OPINION
El heroísmo y la dignidad
Por Osvaldo Bayer |
Lleva
el título de Che, un hombre de este mundo. Es un logrado film sobre El guerrillero
heroico. Ni más ni menos. No una elegía, pero la elegía se va instalando a través de
la nostalgia, de las palabras de los que conocieron y fueron sus compañeros, de las
imágenes, de la voz poética del Che. Así, con imágenes sencillas. Asoma el cariño
más que la admiración y alcanza tal vez su grado máximo en las palabras de la hija. No
hay homenajes en partenones ni en tinglados de lujo. Es un film para los que conocimos a
Ernesto Che Guevara, pero también para quienes quieren conocerlo porque creen
en la utopía.Sin proponérselo, Schapces, el creador de este film, lo deja colocado al
Che definitivamente junto a Sandino y Zapata, ya los tres legendarios de lo que se ha dado
en llamar con bellas palabras la lucha de los pueblos. No es un film ni para
posmodernos ni para los Castañeda ni los Vargas Llosa, ni para amantes de academicistas
interpretaciones freudianas. No. Aquí hablan humilde gente de pueblo, los que fueron
capaces de acompañarlo en la ruta inverosímil del altruismo, de la aventura de la
libertad. Así, con minúscula, pero no por minusválida sino por sencilla, honrada, y
-vuelve la palabra heroica. Que también existe por realizable. Es el Che como lo
conocimos y como era, sino no hubiera podido pasar a la leyenda. Termina el film, pero nos
queda su voz. Y pensamos cuando salimos a la calle, en la diferencia: las antinomias del
Che, el lenguaje de los Rico, los Massera, los Videla, pero también de los Ruckauf y los
de los que están en el acecho: los Kohan, o nuestros jueces, los Trovato y los
Bernasconi. O Menem en Olivos, con Alfonsín pactando reelecciones. (¿Cómo son posibles
estas diferencias en el linaje humano?) Pero constante en los oídos la voz que atraviesa
siglos del Che con algo de Espartaco, de los obreros que cantaron Hijo del
pueblo, de Sacco y Vanzetti, de los libertarios de Chicago que antes de que les
quebrara el cuello la soga de la estulticia gritaron viva la anarquía. La voz del Che
hablando de la lucha de los pueblos, de dignidad, por un lado, y aquí nosotros los que
votamos a Rico para que nos dé seguridad. Los ojos del Che, sus cabellos, su frente, en
la foto de Alberto Días (Korda) y el perfil de Rico y la risita cínica del torturador
Patti trayéndonos seguridad a los countries.¡Qué hermoso film! Déjeseme decirlo. Tal
vez sólo lo comprendan los jóvenes que no votaron a Franja Morada ni gritaron ¡De la
Rúa, De la Rúa! hace dos domingos. Y los viejos jóvenes incorregibles que siguen
creyendo que la revolución es un sueño eterno.Las secuencias van formando la mística
del solidarismo, sin proponérselo. Rostros humildes van relatando el epos, escribiendo la
saga. Chicos de rostros renegridos y labios grandes para besar cantan elcon tu
querida presenciacomandante Che Guevaray el que mira vuelve a pensar que ya es
tiempo de que se reemplace el comandante por compañero. Y en la pantalla se ve la
embarcación pequeñita que llevó la revolución a Cuba y Melba Hernández nos relata que
a ella no la dejaron subir. Y por ahí aparece el retrato de La Pasionaria, aquella mujer
coraje del combate de todo un pueblo contra los generales y los obispos. Y esa gente
humilde que no lucha ni por riquezas ni nada material sino por lo bueno
y la nuevo, mientras el Che enseña a sus soldados a leer y escribir y cree en
el coraje de los humildes. Ese argentino con el asma y el ansia de terminar
con el hambre y el analfabetismo. Y el film va recorriendo los años de la lucha primera,
de la familia numerosa que va dejando en su nueva tierra, de su ministerio y de sus
trabajos voluntarios, de sus discursos en las asambleas del mundo y luego, ya empacado con
torcer el destino, su viaje a tierras de Lumumba y por fin la búsqueda de la muerte del
héroe en una tierra que él quería hacer revolucionaria, pero que resultó un erial para
la semilla que desparramaba su mano bien abierta.Schapces nos ha entregado un film tal
cual como fueron esos sueños, esas realidades, y así dio vida al documento más fiel a
esa insólita, bella,trágica, dolorosísima verdad. La historia del guerrillero heroico
que nos hará bien, pero nos llenará los ojos de lágrimas cuando al salir del cine
veamos en las primeras planas de los quioscos a De la Rúa en la Internacional Socialista
y a Ruckauf junto al carapintada que nos va a cuidar de malos pensamientos y de malas
compañías. Schapces, usted ha hecho un film donde nos sumerge en la dignidad. Porque la
dignidad existe, no muere. |
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