos, muchos de ellos convertidos en focos de resistencia teatral dentro de su zona, consideran que, más allá de sus desniveles artísticos, la muestra es apreciada tanto por los participantes como por el público. La Fiesta, organizada por el Instituto (en esta edición con apoyo de la Agencia Córdoba Cultura), logró una asistencia interesante: un promedio diario de novecientas personas que pagaron su entrada (de un peso para todos los espectáculos), y 200 acreditados (elencos, talleristas, críticos y periodistas). Los grupos recibieron 2000 pesos por dos funciones, más alojamiento y comida. Entre las actividades programadas, el director Augusto Fernandes viajó especialmente desde Buenos Aires para dictar un seminario sobre "El escenario como espacio expresivo", desarrollado en dos jornadas y con entrada gratuita. Hubo cien inscriptos. Las obras A-banderados (de la provincia de Buenos Aires) y Nocturno hindú (adaptación de la novela de Antonio Tabucchi y dirigida por Gabriela Izcovich) estuvieron entre las más aplaudidas por el público. Cerraron el encuentro El coordinador, por el grupo mendocino El Enko Cía. Teatral, dirigido por Juan Cristóbal Comotti, y No hay que llorar, de Roberto Cossa, historia de una frustrada familia de clase media, en una puesta de Antonio Ferrara. La importancia del encuentro quedó de manifiesto en el diálogo que Página/12 mantuvo con los integrantes de cuatro grupos provinciales. Un caso es el del santafesino Daniel Vitale, quien con su grupo Exit presentó en la edición 1998 una singular recreación de Yerma (dirigida por Marisa Oroño). Esta vez se encargó del montaje de La casa, la propuesta de los riojanos del elenco Amalalú. La producción de este grupo es totalmente independiente, sin dinero del Instituto. "Tampoco Exit pidió subsidios hasta ahora -aclara Vitale--. Esperamos a que los tiburones coman primero". En realidad dice no haberlos necesitado porque las obras eran muy artesanales y apuntaban ante todo a un tratamiento no convencional del espacio. Vitale cumple diez años de participación en la Fiesta y está convencido de que ésta debe continuar, "no porque vea crecer a la Fiesta, sino a los grupos". En su opinión, la escena refleja de alguna manera la idiosincrasia de cada provincia: "En algunas puestas se nota la gran distancia que las separa de las producciones donde hay más teatro. Quizás esos grupos no pretendan trabajar otras estéticas, pero al menos el encuentro les va abriendo la cabeza". "Para nosotros la Fiesta es una gran puerta", dice por su lado la actriz sanjuanina Viviana Moya, cuyo elenco presentó una elogiada Inferno. "Nos costó mucho llegar hasta aquí. Esta es la tercera vez que participamos, y es una buena manera de que conozcan nuestro trabajo. Tuvimos la suerte de que nos eligieran y llamaran para hacer funciones en otras provincias y nos invitaran a festivales internacionales. En San Juan la gente está poco acostumbrada al teatro. Nos cuesta mucho convocarla. Nuestro fuerte es el público universitario, pero no tenemos un lugar propio. Nuestro próximo espectáculo será El murmullo, una obra del director del grupo, Juan Carlos Carta. Va a tomar aspectos de la historia sanjuanina de la década del 40. Para febrero del 2000 tenemos proyectado montar dos obras, Terra y Cielo, para complementar Inferno, porque los tres están siempre entre nosotros". La actriz Claudia Bonini, del Teatro Universitario de Salta (que presentó Dos viejos pánicos, de Virgilio Piñera) destaca el hecho de poder compartir experiencias y analizar las dificultades de unos y otros. "Descubrimos que no existe una única problemática en el teatro, pero sí una historia común que hace posible armar circuitos, independientemente del ámbito oficial. En Salta, ningún grupo vive de esta actividad, aunque hace muchos años que trabajamos. No hay salas, o muy pocas, y cuesta alquilarlas. Esto es endémico en la provincia. Formamos una asociación con la que tratamos de inmiscuirnos en el ámbito oficial para marcar políticas culturales. Hace cinco años que organizamos conjuntamente con la Secretaría de Cultura las fiestas provinciales y compartimos ciertas responsabilidades en la realización de eventos teatrales, pero todavía no tenemos escuelas". Evaluar el propio nivel, marcar una estética, eso es posible, según el actor y director chaqueño Marcelo Padelin, cuando se produce un real intercambio. Intérprete y puestista de El beso, una versión de Hemilce Isnardo sobre la novela El beso de la mujer araña, de Manuel Puig, que presentó en la Fiesta, califica a su elenco de experimental. Le interesa la antropología teatral y la aplicación de las culturas orientales en el entrenamiento del actor. Cree que la adaptación de la novela de Puig "rompe con el teatro tradicional, folklórico, que se viene realizando desde hace muchos años en el Chaco. Era tocar temas tabú, como los de la homosexualidad y la política. Ya lo habíamos hecho con una obra de Alejandro Tantanian sobre el incesto, una problemática que tal vez sea común en las provincias, pero de la que nunca se habla". El beso fue estrenada en abril último en Resistencia, y tuvo buena recepción, según cuenta Padelin. Varios grupos de Resistencia recibieron apoyo del INT, y se pudieron reformar salas y abrir otras. Para él, "todavía nos falta mucho, pero estamos en camino".
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