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REPORTAJE AL EX PRESIDENTE RAUL ALFONSIN EN PARIS
“La derecha se va a estructurar cada vez más”

Al final del congreso de la Internacional Socialista, Alfonsín dijo a Página/12 que con De la Rúa puede haber discusiones, “pero no habrá rencores”, criticó la designación de Rico en Seguridad, comparó el ‘99 y el ‘83 y dijo que la Alianza tiene “interés estratégico” frente a un bloque conservador que ve cada vez más articulado políticamente.

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Recuperado después del accidente. “Apenas siento unas molestias en la espalda. Ahora éste anda”, dice señalándose la cabeza.

Página/12 en Francia
Por Martín Granovsky Desde París

t.gif (862 bytes) Café con miel, una sola medialuna y mucha política: ése es el menú que desayuna Raúl Alfonsín en el Hotel Hilton de París, convertido en un comité radical por la abundante delegación que llegó hasta aquí para el XXI Congreso de la Internacional Socialista. Las primeras horas de la mañana, antes de las sesiones, son el tiempo de Alfonsín para la Argentina.
–¿Qué le sugiere la idea de Aldo Rico como ministro de Seguridad? ¿Una incorporación a la democracia o menos calidad de democracia?
–Menos calidad de democracia. Lo veo en el marco de las declaraciones preelectorales del gobernador electo (Carlos Ruckauf), cuando dijo que había que “meter bala”. Eso obligó en su momento a que (Eduardo) Duhalde retirase al anterior ministro de Seguridad, a Carlos Arslanian.
–¿En qué se reduciría la calidad de la democracia?
–La metodología contra el delito que se ha prometido en la provincia de Buenos Aires no solo es poco garantista, no solo hace peligrar las garantías individuales. También está al borde de un sistema de represión que no se compadece con la democracia.
–¿Qué sería lo más democrático?
–Más tiempo invertido, y más gastos, en inteligencia, entendida como prevención del delito, y no solo en investigación, que es lo que viene cuando el delito no pudo ser evitado y ya se cometió.
–Los defensores de Rico dicen que fue legitimado por los votos.
–Pero para otra función. Además, Hitler también fue votado, ¿no? Ahora, igual debo decir que en la Constituyente de 1994 Rico era presidente de su bloque y manteníamos reuniones todos los días en un diálogo que puede calificarse de civilizado.
–Le pregunté a Fernando de la Rúa, aquí en París, si preferirá como Presidente un peronismo unificado en Menem o un peronismo fragmentado. Contestó que no es cuestión de preferir. ¿Cuál es su opinión?
–Mire, no me gusta mucho hablar de la situación interna del peronismo, pero veo que en una primera etapa habrá una cierta feudalización. Los distintos caudillos librarán su batalla hegemónica en cada uno de sus distritos, y pueden presentarse algunos casos de indisciplina.
–¿Más allá de los distritos, en su opinión se perfila algún jefe?
–Pasará un tiempo hasta que surja un líder natural.
–¿Y Menem?
–Menem discutirá con los otros.
–¿El peronismo puede dividirse?
–No sé, pero sería malo si lo hiciera. Yo lo viví como diputado nacional en tiempos de don Arturo Illia, con una situación en la cámara aún peor que la que tendrá la Alianza desde el 10 de diciembre. En 1965 se dividió el bloque y se desató una batalla por ver quién era más opositor al gobierno.
–¿Puede repetirse el mismo escenario?
–No lo creo. No veo espacio para una oposición destructiva. La sociedad ya asumió que vivimos en una crisis. No es como antes.
–Como antes, ¿cuando?
–(Alfonsín levanta las cejas y mueve el pulgar hacia su pecho).
–¿Por qué no podría haber crisis y a la vez oposición fuerte?
–Fuerte sí, pero yo le dije destructiva. No sería acompañada por la gente porque la percepción es que la crisis es gravísima.
–¿Y el Congreso? ¿No podría poner trabas pese a la gente?
