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Por M.G. Desde Francia Fernando de la Rúa se fue de París con una carta manuscrita, informó a Página/12 un miembro de la comitiva argentina. No es de Tony Blair, ni de Lionel Jospin o Jacques Chirac, sino de Federico Storani. Dice a De la Rúa que queda relevado de cualquier compromiso político o personal. En otras palabras: Storani se cansó de hacer lobbying para convertirse en el próximo presidente de la Cámara de Diputados. Storani detuvo a De la Rúa cuando el presidente electo salía del Hilton rumbo a una entrevista con Jospin, su último contacto en Francia antes de volver a Buenos Aires apurando el regreso. De la Rúa recibió el sobre y se fue circunspecto, más circunspecto que nunca. La forma elegida por el dirigente del radicalismo bonaerense toma en cuenta dos vertientes: * Storani jugó a favor de De la Rúa cuando lo apoyó en su crítica al Pacto de Olivos que firmó Raúl Alfonsín para permitir la reforma constitucional con la cláusula de reelección deseada por Menem. En ese momento se distanció de Alfonsín. * "Fredi" argumentaba hasta ayer que su designación como presidente de la Cámara de Diputados, un puesto clave en la línea de sucesión presidencial, formaba parte de un arreglo anterior a las elecciones, y que ese arreglo no se podía desconocer. Si no hay un nombramiento sorpresa, la carta deja libre el camino para que llegue a la presidencia de la Cámara el delarruista puro Rafael Pascual. Justamente, la cuestión Storani se convirtió en las últimas dos semanas en una de las claves que revelan la tensa relación entre De la Rúa y su partido. El presidente electo no abrió el juego a ningún dirigente histórico de la UCR para la conformación del gabinete, la discusión sobre la estructura del futuro gobierno, la designación de otros cargos fuera del Ejecutivo e incluso la gira por París. Su comitiva sólo estuvo integrada aquí por el vocero Darío Lopérfido --otro delarruista puro-- y el candidato a jefe de Gobierno, Aníbal Ibarra. Salvo el secretario general de la UCR, Jesús Rodríguez, con Blair, ningún otro participó de los encuentros de alto nivel con los principales jefes políticos europeos y del Medio Oriente. La presencia de Ibarra quizás no sea sólo un espaldarazo al dirigente frepasista sino una señal a dos puntas. Por un lado, a los mismos radicales, para que no sueñen con cambiar las reglas acordadas con los socios de la Alianza, de que la candidatura porteña quedaría para ellos. Por otro, al Frepaso: después de tanta gentileza, hasta Carlos "Chacho" Alvarez podría verse tentado a ser recíprocamente cortés. Claro que para esto habría que ver si el Frepaso quiere resignar el proyecto de colocar a Graciela Fernández Meijide en Acción Social y si la Alianza encuentra un puesto atractivo para la ex candidata a la gobernación de Buenos Aires.
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