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De la guerra de Chechenia a las amenazas de golpe

Mientras Mijail Gorbachov celebraba en Berlín la Caída del Muro,el presidente ruso Boris Yeltsin temía la caída de su gobierno. El generalato teme que Yeltsin frene la ofensiva contra Chechenia.

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Las tropas rusas asedian la capital chechena de Grozny.
El invierno dificulta el avance y la vida de los refugiados.


El Paísde Madrid
Por Rodrigo Fernández Desde Moscú

t.gif (862 bytes) La guerra de Chechenia puede costarle el cargo al presidente ruso Boris Yeltsin. Eso, al menos, es la opinión dominante en algunos prestigiosos diarios de su país, que informaban sobre la posibilidad de que los generales destituyeran al presidente si éste se atrevía a ordenar el cese de la operación militar en curso contra la república separatista norcaucásica e islámica de Chechenia. “El ministro de Defensa comienza la ofensiva”, titulaba Kommersant, influyente periódico reformista que afirmaba que “los generales están estudiando la experiencia de Pakistán”. Es decir, la posibilidad de dar un golpe de Estado como recientemente lo hizo en esa potencia nuclear el general Pervez Musharraf. Izvestia, por su parte, informaba que el general Vladimir Shamanov, comandante del frente oeste de Chechenia, reconoció públicamente que hay un “grupo de correligionarios” en el entorno de l general Anatoli Kvashnin, el jefe del Estado Mayor General de las Fuerzas Armadas, “que está dispuesto a obtener dividendos políticos” de la ventajosa situación en la que se encuentran actualmente los militares. “Pero si en el Kremlin realmente piensan que las ambiciones políticas de los generales pueden ser utilizadas en provecho propio, entonces es hora de recordarles (a los habitantes del Kremlin) que están jugando con fuego”, registra el diario que dice el general. Izvestia opina que “la exagerada idea que un grupo de generales tiene sobre su lugar en la naturaleza y la sociedad”, como demuestra la última entrevista dada por Shamanov el domingo al popular canal de televisión NTV, “no es una extravagancia casual sino una posición meditada”. Al respecto, baste con citar la siguiente frase de Shamanov: “Rusia debería arrodillarse ante el general Kvashnin” (por lo que éste está haciendo en Chechenia). Por cierto, Kvashnin fue quien supuestamente hizo regresar intempestivamente al presidente Yeltsin de sus vacaciones en el mar Negro. Fue después de que el general se negara de plano a discutir la idea de cesar la campaña militar en el Cáucaso del Norte y estudiar la posibilidad de negociar con los chechenos, como le pide Occidente a Rusia. “El generalato desgraciadamente desea una guerra total y permanente, una guerra que no tenga fin, ya que el fin de ésta significa negociaciones políticas. Y parece que precisamente el gobierno de Vladimir Putin es el que tendrá que explicar a Kvashnin y Shamanov que, si bien es cierto que su hazaña es inmortal, el lugar político del Ejército se encuentra en los cuarteles y no en las pantallas de la televisión”, concluye Izvestia. Las informaciones sobre supuestas diferencias entre los militares y el Kremlin, unidas a los insistentes rumores sobre la posible caída de Putin, son tema obligado en los pasillos de la Duma Estatal (la Cámara baja del Parlamento), la Casa Blanca rusa –sede del gobierno– y las demás instituciones de poder, lo que crea un clima de ansiedad e inestabilidad. Tal vez la palabra final la tenga el diario digital Gazeta. En un artículo titulado “¿Destituirán los generales a Yeltsin?”, resume toda la situación política y militar que hoy preocupa a Moscú. Si el presidente Yeltsin “de pronto decide negociar (en Chechenia) o echar a Putin, se podrá encontrar con la desagradable sorpresa de verse destituido él mismo”.

 

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