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La deuda de las provincias es el arma de De la Rúa

La Alianza quiere auditar las cuentas provinciales, medida resistida por los gobernadores. Estos, de mayoría peronista, son dependientes del gobierno central debido a sus abultadas deudas.

De la Rúa junto a José Estabillo, gobernador de Tierra del Fuego.
Las provincias tienenhipotecados los fondos decoparticipación.

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t.gif (862 bytes)  Pese a lo que muchos piensan, Fernando de la Rúa no está en una posición de debilidad frente a un mapa político de la Argentina gobernado por una abrumadora mayoría de justicialistas. No hay mejor instrumento de negociación para el presidente en ese intrincado tablero político que la desesperación de los gobernadores para hacerse de fondos frescos para pagar los sueldos públicos y refinanciar abultadas deudas. Este instrumento se ha potenciado en los últimos dos años, como consecuencia de la recesión y la crisis financiera internacional. Desde esta posición de fuerza es que De la Rúa se anima, con el aval del Fondo Monetario, a barajar sobre la mesa, por primera vez en un país federal, el proyecto de que un organismo de carácter federal audite la cuentas provinciales (ver aparte).En los últimos años, no hay gobernador, por más importante que sea, que no haya desfilado por los despachos de Economía para pedir que le destraben fondos indispensables para la provincia o para solicitar que los funcionarios de Roque Fernández los ayuden a conseguir mejores tasas en los préstamos que negocian con los bancos.El déficit fiscal de las provincias viene creciendo desde 1997, cuando gracias a la reactivación postequila alcanzó un piso histórico. Los 500 millones de rojo de ese año se convirtieron en 1870 millones el año pasado y este año el agujero fiscal superará los 2900 millones de pesos, unos mil millones más de la meta indicativa que el FMI había dejado por escrito en el acuerdo firmado con el gobierno nacional. No sólo las elecciones tuvieron que ver con el desborde sino también el derrumbe de la recaudación a causa de la recesión.¿Cómo se financia el bache? Con créditos aportados fundamentalmente por bancos privados. El problema es que la bola del endeudamiento provincial, a tasas siempre superiores a las que paga la Nación, ya llegó a un límite insoportable para muchas de esas administraciones. La deuda del conjunto de las provincias llega actualmente a los 18.280 millones de pesos, desagregados de la siguiente manera: 5800 millones son créditos con bancos; 4200 millones, títulos provinciales; 3200 millones con organismos internacionales (Banco Mundial, BID); 2800 millones es “deuda flotante” (no documentada), y el resto son diversos instrumentos financieros emitidos por las provincias. Para los bancos prestar a los gobernadores es un negocio redondo. La razón es simple: cuanto más problemas fiscales afronta la provincia, más jugosa es la tasa a cobrar porque, supuestamente, ésta refleja el riesgo de insolvencia de la administración en cuestión. Sin embargo, para el banco no hay riesgo alguno, porque los préstamos se otorgan contra garantía de la coparticipación federal de impuestos. La coparticipación no es otra cosa que los ingresos tributarios que colecta la Nación a cuenta de la provincias. Por lo tanto, los recursos para pagar capital e intereses de los créditos se deducen automáticamente de esta cuenta de las provincias en el Banco Nación, sin que el gobernador en cuestión pueda hacer otra cosa que resignarse a contar los fondos que le quedaron, después de la deducción. En muchos casos, la tajada que se apropian los acreedores de la coparticipación es tal que la provincia sólo se financia con los impuestos o tasas locales y con nuevos préstamos. En el 2000, el conjunto de las provincias deberá financiar, además de sus déficit operativos, la bola de nieve de la deuda: 1891 millones en concepto de capital y 1283 millones en intereses. Esta carga será tan difícil de afrontar que en el equipo aliancista, conducido por José Luis Machinea, se llegó a pensar en la posibilidad de un “plan Brady” provincial. Esa idea no prosperó por dos motivos. Por un lado, los organismos internacionales de crédito no están dispuestos a financiar un programa de esas características. Por el otro, la situación fiscal y de endeudamiento es muy diferente según la provincia. Por eso, justamente, la estrategia de Machinea en el futuro será, como le sugirieron porexperiencia propia desde el equipo de Roque, negociar provincia por provincia.Así, para cada gobernador, Machinea deberá encontrarle a De la Rúa un palo y una zanahoria con la que negociar. Así, los gobernadores “opositores” de Jujuy, Formosa, Corrientes, Tucumán, Tierra del Fuego y Neuquén, y los “oficialistas” de Chaco, Catamarca, Río Negro y Chubut, afrontan situaciones con denominadores comunes: entre el 80 y 100 por ciento de la coparticipación está “embargada” por los bancos y tienen dificultades para pagar los sueldos estatales. Las “grandes”, como Buenos Aires, Córdoba o Santa Fe, si bien tienen elevadas necesidades de financiamiento, hasta hoy no han encontrado mayores problemas para conseguir los fondos en el mercado. Pero todavía soportan un déficit crónico en sus cajas previsionales y necesitan salir bien paradas de la negociación del futuro proyecto de coparticipación. Sea como fuere, Machinea desempolvó ayer un proyecto que el equipo de Fernández ya había considerado. Consiste en crear una instancia a nivel nacional para monitorear el gasto provincial. Los gobernadores se plantaron y dijeron que no. Pero, De la Rúa sabe que, tarde o temprano, así como él negociará con el FMI, los gobernadores también deberán ceder.

 

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