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OPINION
Dicen que son pragmáticos
Por Raúl Dellatorre

El pragmatismo está llevando a la Alianza a definir el presupuesto de ingresos y gastos para el año 2000 conforme a las posibilidades que le conceden las distintas fuerzas en pugna, antes que en función de sus propias definiciones de política económica. Como solución de emergencia, la coalición triunfante resignó la voluntad de ordenamiento de las cuentas públicas a través del aumento de la presión impositiva sobre determinados sectores y del recorte drástico de gastos sobre partidas sin suficiente control, y optó por una salida consensuada en base al presupuesto armado por el actual gobierno. La extensión del impuesto a las Ganancias a todo sueldo superior a los 1500 pesos terminó bajándose, además, en función de un simple cálculo electoral. Si el golpe caía sobre la cabeza de una clase media relativamente acomodada –fundamentalmente, la de Capital Federal–, la Alianza corría el riesgo de erosionar su propia base electoral, lo que podría suponer un costo elevado a la hora de contar los votos de la elección del nuevo Jefe de Gobierno de la Ciudad, antes de mediados del año próximo. Dentro del acuerdo que se busca cerrar con el justicialismo, se contempla dejarle las manos libres al futuro gobierno para ajustar las partidas presupuestarias a lo largo del año, de modo de asegurar la meta de déficit fiscal: 4500 millones de pesos. Una pretensión más que necesaria, dado que las proyecciones de ingresos tributarios trazadas por Roque Fernández prevén un crecimiento económico del 5 por ciento, apreciación que muy pocos analistas, dentro y fuera de la Alianza, comparten.Si los ingresos fiscales no llegan a ser los esperados, una vez pasadas las elecciones porteñas el gobierno aliancista podría echar mano a los aumentos de impuestos (Ganancias, IVA, Internos) que ahora se postergan. Y seguir tratando de mantener el barco a flote en medio de las turbulentas aguas presupuestarias, con el rumbo marcado por el corset de la convertibilidad fiscal y la necesidad de hacer buena letra ante los evaluadores del riesgo país. Una receta que puede resultar extraña a quienes ven en la Alianza una alternativa de cambio al actual modelo, pero no tan alejadas de algunas opiniones muy escuchadas por el futuro presidente. Como la de López Murphy, el primero en acercarle a De la Rúa la idea de trabajar sobre el presupuesto de Roque antes de recurrir a una formulación propia. Frente a las demandas por la deuda social y de un cambio de rumbo en la política económica, la respuesta se puede anticipar por previsible: no hay margen, por ahora.

 

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