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Hace ocho meses que vienen conversando, pero en la reunión que mantuvieron ayer dieron puntadas finales para lo que llaman esquema de transición. El subjefe de Gobierno porteño, Enrique Olivera y el jefe de la Policía Federal, Pablo Baltazar García, avanzaron mirando más allá del 10 de diciembre, en un acuerdo para que el ejecutivo de la ciudad maneje desde los primeros días del milenio la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, los cuerpos especiales de la policía incluyendo la Montada e Infantería y la División de Investigaciones, además de designar a un segundo de la fuerza para que maneje una nueva y gran área. Con un cercano escenario donde habrá sintonía entre los gobiernos porteños y nacional no sería necesario acelerar el traspaso definitivo de la fuerza. Dentro de la Federal existirían dos áreas, una de las cuales incluiría a las 52 comisarías porteñas y la mayor parte de la estructura existente, le dijo una alta fuente del Ejecutivo a Página/12. El encuentro de ayer a la mañana entre García y Olivera dejó claro que no habrá apuros en la puesta en marcha del esquema de transición que funcionará durante por lo menos los primeros seis meses 2000. Considerada una reunión informal, sin agendas de temas y sin toma de decisiones oficiales, la de ayer consistió en un intercambio de informaciones sobre le funcionamiento de la Superintendencia de Seguridad y el guiño confirmativo de la Federal a una transición consensuada. El convenio trata de mantener el espíritu de cuerpo de la fuerza, explicó un asesor. En rigor, la primera valla con que se ha cruzado el gobierno porteño para lograr un traslado de la policía a su órbita es la ley Cafiero, que prohíbe que la ciudad de Buenos Aires tenga su propia fuerza de seguridad. Zafar de esa traba en un corto plazo implicaría un tratamiento acelerado en el Congreso de nuevas leyes, no sólo la ley Cafiero, sino también la ley orgánica de la Policía Federal. Para implementar el esquema de transición será suficiente con un decreto del Gobierno nacional que lo ordene. Sería uno de los primeros que firmaría en su gestión el electo presidente y actual jefe de Gobierno, Fernando de la Rúa. El gran cambio que significaría la transición para la estructura actual de la Federal será una división en dos áreas. Por un lado continuarían dependiendo sólo de la Jefatura y de Interior las delegaciones federales de todo el país, la Policía Científica, la División de Asuntos Judiciales, la Policía Internacional y la investigación de los delitos federales como contrabando, narcotráfico y terrorismo. Del nuevo área y su jefe dependerá la mayor parte de la estructura en la que están incluidas la Superintendencia de Seguridad Metropolitana, de la que dependen las Direcciones de Comisarías, de Operaciones y de Orden Urbano, bajo cuyas jurisdicciones están las 52 comisarías porteñas, los comandos Radioeléctricos y de Operaciones y los cuerpos especiales: Policía Montada, Infantería, Bomberos, Perros y Tránsito. Uno de los últimos acuerdos fue incluir también en ese área a la Superintendencia de Investigaciones, sostuvo una fuente del gobierno porteño. Disponer del manejo de la investigación de los delitos era uno de los temas aún no resueltos y que en la reunión de ayer quedaron claros para García. De esa manera la policía que recorra las calles para prevenir el delito, cuando los detecte, luego también podrá investigarlos. La presencia de federales en las calles fue una de las preocupaciones que ayer dejó clara el vice jefe de Gobierno en la reunión. Para eso es muy importante una reforma administrativa, porque el cincuenta por ciento del tiempo la policía en la ciudad está ocupada dentro de las oficinas, dijo ayer Olivera. Desde el inicio de las conversaciones con la Federal la presencia policial en la vía pública ha sido una obsesión para Olivera, quien no ha descartado que un lote de empleados municipales pase a trabajar en las comisarías haciendo trámites. Al Gobierno también le preocupa lo que continúan mostrando las estadísticas: una tendencia al aumento de la criminalidad y paralelamente de la sensación de inseguridad. En ese sentido Olivera, queserá jefe de Gobierno a partir del 10 de diciembre, se apresta no sólo a manejar la mayor parte de la policía, sino también a coordinar políticas de seguridad con la provincia. No podemos abstraernos a que el limite con el Conurbano es complejo. Y si es necesario haremos de tripas corazón y nos sentaremos a hablar con (Aldo) Rico.
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