![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
![]() |
|
Por Carlos Rodríguez ![]() El alegato final de los acusados sobrepasó los límites del Código Procesal cuando La Garza, a los gritos, siguió dándole material al periodismo. "¡No tenemos nada que ver! ¡Vayan a preguntarle al comisario Rodríguez!", alcanzó a decir antes de que se lo llevaran los 30 guardias asignados a la custodia de los detenidos. A la mamá de Claudio Gutiérrez, en medio de una crisis, se le escuchó decir: "Mi hijo es inocente". La mujer se dejó caer sobre uno de los asientos mientras resumía su presente afirmando que está "muy enferma y muy sola". La asistieron, con un vaso de agua y palmadas en el hombro, los mismos guardias penitenciarios que se habían llevado esposado a su hijo. Emilio Nielsen, otro imputado, dijo que el juicio sirvió para establecer que "hay dos bandas: una que está afuera, en libertad, y otra integrada por el señor Chorizo Rodríguez, que es la más peligrosa de todas". Dejó en evidencia que leyó el libro La Bonaerense cuando, citando párrafos textuales, vinculó a Rodríguez con la desaparición de Andrés Núñez y con la agresión al periodista Hernán López Echagüe. "No soy lo que mis padres querían", admitió Nielsen, pero insistió en que "fue Rodríguez el que 'armó' esta superbanda". Dirigiéndose al camarista Martín Moreno, y aludiendo a un contrato de alquiler citado como prueba en su contra, Nielsen aventuró: "Señor presidente, si usted me alquilaba una pieza hoy podría estar sentado al lado mío". Los testimonios que más golpearon a defensores y familiares de los presos fueron los que brindaron Claudio Chávez y Claudio Gutiérrez. El primero recordó a su padre, ya fallecido, a quien solía visitar de niño en distintas cárceles del país en las que estuvo preso. "Yo me considero un chico de pecho, fui criado por mi vieja, la pasamos mal y nunca me gustó lo que había hecho mi viejo". Aseguró que nunca fue delincuente: "No me gusta, era feliz trabajando 14 horas por día". Claudio Gutiérrez sostuvo que los 22 años y seis meses que pidió para él la Fiscalía significan "la pena de muerte, porque jamás estuve en el hecho y porque estoy enfermo de sida por una mala jugada de la vida". Valor abrió la rueda acusando, otra vez, al comisario Rodríguez. La Policía Bonaerense, dijo, le adjudica "18 delitos" diferentes, por los cuales --en su mayoría-- todavía no ha sido juzgado. El defensor de Valor, Roberto Babington, aseguró a Página/12 que "en la mitad de esas causas no hay acusación concreta y mi representado será absuelto". Con su lenguaje carcelario, pleno de guiños hacia el público adicto, La Garza Sosa arrancó diciendo que le pedía "a Dios" que ilumine a los jueces "para que pueda saberse toda la verdad, porque vengo del infierno, aunque no pacté con el Diablo", en lo que pareció una alusión al "Chorizo" Rodríguez. Tropezó sólo cuando dijo "boda" en lugar de "aniversario" de la muerte del sargento Claudio Calabrese, quien murió en el intento de robo. "Cuando llegue ese día no quiero que su familia piense que yo estuve en el lugar", deseó. "Soy ladrón, pero nunca asesino", gritó más tarde, cuando lo sacaban de la sala. Para concluir insistió: "Señores jueces, en esta película yo no estuve". La sentencia se conocerá el próximo viernes.
|