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Familiares de víctimas de la represión ilegal en Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay presentaron una denuncia contra los ex dictadores de sus respectivos países. Los imputan por desaparición forzada de personas como delito permanente. El caso recayó en el juez federal Adolfo Bagnasco y es la primera vez que la Justicia argentina investigará las consecuencias del Plan Cóndor.

VIDELA, HARGUINDEGUY, PINOCHET Y STROESSNER DENUNCIADOS EN LA ARGENTINA
El siniestro vuelo del Cóndor no será olvidado

El ex general Suárez Mason, responsable de miles de desapariciones. El ex dictador Augusto Pinochet, preso en Londres por torturas.
El ex general Jorge Rafael Videla, indultado por Carlos Menem. Alfredo Stroessner ejerció el poder durante más de tres décadas. El general Manuel Contreras, ex jefe de la DINA, está en prisión.

Por Adriana Meyer

t.gif (862 bytes)Por primera vez, un grupo de familiares de desaparecidos chilenos, paraguayos, uruguayos y argentinos iniciaron un juicio por privación ilegal de la libertad como delito permanente contra los máximos jefes militares que ejecutaron el denominado Plan Cóndor. Los acusados son Jorge Rafael Videla, Augusto Pinochet y Alfredo Stroessner, entre otros. Los abogados de la querella destacaron ante Página/12 que el escenario principal de los hechos fue Argentina porque el Cóndor debía ser cumplido “primariamente” en el seno del aparato de poder del autodenominado Proceso para la Reorganización Nacional y, por lo tanto, no cabe duda de la jurisdicción argentina para juzgarlos.
La confirmación del accionar conjunto surge del cable del FBI (ver aparte) que fue certificado por el Departamento de Estado norteamericano. En la Argentina se encontraba la mayor parte de los refugiados políticos de las dictaduras militares limítrofes. Esto significa que los militares extranjeros están acusados de delitos cometidos en territorio argentino como partícipes necesarios.
La denuncia –que recayó en el juzgado de Adolfo Bagnasco– plantea que la extraterritorialidad no podrá ser cuestionada porque fue pactada por los estados que suscribieron la Convención Americana sobre Desaparición Forzada de Personas, que establece que rige en primer término la jurisdicción del lugar de comisión de los hechos, luego la de los jueces de la nacionalidad de la víctima y, por último, la de los jueces de la nacionalidad del autor.
Los querellantes definieron a la Operación Cóndor como “una asociación ilícita entre los imputados de rango político o militar superior, para cometer los delitos de secuestro agravado, aplicación de tormentos, homicidio y desaparición forzada de personas en el territorio de los países involucrados y mediante el uso criminal del aparato del Estado”. Y sostuvieron que ese plan represivo constituyó una “acción criminal contra la soberanía” de cada uno de los países que lo integraban porque “suprimió el derecho de asilo mediante acciones militares clandestinas”.
En el dictamen que elaborará el fiscal Miguel Angel Osorio seguramente tendrá en cuenta la reciente resolución de la Cámara Federal porteña, en la causa sobre sustracción de menores, porque la sala I de ese tribunal rechazó la prescripción y la cosa juzgada de los delitos por los que Bagnasco procesó a siete jefes militares. Los camaristas Luisa Riva Aramayo y Horacio Vigliani entendieron que puede aplicarse la Convención Americana sobre Desaparición Forzada de Personas, aprobada en 1994, a hechos que comenzaron a cometerse en 1976. Ese fallo sostiene que no hay cosa juzgada respecto del tramo de conducta del imputado posterior a la sentencia absolutoria o a la amnistía o indulto, cuando el delito se sigue cometiendo.
Los denunciantes advirtieron sobre la posible conexidad con la causa que instruye el juez Gustavo Literas, delegada en el fiscal Osorio, en la que se imputa el delito de privación ilegal de la libertad a militares uruguayos que fueron indultados por el presidente Carlos Menem, y que operaron en el centro clandestino de detención Automotores Orletti. Pero esta nueva presentación no se limita a los hechos ocurridos en jurisdicción del Primer Cuerpo de Ejército (Orletti).
Los abogados Alberto Pedroncini, David Baigún, Albor Ungaro y Carlos Zamorano representan a cinco familiares:
ron2.gif (93 bytes)  Dora Carreño Araya es chilena y reclama por su hermana, Cristina, de la misma nacionalidad, desaparecida en Argentina el 26 de julio de 1978.
ron2.gif (93 bytes)  Idalina Tatter, paraguaya, es esposa del ciudadano de esa nacionalidad Federico Tatter, desaparecido en Argentina el 15 de octubre de 1976.
ron2.gif (93 bytes)  Sara Méndez, uruguaya, es la madre de Simón Riquelo, argentino, secuestrado el 13 de julio de 1976 en Buenos Aires y trasladado clandestinamente a territorio uruguayo. * Elsa Pavón de Grinspon, argentina, es la madre de Mónica Grinspon de Logares, que fue secuestrada en Montevideo el 18 de mayo de 1978 junto con su esposo, Claudio Logares y su hija Paula, desaparecida en Argentina.
ron2.gif (93 bytes)  Claudia y Ana María Careaga, argentinas, hijas de María Esther Ballestrino de Careaga, paraguaya, secuestrada en la porteña Iglesia de la Santa Cruz el 8 de diciembre de 1977, actualmente desaparecida.
Pedroncini aseguró a Página/12 que “esta nueva acción se suma a la de los procesos del exterior y formará con ellos un todo solidario y complementario, como expresión de una conciencia internacional común”. En este sentido, no incluyeron el delito de homicidio para no superponerse a la causa que se inició en Roma y a la que investiga el asesinato del general Carlos Prats. Y tampoco abarcaron los delitos de genocidio, terrorismo y tortura para que esta nueva causa no colisione con la que lleva adelante el juez Baltasar Garzón. El magistrado español instruyó en un apartado los casos relacionados con el Plan Cóndor y a partir de esas pruebas pidió la detención del dictador chileno Augusto Pinochet.
También fueron acusados los generales retirados Carlos Suárez Mason, Albano Harguindeguy –quienes están en libertad–, los chilenos Manuel Contreras y Pedro Espinoza, los paraguayos Francisco Brites, Benito Guanes y Pastor Milcíades Coronel, y los uruguayos Guillermo Ramírez, José Nino Gavazzo, Manuel Cordero, Enrique Martínez, Jorge Silveira y Hugo Campos Hermida.

