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Esa vieja y querida obsesión por saberlo todo sobre el Presidente

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"El ala oeste", que comienza mañana en la señal de cable Warner, se mete en la Casa Blanca para una nueva ficción presidencial.


Por Cecilia Bembibre
t.gif (862 bytes)  Si los franceses se enorgullecen de nombrar a una Marianne --el rostro de la mujer que representa a la República-- cada diez años, los estadounidenses (o al menos los espectadores estadounidenses) pueden marearse ante el vértigo de las transformaciones que atraviesa la faz presidencial en pantalla, al ritmo de las modas y los presupuestos. Sonreír desde un Salón Oval (falso o verdadero, ¿importa realmente?) es un papel por el que se desvelan los actores que pasan los cuarenta; Michael Douglas, Harrison Ford y John Travolta son algunos de los que ya prestaron su imagen a la figura presidencial en la última década, tras Warren Beatty y Kevin Kline. Martin Sheen acaba de sumarse a la lista con el estreno de "The West Wing" ("El ala oeste"), una comedia dramática del canal Warner (mañana a las 20, el segundo episodio), una emisora que en esta temporada intenta elevar la edad promedio de sus televidentes.

Lo que pasa o podría pasar en la Casa Blanca es fuente de innumerables especulaciones audiovisuales. Que muchas veces, como ocurrió hace algunos meses, palidecen ante la revelación de lo que realmente sucede. En esa línea, películas como La mujer del presidente, Air Force One, Colores primarios y Mentiras que matan imaginaron, exageraron e intentaron develar misterios. La televisión pasa semanalmente a los políticos estadounidenses por el tamiz de la comedia en "Spin City" (con Michael Fox, por Sony, lunes a las 20 hs.) y con vistas al drama en "The West Wing". Un fenómeno que este año tiene eco en las pantallas argentinas con series como "La mujer del presidente" y "El hombre".

"Potus en un accidente de bicicleta": la frase enigmática hace vibrar los radiomensajes de varios personajes en la primera escena del capítulo uno de "The West Wing". El llamado es ineludible porque, como le explica el asesor de prensa a la chica con la que acaba de pasar la noche, p.o.t.u.s. es la sigla de president of the United States. Con esta excusa, se presentan los personajes principales en breves escenas, para que el espectador deduzca lo esencial de su carácter en alrededor de quince segundos.

Leo está en casa leyendo el diario, y comenta a su mujer que el apellido de Kadafi está mal deletreado en el crucigrama del New York Times. Interrumpe la frase para atender el llamado telefónico con el mensaje de Potus. Léase: es un tipo inteligente y agudo, que pone su trabajo antes que nada. C. J. está corriendo en la cinta de su gimnasio y tratando de caerle simpática al hombre que corre en la cinta de al lado. Sin éxito: a pesar de que insinúa que "entre las 5 y las 6 de la mañana dispongo de tiempo para mí; puedo venir al gimnasio o 'conocer a un hombre interesante'", él se limita a señalar que está sonando su beeper. Ella intenta leer el mensaje de Potus y se cae de la cinta. Léase: C. J. es determinada y trabajadora, al punto que posterga su vida personal --con cierta torpeza-- por su carrera. Josh está durmiendo en su oficina mientras a su alrededor alguien pasa la aspiradora. De repente, el radiollamado lo despierta. Léase: Josh es el empleado del mes. Sam acaba de ducharse y se viste frente a una chica que lo mira desde la cama. Ella le pasa el mensaje que acaba de leer en el beeper, y él le explica lo de Potus. Léase: Sam es el donjuán del grupo, y está orgulloso de su trabajo. Del mismo modo que en el ciclo protagonizado por Oscar Martínez se cruzan realidad y ficción, en "The West Wing" los tópicos exceden la hora de programa. Martínez comió con Mirtha, presentó la miniserie con un simulacro de acto político y establece guiños permanentes con momentos de la historia argentina. El programa de Sheen se complementa con foros de discusión en Internet en los que los televidentes opinan acerca del tratamiento en el guión de cuestiones como la inmigración, la tenencia de armas o los conflictos con la derecha católica como si fueran verdaderas cuestiones de Estado. O no del todo. Porque, razona uno de los fans de la serie, no se le puede pedir demasiado compromiso a un actor que hace de presidente, cuando los grandes intereses de la opinión pública tampoco se debaten seriamente desde el gobierno.

 

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