–Yo no creo que se vuelva a la situación de 1965 que le comentaba, cuando la división del peronismo en dos bloques y la competencia entre ellos impidió que se pudiera legislar. Incluso no tuvimos presupuesto.
–Insisto: ¿alcanza con percibir que la crisis es grave?
–No, pero no alcanza por razones que superan el marco parlamentario. El pueblo asimiló valores democráticos de cambio que también exige en los comportamientos políticos.
–¿Cuál será la clave de negociación en el Congreso?
–No hay claves para el Congreso. Hay que dialogar.
–¿Con quién?
–Con todo el mundo, sobre todo en el peronismo. Con todos. Si hubiera un interlocutor designado, habrá que privilegiarlo. Pero no sé si va a suceder.
–Doctor, usted suele hablar de gobernabilidad...
–Bueno, en realidad ése es un concepto conservador. Sostenía que si se ejercen presiones demasiado importantes sobre el gobierno para lograr la igualdad y la participación la democracia corre peligro.
–Es la tesis de explosión de demanda social que escribió Samuel Huntington hace 30 años, ¿no es cierto?
–Sí, en la época de la Comisión Trilateral. Cuando yo hablo de gobernabilidad, me refiero a otra cosa.
–¿Al Pacto de Olivos?
–Ja, ja. Yo no me arrepiento en nada del Pacto de Olivos, porque ayudó a salvar la democracia ante una arremetida que podía terminar violando la Constitución, pero le sigo con la gobernabilidad.
–Adelante.
–Por la debilidad de nuestro sector externo gracias a la deuda y al déficit en la balanza de pagos perdimos fortaleza. Gobernabilidad es hacernos más fuertes usando una actitud convocante hacia todos los sectores.
–¿Todos?
–Todos los que no piensen en forma conservadora.
–Hablemos del radicalismo. La dilación en designar a Federico Storani como presidente de la Cámara de Diputados generó un cortocircuito entre De la Rúa y el grueso de la UCR.
–No nos anticipemos, porque la decisión la ha de tomar la propia cámara.
–Leopoldo Moreau recordaba ayer que usted fue garante de un pacto sobre la provincia de Buenos Aires que, dice el senador, hasta ahora no fue cumplido.
–(Interviene con ironía Raúl Alconada Sempé, presente en la entrevista). Ya que estamos, ¿no podríamos llamarlo compromiso, en vez de pacto?
–De acuerdo, compromiso.
–(Alfonsín de nuevo) Si no será otra oportunidad para hablar del Olivos II... Para mí desde luego que un compromiso hubo en Buenos Aires. ¡Si yo estuve en la reunión!
–¿La Alianza fue solo una conveniencia electoral que ahora se irá desmoronando?
–En absoluto. Tiene interés estratégico, como lo tiene la contracara, que ve esto con una claridad absoluta. Yo vislumbro que la coalición de derecha que se dio por ejemplo en la provincia de Buenos Aires va a aparecer cada vez más estructurada, y con la dosis de populismo que una coalición de ese tipo debe tener. La Alianza, entonces, servirá, para que no haya disputas entre las fuerzas que tienen la misma clientela electoral. Y hay que aprender a funcionar como Alianza para garantizar un gobierno progresista.
–La palabra está muy usada. ¿Qué es para usted “progresista”?
–Como no habrá soluciones económicas de la noche a la mañana, progresismo es ejecutar políticas sociales vinculadas al hambre, la educación y la salud, para que todos coman, se acerquen a la igualdad deoportunidades y gocen de cobertura médica. El nuestro es un país con problemas grandes, y hará falta un gran esfuerzo para bajar el déficit.
–¿Cuál es su cifra de lo que hay que bajar?
–El gobierno, como usted sabe, maneja ese número mágico de los 4500 millones. Nosotros, en la Alianza, hablamos de casi 10 mil.
–Estos días en París le sirvieron de laboratorio para observar el mundo. ¿Qué cambió desde el ‘83, cuando usted asumió la Presidencia?
–El cambio más serio es la globalización. El otro día en la Internacional Socialista Simón Peres dijo con acierto que la globalización no es una ideología. Estoy de acuerdo: yo afirmo que es el resultado de una ideología.
–¿Qué dice esa ideología de la que usted habla?