 


 

LA REPRESION POLITICA EN EL CONO SUR
Asesinos por naturaleza

t.gif (862 bytes) La Operación Cóndor, el plan de represión política conjunta organizado por las dictaduras de Argentina, Chile, Bolivia, Brasil, Paraguay e Uruguay, vuelve a estar en la mira de la Justicia. A partir de 1974, por iniciativa de Augusto Pinochet en Chile, las dictaduras del Cono Sur empezaron a coordinar operaciones represivas y a intercambiar información de “izquierdistas” y de organizaciones consideradas “subversivas”. En la Argentina desaparecieron 170 dirigentes y militantes chilenos, paraguayos, uruguayos y brasileños. El asesinato en Buenos Aires del general chileno Carlos Prats, de Orlando Letelier en Washington, y de otros políticos y dirigentes, también fue obra del plan Cóndor. En los países limítrofes secuestraron a argentinos que fueron entregados a los militares locales y que permanecen desaparecidos.
El plan Cóndor surgió en 1974, cuando Pinochet visitó a Stroessner en Asunción. En forma progresiva –a medida que se producían los golpes de Estado en la región– se fueron sumando los demás países del Cono Sur. En 1975 el Operativo se oficializó en Chile a través de un documento fundacional, que fue descubierto por el abogado paraguayo Martín Almada. En el documento, del 29 de octubre de 1975, se justifica la creación del plan por la necesidad de contar “con una coordinación eficaz que permita un intercambio oportuno de informaciones y experiencias”, para lo cual se propone la organización de un “archivo centralizado de antecedentes de personas, organizaciones y otras actividades conectadas a la subversión”. La Dirección de la Inteligencia Nacional de Chile (DINA) –servicio de inteligencia del país trasandino– se ofrecía como “sede del sistema”. El acuerdo compromete a Pinochet, Videla, Stroessner, Figueiredo y Alvarez, presidentes de facto en aquella época.
En 1978 Videla viajó a Chile para coordinar la contribución del país al plan Cóndor. Pero ya dos años antes, en 1976, se habían descubierto pruebas de la participación argentina. Robert Scherrer, un agente estadounidense del FBI afincado en Buenos Aires, envió a Washington el 28 de setiembre un cable sobre la Operación Cóndor. “Chile es el centro de la operación y sus miembros incluyen a la Argentina, Bolivia, Paraguay y Uruguay”, advertía en su informe. Por otro lado, en 1977, el coronel Paul Coughlin, de la embajada de Estados Unidos, avisaba al Pentágono que en Argentina se estaban formando “grupos especiales” para emprender “misiones que incluyen asesinatos” y que el objetivo final era “eliminar las actividades terroristas marxistas en los países miembros”.

 

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