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DESPUES DE UNA DECADA, LEON GIECO Y VICTOR HEREDIA VUELVEN A ACTUAR JUNTOS
“Estos años fueron trágicos para el país”

Ambos músicos coinciden en que la década que está por terminar sufrió en lo cultural todos los vicios del menemismo. De cara a los shows en el Opera, Gieco y Heredia repasan lo que pasó en estos diez años, en el país y en sus carreras artísticas. Y agregan que “la canción popular parece adormecida, pero sigue estando en el corazón de la gente”.

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León Gieco y Víctor Heredia, diez años después de los shows que realizaron en el Luna Park. Dicen que después de los conciertos en el teatro Opera prepararán una gira conjunta por Latinoamérica.

Por Fernando D'Addario

t.gif (862 bytes) Curioso caso el de León Gieco y Víctor Heredia: por una extraña confabulación de la semiología con las cosas más simples de la vida, cuando se juntan esos nombres la expresión más de lo mismo pierde su connotación peyorativa. Denota, en principio, una dosis de coherencia y, frente a la realidad externa, aparece como garantía de resistencia artística. Pero, en rigor, el más de lo mismo alude a una circunstancia concreta: Heredia y Gieco actuaron juntos en 1989, hicieron tres Luna Park y una gira por el interior. Y el 18, 19 y 20 de noviembre próximos volverán a unir su música en el teatro Opera. En el medio, diez años que no fueron más de lo mismo, y que pasarán a la historia como "la era del menemismo". Dice Gieco, en la entrevista que concedieron a Página/12, que "para conmemorar los diez años de aquel encuentro, queremos hacer, además de estos shows en el Opera, una gira por Latinoamérica. Queremos entrar en contacto, yo desde un costado más rockero, él desde la música popular, con esa canción que parece que está adormecida porque los medios masivos la ignoran, pero está en el corazón de la gente".

V.H.: Somos los "olvidaditos". Será porque no nos sponsorea ninguna gaseosa. Nuestro sponsor sigue siendo la utopía.

--¿Qué evaluación hacen de lo que pasó en el país en estos diez años?

L.G.: Para el país fue una tragedia. Nos dejaron con una deuda de 130 mil millones de dólares, un puesto 77 en grado de corrupción, un 17% de desocupación. El menemismo nos dejó el capitalismo más grosero, grotesco y corrupto que se haya visto en el país. Nos dejó a María Julia...

V.H.: León, ¿teníamos pensado en la gira pasar por La Rioja? (risas) No, para mí la situación que vivimos podría compararse con una heladera llena a la que le pusieron un candado. En la casa todos la miran, está llena de comida, pero los chicos están famélicos.

L.G.: Yo siempre tuve la costumbre de concurrir a las villas. Me acuerdo de que en el '89 conocí a un villero que me decía que Menem era el mesías para este país, el salvador. "No creo, pero ojalá...", le contestaba yo. Volví a verlo hace poco. Vive en la misma villa, pero mucho peor que antes. Le pregunté por el mesías y me dijo: "Lo que pasa es que nosotros los villeros somos los idiotas, pero el país creció...". Es el país que les muestran por televisión, el país al que no tienen acceso, y que encima les hace creer que ellos tienen la culpa por no haber progresado.

--¿A ustedes qué les pasó como artistas?

L.G.: A nosotros nos fue bien, fuimos dos privilegiados. Y tuvimos, también, dos cosas a favor: convicciones firmes y mucha suerte. Por eso todavía podemos decir: "Acá estamos". Y en los '90 trabajamos con las consecuencias de la tragedia que habíamos vivido. Y en esa tarea, el rock volvió a cumplir un rol importante, volvió a ser contestatario, y por eso a mí me pueden ver con Iorio, con A.N.I.M.A.L., con Divididos.

--Hay expresiones que aluden invariablemente a la era menemista: la onda Versace en la moda, Susana o Tinelli en televisión. ¿El fenómeno Soledad fue la banda de sonido de esta década?

V.H.: Creo que no hay que caerle con todo a Soledad. No se merece eso. Me gustaría que creciera artísticamente, tiene toda la vida por delante.

L.G.: Yo tampoco me la agarro con ella. Es una chica que se ganó la popularidad en buena ley, con un gran carisma. Y que rompió con esa estaticidad del folklore onda Chalchaleros. En el '86, cuando hacía "Kilómetro 11", yo tenía esa actitud. Pero sí es verdad que podría relacionarse el fenómeno que se produjo alrededor de Soledad con la era menemista. Muchos de los que la siguen son los que más sufrieron con este gobierno, pero al mismo tiempo se le bajó a esa gente una línea light, frívola. Y cuando se habla de "la gente", también hay que tener cuidado. Porque la gente a veces se equivoca: cuando vota a Patti, a Bussi, a Rico.

--Ustedes hicieron un diagnóstico de lo que pasó, pero su militancia de los '90 seguramente no es igual a la de los '70. ¿Quedaron prejuicios y dogmatismos en el camino?

V.H.: Puede ser. Es que tanto León como yo surgimos en momentos coyunturales específicos. Aparecí cuando se gestaba el nuevo cancionero y me incorporé con los códigos que había. Lo de él fue distinto...

L.G.: Pero también la coyuntura me ayudó. En esa época el rock parecía necesitar una música acústica, y eso era lo que yo expresaba.

--Es que en aquella época la militancia del rock y la de la canción popular comprometida parecían transitar caminos contrapuestos...

V.H.: Bueno, justamente por lo que decía antes, estábamos demasiado dominados por los clichés. Venir del rock era otra cosa. Tenían más libertad. Me acuerdo que en esa época yo lo veía aparecer a León, con su ropa, con su actitud, y me daba una envidia tremenda.

--León, si en aquella época una empresa equivalente a lo que hoy es Telefónica le ofrecía dinero para ceder una de sus canciones, ¿lo hubiese aceptado para después donar la plata?

L.G.: No, no lo hubiese aceptado. Digo más: en 1972 vinieron de Ford y me pidieron para usar justamente "En el país de la libertad". Con la plata que me pagaban me podía comprar un departamento de 3 ambientes. Y dije que no. Esta vez lo pensé por otro lado. Hacía como un año y medio que se venía postergando un concierto a beneficio del Garrahan y cuando me ofrecieron de la compañía de teléfonos pensé que aceptarlo era una buena manera de ayudar al hospital.

V.H.: A mí me pasó algo parecido con Romay. Me pidió especialmente un tema para "Ricos y famosos" y lo hice. Me interesó la historia y lo hice. En los '70 no hubiese aceptado. Tal vez seamos menos prejuiciosos ahora.

L.G.: O será que ahora es todo más cambalachero. Por ejemplo, a Suar no le daría un tema para sus películas. Pero en los '70, a alguien como Suar jamás se le hubiese ocurrido pedirme un tema a mí... (risas)

V.H.: A mí, por eso de "Ricos y famosos", una maestra me mandó una carta. Me decía que, si seguía con eso, ella no iba a poder enseñarle más a los chicos Taky Ongoy. Y también hay que entender esa reacción.

L.G.: Sí, es un riesgo que uno toma. A mí una mujer me dijo, indignada: "¿Vos te pensás que la libertad se consigue con un movicom?" Y la verdad es que tiene razón: la libertad no se consigue con un movicom.

 

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