–Nunca los conservadores combatieron la desigualdad, pero antes la explicaban y ahora también la elogian. Quienes hemos luchado siempre por la democracia social no podemos aceptarlo.
–¿La Argentina es hoy más vulnerable que en 1983?
–En 1983, siempre hablando de economía, estábamos en una situación de défault con la deuda externa. Era un grandísimo problema y estuvimos cinco años discutiendo con el Fondo Monetario Internacional. Ahora no hay défault, pero entonces no había el nivel de problemas sociales de 1999, tan serios, tan agudos... Entonces se habían roto muchos eslabones de la producción industrial, pero no se había extranjerizado tanto la Argentina.
–Ya que comparamos: en 1983 usted era Presidente y jefe del partido. Ahora, si usted asume la presidencia del radicalismo, habrá dos figuras fuertes en los dos cargos.
–Igual las decisiones estarán en la Casa Rosada.
–¿Y qué hará el radicalismo?
–Como parte de la Alianza, ayudará, explicará, se movilizará, colaborará para crear una mística del esfuerzo.
–Los principales dirigentes radicales parecen resentidos con De la Rúa. Dicen percibir que solo convoca delarruistas de mucha confianza.
–No. Habrá discusiones pero no rencores. Todos vamos a poder ayudar.
–¿Cómo imagina la campaña electoral para la jefatura del gobierno porteño?
–No soy la persona indicada para decirlo. La Capital Federal no es mi distrito...
–¿Pero?
–Pero supongo que la campaña estará vinculada a los temas nacionales.
–¿Por qué? ¿La imagina como un plebiscito sobre De la Rúa en el arranque de su presidencia?
–En el electorado porteño pesan mucho las decisiones nacionales. Y las preocupaciones nacionales, como la desocupación, los salarios bajos, la salud y el riesgo de perder el empleo.
–¿Se siente desligado, doctor, del fantasma de la hiperinflación del ‘89, a finales de su gobierno?
–No quiero empezar defendiéndome, pero debe recordar que los ‘80 fueron los años de deudas monstruosas y altísimas tasas de interés. La tasa Libor estaba más o menos en 20. Hoy, en alrededor de 4.
–¿Qué discurso le gustó en la Internacional Socialista?
–El de Jospin recogiendo valores sociales que he alentado toda mi vida. Jospin llamó a no claudicar en la defensa de esos valores y reiteró para la sociedad europea un mensaje de responsabilidad sobre el mundo. También me gustó mucho el discurso de De la Rúa, sobre todo cuando les habló a los europeos de la dificultad para colocar nuestras exportaciones. Y recojo la idea de que los organismos internacionales de crédito sean un instrumento también para administrar la crisis.
–¿Está de acuerdo con el pedido de Baltasar Garzón para que Interpol arreste a 97 represores argentinos?
–Hay que separar la paja del trigo. Entre los 97 hay 20 que ya están procesados e imputados en la Argentina. Y siete están presos por la supresión de identidad de los niños.
–¿Qué recomendaría hacer si un pedido de extradición llega a la Argentina?
–Que lo estudien los técnicos.
–En el caso de Lino Oviedo, la Alianza dijo que el pedido debía haber sido resuelto por la Justicia y no solo por el Poder Ejecutivo.
–Así es. Y estuvo bien: eso habían dicho nuestros técnicos.
–¿Sigue leyendo ensayos políticos?
–Sí, pero últimamente compro más de lo que leo. Estoy mirando el libro de (Anthony) Giddens sobre la tercera vía. Hasta donde vi, me parece que no expresa cabalmente nuestra realidad. Nosotros, más que discutir cómo mejorar la calidad de vida, tenemos que garantizar que la gente coma.
–Menem habla de su candidatura en el 2003. ¿Usted también?
–Nooo, en absoluto... No voy a ser más candidato.
–Estos días mantuvo vida normal. ¿Ya se siente bien después del accidente?
–Muy bien. Apenas siento unas molestias en la espalda. Y cierta falta de tono muscular. Ahora, éste anda, ¿eh? –dice Alfonsín apuntando al cerebro, y guiña el ojo a tres dirigentes de la Juventud Radical que acaban de aparecer en la mesa–. Debe ser porque no es un músculo.

