Por Fernando DAddario Yo no sé
bailar ni un paso de la lambada y tampoco me interesa aprenderlo. Gonzalo Hermosa
desliza una sonrisa sobria, que acredita más resignación que ironía. Con 28 años de
trayectoria, 21 discos editados y un prestigio ganado en el ambiente de la música popular
latinoamericana, Los Kjarkas son menos conocidos por su trayectoria artística que por un
suceso de corte judicial, ocurrido a fines de los 80: su canción Llorando se
fue fue plagiada por un ignoto grupo llamado Kaoma, que, a instancias del productor
Jean Caracus, la reformuló para convertirla en un super hit bailable llamado
Lambada. Hubo un juicio que, tras dos años de chicanas y entuertos legales,
tuvo dictamen favorable para Los Kjarkas. Hermosa, líder histórico del grupo boliviano
que esta noche se presentará en La Trastienda, no quiere decir cuánto cobró por la
restitución de derechos autorales (Lambada vendió 14 millones de copias),
pero asegura, en una entrevista con Página/12, que aquel fallo implicó un triunfo moral:
Fue algo más que un plagio. Los que nos quisieron robar esa saya que habíamos
hecho en 1982 tuvieron una actitud de desprecio, como que ahí hay unos bolivianitos
que hicieron una canción, vamos a robársela..., pero no sabían que teníamos
buenas conexiones en todo el mundo, y pertenecemos a Gema, una asociación autoral de
Alemania. Hubo una gran solidaridad para nuestra lucha, salieron artículos en Le Monde,
en Libération, y era natural que la Justicia fallara a favor nuestro. Más allá
del affaire Lambada, Los Kjarkas llegan al fin del milenio con un nuevo disco, Mi sueño
mejor, que los muestra más cercanos a las sayas románticas que al compromiso político
de sus primeros trabajos. Es un signo de estos tiempos, que Hermosa emparenta con una
modernización del estilo, para adecuarnos a las nuevas generaciones, aunque
señala que nunca perdimos nuestra conciencia de clase. Seguimos peleando por la
cultura boliviana y latinoamericana, y la mejor manera de hacerlo es siendo auténticos.
Anduvimos por todo el mundo, fuimos premiados en Tokio, pero nos gusta comer con la mano y
limpiarnos con el pantalón.El mapa cultural de Bolivia no se corresponde con la
postal turística ni con la realidad cotidiana. Hay un divorcio histórico entre el
altiplano fuertemente impregnado de la cultura incaica y el territorio camba
de Santa Cruz de la Sierra, más español y con influencias de la zona oeste
del Brasil. Los Kjarkas, que provienen de Cochabamba, rompieron estas fronteras con una
música que tiene fuertes raíces en el pasado aborigen. Hermosa admite, sin embargo, que:
En las radios sólo se pasa pop y música tropical. El porcentaje de difusión de
folklore es ínfimo. Sus posiciones políticas, como independientes de izquierda no
alineados con ninguno de los partidos tradicionales (Hermosa recuerda que era muy chico en
1952, cuando se produjo la revolución que desembocó en una reforma agraria y en la
nacionalización de las minas), les generó persecuciones y censura durante los años más
duros de la volátil política boliviana. Sobrevivimos porque tuvimos suerte. A los
latinoamericanos nunca nos han considerado personas sino simples receptores de recetas
económicas y culturales. Con respecto a los problemas que sufren los inmigrantes
bolivianos en Argentina, Hermosa hace una diferenciación: Yo no podría hablar de
discriminación en Argentina, sino en Buenos Aires. En el norte no hay problemas con
nosotros ni con nuestra música. Con Buenos Aires lo que pasa es que se la ve como una
especie de París sudamericana y eso hace que los porteños vivan como en un aislamiento,
en una burbuja que les hace ignorar lo que le sucede al resto del país. En el
último CD hay un tema llamado El líder de los humildes, que según Hermosa
está dedicado a los luchadores ignorados, que no tienen nombre ni rostro en la
historia, a aquellos que enfrentan al sistema desde su lugar. Y, en particular, al Che y a
otros líderes como Sandino y Juana Azurduy de Padilla. El Che eligió un mal momento para
ir al país que no debía. No sabía que en Bolivia se encontraría con comunistas de
cafetín, alejados de la gente. Lo dejaronhuérfano. El pueblo no podía apoyar lo que no
conocía. Aún hoy la juventud boliviana conoce al Che como a Michael Jackson....
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