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Por Felipe Yapur Antonio Bussi es conocido por haber sido el hombre que condujo la represión en Tucumán entre 1975 y 1977. Muchos son los muertos y desaparecidos que quedaron tras su incursión genocida por esa provincia. Luego retornó de la mano de la democracia y fue gobernador. Cuando su mandato culminó el 29 de octubre pasado, otros tantos muertos quedaron tras su gestión. Esta vez no se trata de hechos represivos, pero sí tienen que ver con la muerte. Según una auditoría encargada por el gobierno justicialista, durante la gestión del ex dictador Antonio Bussi la provincia gastó más de un millón de pesos por mes en salarios a docentes que ya habían muerto. Pero esto no termina aquí, el informe que tiene el nuevo ministro de Educación, Héctor Carrizo, arrojó resultados sorprendentes y que incluye el pago de horas cátedras al menos a uno de los ministros de esa cartera mientras ejercía esa función. Todo esto podría terminar en nuevas causas penales que tendrían como protagonistas al propio militar y a sus colaboradores más directos.Carrizo, quien supo ocupar el mismo cargo entre 1973 y 1976 con el entonces gobierno justicialista de Amado Juri y que fuera derrocado por el propio Bussi, ordenó poco después de asumir una auditoría. Con ella el funcionario esperaba conocer a ciencia cierta cuál era el estado del ministerio que recibía. Sabía que el resultado podía contener algunas sorpresas, pero nunca como las que le informaron los técnicos de la Secretaría de Educación. A los pagos de haberes a docentes fallecidos se sumó el desvío de material educativo enviado por la Nación y que terminó en manos de establecimientos escolares privados. La mecánica que utilizaban los bussistas en el ministerio era, a simple vista, sencilla. Cada escuela recibía las planillas salariales. Las directoras debían revisarlas para evitar errores. El caso es que siempre encontraban el nombre de un docente que no reportaba en el establecimiento. Esa información era devuelta al ministerio y su sueldo, también. Según el informe que tiene en sus manos el ministro Carrizo, ese salario devuelto y, para sorpresas de los investigadores, correspondía a un docente fallecido. La plata entraba a un verdadero agujero negro y terminaba en el bolsillo de un funcionario, confió a este diario un operador del gobierno justicialista.Un asesor de Miranda aseguró que la maniobra no podía ser ignorada por el ministro y, teniendo en cuenta la forma de conducir que tenía Bussi, el entonces gobernador tampoco puede decir que no estaba al tanto. Los cálculos realizados por los técnicos del ministerio son sorprendente: la planilla salarial docente en Tucumán es de 13,5 millones de pesos, y la administración pública le perdía el rastro a un millón de pesos por mes. Este mismo asesor anunció la posibilidad de presentar toda esta investigación ante la Justicia local.La investigación que llevó a cabo el gobierno de Julio Miranda fue informada por el mismo Carrizo, quien precisó que la administración bussista habría pagado haberes a docentes muertos en el orden de un millón de pesos por mes, pero se negó a precisar por cuánto tiempo podría haberse producido esta irregularidad. Esta pérdida de un millón por mes es, al menos, aberrante. Sobre todo porque durante este último año, los docentes tucumanos llevaron adelante una protesta gremial contra Bussi que incluyó más de sesenta días de paro por el atraso salarial que, en algunos casos, alcanzó los tres meses.El detalle más interesante, según fuentes del propio Miranda, es el pago de horas cátedras a al menos uno de los ministros que tuvo el ex dictador.Fueron tres los hombres de Bussi que ocuparon ese cargo. El primero de ellos fue Olegario von Büren. Este ingeniero civil supo ocupar la misma cartera en 1976 cuando Bussi era el dictador de Tucumán. Fue también legislador provincial y se destacó por utilizar las largas y agobiantes horas de sesión para resolver problemas de física o para preparar las clases para sus alumnos. Ahora pasa sus días como vocal del ente provincial regulador de energía eléctrica, un cargo que obtuvo gracias al voto de la Legislatura que dirigía Raúl Topa.Luego llegó el tiempo de Héctor Partridge, por entonces rector de la Universidad Católica de esa provincia, la misma que en los años de Bussi dictador fue dirigida fray Aníbal Fosbery, un hombre que supo cosechar amistades, entre otros, con el libio Muhamar Khadaffi. El último en ocupar ese cargo fue Jorge Malmierca, un integrante del riñón bussista quien también sirvió al general ocupando el cargo de ministro de Gobierno. Según un operador de Miranda, uno de estos tres hombres cobró un plus por horas cátedras al mismo tiempo que cumplía con la función de ministro. Todavía no se pudo determinar cuál es el monto de ese plus.Pero según el ministro de Educación justicialista allí no terminó la aventura educativa de Bussi. El funcionario dijo que se está investigando el destino de 140 laboratorios de ciencias enviados por la Nación en el marco del Plan Social Educativo y destinado a escuelas públicas de la provincia. El gobierno del PJ sospecha que el bussismo habría otorgado esos elementos, valuados en dos millones de pesos, a colegios privados.Además, el nuevo gobierno intentará detectar cuál fue el destino de las computadoras que figuran en los registros del patrimonio del Estado provincial y que no fueron encontradas por los nuevos funcionarios del gobierno justicialista, cuando asumieron el poder el pasado 29 de octubre.Por otra parte, fuentes del mirandismo aseguraron que, en los últimos días de su mandato, mientras ningún empleado público recibió aún su salario de octubre, Bussi utilizó 615.000 pesos en abonar sueldos, gastos reservados y reconocimientos a unos 200 funcionarios políticos.Con esta nueva denuncia, Bussi sumará una nueva causa entre las tantas que cuentas pendientes con la sociedad. Sobre el ex dictador y ex gobernador pesan denuncias por secuestro de menores durante la dictadura y un juicio por enriquecimiento ilícito. Bussi ahora pretende escapar a todas estas ocupando una banca en el Congreso nacional que le otorgue el paraguas protector de los fueros parlamentarios.
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