 


 

“Es un mal antecedente lo que hizo De la Rúa”

Federico Storani subió el tono de sus declaraciones. Aseguró que “es peligroso” que De la Rúa no respete el acuerdo que le garantizaba la presidencia de Diputados. El conflicto podría zanjarse nombrando canciller a Storani.

Federico Storani se ocupó esta semana de hacer conocer sus puntos de vista al presidente electo.
Le entregó una larga carta en París y ayer lo criticó públicamente por no cumplir un pacto.

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Por Fernando Cibeira

t.gif (862 bytes) ”El muro de París” se instaló ayer en Buenos Aires. La disputa por la presidencia de la Cámara de Diputados que enfrenta a Federico Storani y a Rafael Pascual se prolongó ayer en una serie de actos que comenzaron temprano –cuando los dos protagonistas chocaron por conseguir el mejor lugar para las fotos en el Congreso– y terminó a la noche, cuando coincidieron en la jefatura de Gobierno. En el ínterin, Storani fue variando el voltaje de sus declaraciones. Apenas llegó de París, comenzó diciendo que era “un mal antecedente” si Fernando de la Rúa incumplía sus promesas y no lo apoyaba para el cargo, para terminar por la noche asegurando que hacían falta “gestos de grandeza” y no reclamar “eventuales compromisos”. En ambos sectores no descartaban la posibilidad de una negociación que limara asperezas.
La polémica se disparó ayer luego de que Página/12 revelara en exclusiva el contenido de la carta que Storani le entregó personalmente a De la Rúa en París. Allí el diputado bonaerense daba como incumplido el compromiso del presidente electo como garante de un pacto asumido dentro del radicalismo bonaerense para evitar las internas. Según Storani, ese arreglo le reservaba a él la presidencia de la Cámara. Desde Francia, este diario había informado que la situación había generado una tensión sin antecedentes entre la cúpula del radicalismo y el nuevo presidente.
Cerca de Pascual –un dirigente que lleva años trabajando junto a De la Rúa–, consideran letra muerta ese acuerdo desde que la Alianza perdió la gobernación de la provincia de Buenos Aires, una derrota que le atribuyen al pobre desempeño de la UCR bonaerense.
Storani confirmó la pelea apenas bajó del avión. “Esto no cumple las reglas de juego elementales, es un mal antecedente”, disparó entonces Fredi. “Me parece que esto es peligroso, porque no respeta reglas del juego que hacen a la suma de la política”, añadió, antes de enumerar los méritos por los que creía que merecía el puesto: “Era el reconocimiento a un peso natural, a un peso de trayectoria”, consideró, con un dejo nostalgioso.
Durante la visita de De la Rúa a Diputados, Storani y Pascual jugaron “el juego de la silla”, disputándose la mejor colocación frente a las cámaras. Ganó Storani que como jefe del bloque radical se ubicó al lado del presidente electo, mientras que Pascual se debió conformar con hacer de ladero de Carlos “Chacho” Alvarez. Cuando a De la Rúa lo consultaron sobre la disputa, esquivó una definición: “Serán los diputados quienes lo decidan”, respondió.
Luego, en medio de la sucesión de gobernadores, funcionarios y técnicos que entraban y salían del despacho de De la Rúa en la jefatura de gobierno, Pascual y Storani llegaron también hasta allí, lo cual hacía pensar en una posible resolución definitiva del tema. Pero, al salir, Storani mencionó aquello de los “gestos de grandeza” y aclaró que no pensaba hacerle reclamos al presidente electo.
Legisladores que siguen de cerca esta pelea sostenían ayer que De la Rúa había comenzado a explorar una fórmula que dejara a todos contentos. “Fredi vio a De la Rúa compungido y con ganas de amigarse”, contó un amigo del bonaerense. Como prueba, aseguraba que el presidente electo lo había llamado a París para comentarle su carta y le había insistido para que lo acompañara ayer en su paso por el Congreso. Con esos supuestos gestos de acercamiento por parte de De la Rúa, explicaba su cambio de postura a medida que avanzó el día.
Storani negó que hubiera planteado alguna forma posible de acuerdo. Pero cerca de la fórmula presidencial sostenían que el diputado bonaerense habría pedido ser canciller en caso de que la presidencia de la Cámara recayera finalmente en Pascual. “Y si no le dan la Cancillería, se queda apoyando al gobierno como diputado raso”, dicen que dijo Fredi. Hasta hace unos días, Rodolfo Terragno aparecía como casi seguro futuro ministro deRelaciones Exteriores pero desde que empezó a ocuparse del presupuesto, se lo vuelve a mencionar como jefe de Gabinete y la Cancillería quedó vacía.


 

Moreau también lanzó críticas
On line con Fredi

t.gif (862 bytes) Con ironía, el senador Leopoldo Moreau volvió a meter la cuchara en la sorda disputa abierta dentro de la Alianza a partir de la pelea que lleva adelante su aliado, Federico Storani, por la presidencia de la Cámara de Diputados.
Un día después de haberle dicho a Página/12 que Fernando de la Rúa era “un moderado”, Moreau criticó las consideraciones del encuentro entre el presidente electo y Carlos Ruckauf. “Me parece poco creíble que el doctor De la Rúa haya hecho un apoyo explícito a Aldo Rico como ministro de Seguridad”, explicó. Lo mismo dijo sobre la designación del economista cavallista Ricardo Gutiérrez al frente del Banco Provincia, o de la aceptación de José Octavio Bordón como futuro director de Escuelas. “Todas estas cuestiones las vamos a debatir en el ámbito de la provincia de Buenos Aires y pensando qué es mejor para los bonaerenses. Así que hemos dado instrucciones a nuestros bloques para que se aboquen a la construcción de una agenda de discusión para lograr consenso con el nuevo gobierno”, expresó Moreau, minimizando los resultados de la reunión del lunes. “Como no me quiero guiar por los diarios, estoy a la espera de una llamada del presidente electo, en mi condición de titular del Comité Provincia, para que realmente quede claro cuál es el marco de los acuerdos y a su vez nosotros señalemos cuál es la agenda que la Alianza tiene en la provincia”, agregó el senador.

 

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